Políticas

26/12/1996|525

¡Arrugó!

Menem desistió finalmente de concurrir a la inauguración de la planta de Fiat Auto en Córdoba. Aunque no hubo un comunicado ‘oficial’, según La Voz del Interior, una de las versiones indicaba “agotamiento físico” y “recomendación de los médicos”. Pero el mismo diario no pudo soslayar la única verdad: “Menem no quiere exponerse a posibles abucheos y silbatinas … El malestar que provocó la prórroga de la emergencia previsional y el aumento del sueldo a funcionarios y legisladores, hizo temer … una eventual manifestación en su contra y del gobernador Mestre” (19/12).


En realidad, la decisión de movilizarse ese día a Ferreyra ya había sido tomada por los trabajadores de Luz y Fuerza, los judiciales, la Coordinadora de Desempleados. Los trabajadores de Fiat también habían decidido una jornada de lucha que incluía la posibilidad de la toma de fábrica. El temor de que el paro se concretara a pesar de no venir Menem llevó a la patronal de Fiat a convocar a la comisión interna (que no quiere reconocer) al Ministerio de Trabajo y amenazar con despidos si se producía alguna medida de fuerza. La Mesa de Enlace (CGT, Moas y CTA) se negó a decretar el paro provincial y resolvió una ‘jornada de protesta’, que quedaba supeditada, sin embargo, a la modalidad que adoptara cada sindicato. Finalmente, se realizó una manifestación de 600 personas por el centro de la ciudad. Patrones y burócratas respiraron tranquilos cuando se informó que Menem no venía. Mestre temía que saliera finalmente el paro provincial que se había levantado cuando Pihén, el burócrata del Sep, decidió negociar por las suyas el “levantamiento” de la emergencia para los empleados públicos. La burocracia tenía el mismo temor que la patronal de Fiat de que la inauguración comenzara con una lucha.


Para los trabajadores, quedó firme la impresión de que Menem, Mestre y la patronal le tienen terror al movimiento obrero. La frase de la semana fue “Menem se cagó”. La presidencia de la república está en manos de alguien que no puede recorrer la Nación sin despertar la ira y el repudio, que teme a sus “representados”, cuya sola presencia puede ser el factor desencadenante de un fuerte enfrentamiento entre los patrones y su gobierno, por un lado, y los trabajadores, por el otro. Es decir, que la presidencia es en realidad una impostura y Menem, por lo tanto, un impostor; todos estos motivos, suficientes para que el movimiento obrero y los trabajadores le pongamos un norte a nuestra lucha: ¡Fuera Menem!