Políticas

3/7/1997|546

Aunque amarrete, Caro Figueroa no es ingrato

No obedece a la casualidad que el periódico de la CTA —Conectándonos— de la primera quincena de junio, haya publicado la resolución del Ministerio de Trabajo que la reconoce como “asociación sindical de trabajadores con carácter de asociación de tercer grado”, junto a la posición que la CTA adoptó “frente al acuerdo de la CGT y el Gobierno”.


Es que existe un vínculo entre una y otra. La posición de la CTA ante el acuerdo CGT-Gobierno es un guiño a la ‘reforma laboral’ de Caro Figueroa. A la CTA le basta para ello soslayar los propios términos de ese acuerdo Es que mientras el acta CGT-Gobierno:


* reduce en un 30% la indemnización por despido, elimina el piso de dos sueldos y reduce el preaviso;


* autoriza la eliminación por completo de la indemnización por despido y el seguro de desempleo en tres años, y su sustitución por un fondo de retiro, administrado por las AFJP;


* permite que los convenios puedan “modificar en cualquier sentido y total o parcialmente” los acuerdos generales;


* privilegia los convenios por empresa y contratos individuales, atomizando al movimiento obrero. Textualmente, el acta dice que “un acuerdo colectivo de ámbito menor (por fábrica, PO) no podrá ser afectado por una ulterior convención colectiva de ámbito mayor (por rama o industria, PO)”;


* deroga los estatutos especiales, como el de periodistas. El acta dice que esos estatutos deberán ser rediscutidos, pero si no hay acuerdo en 180 días, esos estatutos tendrán vigencia sólo para los trabajadores “actualmente comprendidos en esos Estatutos y caducarán progresivamente…”;


Mientras éstos son los términos del acta CGT-gobierno, la CTA se sale con que “es inadmisible que un acuerdo de dichas características no asuma el problema de la desocupación”. ¡Pero claro que toca la desocupación, pues abarata el despido y suprime el actual y miserable seguro al desempleo!


La CTA cree estar en la denuncia cuando protesta porque las conducciones sindicales se reservan la firma de los convenios, “en lugar de exigir, por ejemplo, la aprobación de los acuerdos por parte de la asamblea de trabajadores…”.


Pero incluso esto, que parece superficialmente una posición justa, es reaccionario, porque:


* No se opone a los convenios por empresa.


* Legitima que la burocracia sindical negocie y acuerde los convenios; reserva a la asamblea la tarea de refrendarlos. Pero las asambleas convocadas por la burocracia son tan truchas como los acuerdos que alcanza. Lo que corresponde es que los propios paritarios sean elegidos por asambleas de fábrica para ir a negociar los convenios, y que no puedan estar integrados por los representantes de la burocracia.


Obras Sociales


En relación a las obras sociales, el texto de la CTA plantea “garantizar un sistema de salud público y de Obras Sociales de y para todos los trabajadores…”. No denuncia la privatización en curso de la salud, y menos todavía la llamada reconversión de las obras sociales de la mano del Banco Mundial.


El texto de la CTA no dice: Fuera el Banco Mundial de la salud y de las obras sociales. Tampoco denuncia que se eliminó la cobertura médica integral por el PMO (Programa Médico Obligatorio), que es una cobertura mínima y de baja calidad sanitaria, que legaliza el arancelamiento de las consultas médicas y los análisis, y cuyo propósito no es otro que los trabajadores paguen cuotas extras, encareciendo la atención médica.


Y no lo dice porque la CTA se metió a fondo en el proceso de desregulación de las obras sociales acordado con el Banco Mundial.


La CTA hizo campaña para que los trabajadores cambiaran de obra social y se pasaran a la del Personal Aeronáutico.


Esto se complementó con su actuación en relación a la ‘normalización’ del PAMI. En medio de las grandes movilizaciones de los trabajadores del PAMI contra los despidos y la intervención de Bramer Markovic (consecuencia también del acuerdo del Gobierno con el Banco Mundial), Víctor De Gennaro le presentó al ministro de Trabajo un plan de ‘reestructuración’ del PAMI ‘sin ñoquis’, desviando la lucha de su cometido central y ocultando que Caro Figueroa ejecutaba la política del Banco Mundial. Y ante la normalización trucha de Menem-Alderete, la CTA guardó violín en bolsa.


Reconocimiento


Conectándonos dice que “por primera vez un gobierno se ve en la obligación de reconocer a dos centrales sindicales”. Se trata de una verdad a medias.


El reconocimiento del Gobierno a la CTA es de rango inferior al de la CGT. Mientras la CTA tiene ahora personería jurídica, la CGT tiene personería jurídica y gremial, lo que la habilita como la ‘única’ representación legal del movimiento sindical ante el gobierno y las patronales.


Nada de esto dice la CTA, lo que es también una política de encubrimiento.