Políticas

22/11/2012|1249

“Argentina se encuentra en estado de asamblea”

El lunes 19, el periodista Santiago Fioriti publicó en Clarín una entrevista con Jorge Altamira, ilustrada con la foto de una mesa redonda que Altamira compartió, en Montevideo, con el senador Eduardo Lorier, secretario general del Partido Comunista de Uruguay y con Julio Chirino, embajador de Venezuela en Montevideo. La entrevista fue el resultado de una consulta escrita y otra telefónica. Para complementar el amplio reportaje publicado, ofrecemos las respuestas escritas al extenso cuestionario propuesto por Fioriti.


-¿Qué lectura hace de los cacerolazos?


-Son, antes que nada, una expresión de descontento social que se manifiesta, incluso en mayor medida, en las movilizaciones sindicales y se volverá a manifestar en la huelga general del martes 20. También expresa el deterioro de la capacidad de arbitraje del gobierno ante el aumento del déficit fiscal y de la tasa de inflación. La devaluación del peso oficial y el cepo cambiario, para pagar la deuda externa, y la ampliación del impuesto al salario, han minado el respaldo plebiscitario que obtuvo el gobierno en las elecciones pasadas.


-¿Son una expresión de la derecha, como dice el gobierno?


-Es cierto que el 8N fue fogoneado entre bambalinas no solamente por la derecha sino por el centroizquierda (Binner), e incluso por sectores del gobierno (Scioli, Massa), que se disimularon con una posición neutral. Pero el gobierno no tiene autoridad para endilgarle un carácter de derecha, cuando es él quien paga la deuda usuraria con los fondos de los jubilados, hace fraude con la movilidad jubilatoria, grava los salarios e incluso dicta una ley antiterrorista por un reclamo del aparato de seguridad de Estados Unidos.


-¿Por qué la izquierda se queda afuera de un reclamo social como ese y parece ningunearlo?


-Estamos llamando a los caceroleros a unirse al paro nacional del martes 20. Desde la izquierda, sin embargo, advertimos también contra la mimetización de la oposición tradicional en los movimientos de protesta, con el propósito de presentarse como pretendida alternativa a la descomposición del kirchnerismo. Denunciamos las componendas constantes entre esa oposición y el oficialismo cuando se trata de defender negocios capitalistas, como está ocurriendo con los desarrollos inmobiliarios de K y Macri en la Ciudad. En oposición a la campaña por una “unidad opositora”, planteamos un gran frente de los trabajadores y la izquierda para que la crisis no la pague el pueblo sino sus responsables, los grandes capitalistas.


-¿El kirchnerismo está acabado?


-El kirchnerismo está acabado, como proyecto de desarrollo nacional independiente, hace mucho tiempo. No suscita el fervor de las masas ni su movilización autónoma. El propósito de “reconstruir a la burguesía nacional” ha quedado reducido al beneficio de un grupo de capitalistas amigos, en medio de una mayor extranjerización de la economía. Sobrevive como una maquinaria política con recursos fiscales menguantes.


-¿Cuál es la opción de poder real al gobierno?


-La opción de poder real al gobierno está en construcción. Argentina se encuentra en estado de asamblea. Para que se reúnan las condiciones de un viraje a la derecha, el país debería atravesar crisis aún mayores y una derrota popular. Por eso la derecha camina sorteando huevos y hace demagogia populista, mientras aplica impuestazos y reclama la devaluación masiva del peso y un tarifazo, en un ‘replay’ del ‘rodrigazo’ de hace cuarenta años. La alternativa de poder real surgirá de la unión de la izquierda auténtica y el movimiento obrero.


-Si el año que viene mejora la economía, ¿el kirchnerismo resurge?


-Argentina atraviesa una crisis de su organización social, no una oscilación del PBI. Los ingresos fabulosos por la soja, en los años recientes, se transformaron en una furiosa salida de capitales, que fue a llenar los agujeros de las quiebras en los balances de los bancos y empresas en Estados Unidos y Europa. Un tercio de los ingresos de los hogares se encuentra hipotecado por el crédito al consumo. Incluso si se produjera una recuperación de la economía (que será, de todos modos, harto modesta), ello atizará más la lucha social.


