Políticas

26/7/2007|1002

Argentina, la más golpeada por la crisis internacional

Hace ya varias semanas que la crisis financiera internacional tiene su mayor impacto en Argentina. Los inversores ‘huyen’ de las inversiones menos seguras. En esta oportunidad, la ‘huida’ se llevó puesto al peso, que tuvo una devaluación fuerte en el mismo momento en que Cristina Kirchner se jactaba en España del incremento del superávit comercial de Argentina. El peso cayó frente al dólar a pesar de que el Banco Central vendió 150 millones de dólares en el mercado de futuros. El seguro contra el default que se paga sobre los bonos argentinos an Wall Street subió el 13% en un sólo día.


Los defensores del ‘modelo productivo’ se apresuraron a saludar lo ocurrido porque fortalecía un tipo de cambio ‘competitivo’. Creen que, de este modo, se protege el mercado nacional, se impulsan las exportaciones y que recaudarán más dinero en concepto de retenciones a las exportaciones. Parece que olvidaran que una mayor devaluación impulsará la inflación que se encuentra desbordada —lo que no ocurría en 2003, cuando subió Kirchner. En el Indec ya han comenzado a quemar planillas —lo cual simplemente augura que en los próximos días tendremos a una nueva mujer, Beatriz Paglieri, recorriendo los tribunales o confinada a otros menesteres.


Pero las consecuencias no se limitan a una estampida de precios. Argentina tiene que pagar el mes que viene unos 3.500 millones de dólares en concepto de deuda externa —y tres veces esa suma en el próximo año y medio. La devaluación aumenta la carga de esa deuda en moneda nacional. Luego del ‘martes negro’ es difícil que pueda financiar ese pago con una nueva colocación de deuda, salvo que pague un 12% de interés anual. Deberá meter mano, entonces, en las reservas del Banco Central, que ya están ‘contaminadas’ con una deuda de 20.000 millones de dólares con los bancos locales, más los 10.000 millones de dólares que tiene en títulos del gobierno, por el pago adelantado al FMI. De cualquier modo, la carga de la deuda pública deberá crecer como consecuencia de la inflación y del aumento de la tasa de interés que produce la salida de capitales. Raúl Cuello, un especialista en impuestos, acaba de calcular la deuda pública en cerca de 200.000 millones de dólares. Como consecuencia de la persistente suba de la inflación, los títulos de deuda indexados a los precios ya representan más del 60% del total de la deuda pública. Tampoco será Chávez el que levante el muerto, como lo hacen suponer los ‘cariños’ que le prodigó la senadora en el discurso ante los empresarios españoles, esto porque el hundimiento de los mercados de capitales también afectará fuertemente a Venezuela. Los bancos locales y las AFJP, que están atiborrados de deuda pública, deberán reconocer una desvalorización de sus activos, por eso fueron los primeros en salir a vender bonos. Si la caída de títulos se profundiza habrá que recurrir a un nuevo ‘corralito’. ¿Qué festejan, entonces, los ‘nac. & pop? Es que creen que la crisis no irá a mayores y que ellos van a caer parados.


La complacencia que dicen tener por la salida de capitales y la caída de los títulos de la deuda pública, les ha hecho olvidar a los oficialistas que esta crisis deberá golpear al mercado inmobiliario, que se financia con capitales del exterior. Como la construcción de megatorres e inmuebles de lujo es uno de los motores de la actividad económica, la consecuencia será una caída de la producción y de la recaudación impositiva. Si el drenaje de fondos se acentúa, otro gran perjudicado va a ser Brasil, el principal comprador de las exportaciones argentinas, cuyo mercado es una burbuja impulsada por un colosal ingreso de capital golondrina y financiero del exterior.


La crisis financiera y la nueva devaluación del peso ponen al desnudo la calamidad que representa para los trabajadores la firma de los convenios de trabajo, incluso por debajo del 16%, sin cláusula de ajuste por inflación. La crisis mundial y la política del kirchnerista preparan nuevas luchas sociales, para las cuales es necesaria otra dirección sindical y una dirección política socialista.