Políticas

19/2/2009|1072

AUTOMOTRICES DE CORDOBA | Que se convoque a una asamblea general del Smata

Para detener las suspensiones y los despidos

La automotriz cordobesa Iveco ha incrementado sensiblemente los ritmos de producción (casi un tercio) de los apenas 200 obreros que trabajaron en la primera semana de febrero. También proliferan los aprietes directos a los operarios, ya que capataces y supervisores tienen menos gente que controlar. Todo esto va acompañado de un empeoramiento general de las condiciones de trabajo y del régimen interno: se prohibió poner música, se retiró el mobiliario usado para descansar y la empresa se propone eliminar el almuerzo, que además es un punto de concentración de los trabajadores y por tanto de intercambio de ideas.

Este recrudecimiento de las condiciones de explotación se produce mientras la cámara patronal del sector (Adefa) anunció una caída de la producción en enero del 54,6 por ciento respecto de igual mes del año pasado. También cayó un 30 por ciento en relación con diciembre de 2008, cuando -a su vez- ya había caído casi un 40 por ciento en comparación con noviembre.

En Iveco, mientras los delegados de la burocracia “sugieren” a los compañeros no incorporarse a ningún movimiento de protesta, la empresa sigue citando a los contratados suspendidos para presionarlos con el ofrecimiento de una indemnización: “Agarran ahora o nunca”, es la consigna patronal. Caso contrario, según les dicen, regirá el acta firmada con el sindicato el 14 de enero, en la cual se establece expresamente que el 31 de marzo termina el vínculo contractual con esos trabajadores y se procederá entonces a la desvinculación automática. Es evidente que la empresa le teme al desenvolvimiento de las acciones obreras, caso contrario se ahorraría los aprietes y la indemnización ofrecida y esperaría al fin de marzo para despedir gratis.

Varias asambleas autoconvocadas por los compañeros señalaron que la conducción del Smata actúa de acuerdo con la patronal en una suerte de movimiento de pinzas, orientado a quebrar cualquier resistencia. Mientras tanto, los delegados antiburocráticos siguen suspendidos e impedidos de ingresar en la planta.

El miércoles 11, un grupo de trabajadores, acompañados por activistas y familiares, marchó a la Casa de Gobierno para exigir la intervención del gobernador, Juan Schiaretti, pero éste dijo que contestaría durante la semana en curso, cosa que aún no ha sucedido.

Una movilización clave

En marzo, cuando venzan los contratos en Iveco, sucederá lo mismo con los de Volkswagen y Gestamp, al tiempo que la planta de Renault retomará tareas. El viernes 20 de febrero está convocada una movilización hacia el edificio del Smata por los suspendidos de VW, Iveco y Gestamp. Se trata de una excelente oportunidad para exigir la convocatoria a una asamblea general de todos los metalmecánicos, sea cual fuese su situación contractual. Ese reclamo ya fue votado por una asamblea de Iveco el 2 de febrero.

Si la crisis golpea severamente a la industria automotriz, y la persistencia de la caída en la producción y en las ventas denuncia el fracaso de los planes oficiales de reactivación automotriz, resulta evidente que las empresas, cuyas ganancias en los últimos años fueron obscenas, tienen mucho más resto que los trabajadores para resistirla. Por lo tanto, que la sobrelleven mediante el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.

Al mismo tiempo se ha de exigir al gobierno un plan serio de reactivación del sector, que no se producirá mediante incentivos al consumo suntuario de automóviles. Por ejemplo, se necesitan camiones para un plan de obras públicas y de viviendas; se necesitan vehículos para solucionar las calamidades del transporte público. Fondos para eso hay de sobra si se nacionalizan la banca y el comercio exterior y se corta el chorro del salvataje a los capitalistas mediante el despilfarro de fondos públicos y de los jubilados (Anses).
La intervención de la clase obrera con un programa propio es la vía para impedir que la crisis capitalista derive en una catástrofe social.

Eduardo Salas