-¿No complica al Frente de Izquierda que el gobierno levante algunas banderas históricas de la izquierda?


-En períodos de crisis, la burguesía se enmascara en movimientos nacionalistas y populistas, y éstos se revisten de un lenguaje socialista, para separar a los trabajadores de la izquierda. Al mismo tiempo, cooptan y estatizan a las organizaciones obreras. Pero ahora tenemos un relato oficial que zozobra y una ruptura del monolitismo sindical: los obreros que votaron al kirchnerismo hacen paros generales contra el gobierno. Moyano se visto obligado a incitar a los delegados de los sindicatos que no adhieren al paro, a que desconozcan a sus burocracias. Tenemos un maremoto de fuerzas contradictorias, que trabajan, sin darse cuenta, para los objetivos de la izquierda.


-¿Qué se juega el año que viene?


-El año que viene se verificará el alineamiento de fuerzas que disputará el gobierno al kirchnerismo, pero por sobre todo cuál es la cristalización política del movimiento social que se encuentra en desarrollo. Queremos que cristalice en un ascenso de la izquierda. Nosotros, la izquierda, somos la única fuerza que está creciendo en los cuerpos de delegados, sindicatos, centros de estudiantes y universidades, y en movimientos de la cultura y el arte.


-¿Usted va a ser candidato?


-Voy a ser candidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. El 9 de diciembre, en el gran Picnic del Partido Obrero, anunciaremos el inicio de una campaña política con vistas a las elecciones de 2013. Queremos que la izquierda sea visualizada como alternativa estratégica en cada una de las confrontaciones y crisis que jalonarán el año entrante. Debemos profundizar el ascenso registrado en 2011 y establecer un bloque obrero y socialista en el Congreso, como premisa de conquistas mayores y decisivas.


-¿La re-reelección es una utopía o CFK tiene alguna chance?


-La posibilidad de obtener una segunda reforma constitucional depende de que el gobierno logre un segundo pacto de Olivos, como el que suscribieron Menem y Alfonsín. Dada la corrupción de la política tradicional y su completa falta de principios, esto no puede excluirse. Pero desataría una crisis enorme. Lula aconsejó explícitamente a la Presidenta que no intente esa aventura.


-¿No cree que la izquierda es muy sectaria y que eso le impide mejores resultados?


-Se confunde la actitud principista de la izquierda con el sectarismo. Los centroizquierdistas están negociando con la UCR para formar una Alianza II. La experiencia del año pasado demostró que el Frente de Izquierda tiene un vasto campo de crecimiento. En medio de la mayor crisis capitalista de la historia, dejar de lado los principios es un suicidio, porque de esta crisis sólo se sale con un gobierno de trabajadores y con una lucha por el socialismo a nivel mundial.


-La izquierda en la Argentina, ¿no debería aggiornarse?


-Se entiende por izquierda ‘aggiornada’ a la que sucumbe ante el capitalismo. Pero ahora que sucumbe el capitalismo es una invitación a una procesión fúnebre. Hay otro ‘aggionarmento’, sin embargo, que no solo es posible sino necesario. Consiste en comprender que vivimos lo que será, a partir de una creciente catástrofe capitalista, la época más revolucionaria de la humanidad. Las masas del mundo entero enfrentarán el desafío hermoso de un nuevo comienzo.


-¿Se viene otro milagro para Altamira?


-El milagro es posible cuando resulta de un enorme esfuerzo militante común. No es necesario rezar para que ocurra. Así que vamos por la segunda.


-El problema de la Argentina, ¿es cultural? ¿es económico? ¿es de Justicia?


-El problema de Argentina es histórico. Sus clases explotadoras no han sabido ni querido construir una nación independiente. De esto deben hacerse cargo, ahora, los trabajadores. Se logrará en el marco de una unión socialista de América Latina, incluido Puerto Rico, y en colaboración con los trabajadores y oprimidos de todo el mundo.