Políticas

2/10/2019

Balance de las elecciones mendocinas

El radical Rodolfo Suarez se impuso en las elecciones mendocinas con un 49,88% frente al 34,96% de la camporista Anabel Sagastí. Las dos fuerzas suman el 85%, confirmando la polarización a la derecha que caracterizamos. José Luis Ramón de Protectora y el FIT repiten los resultados de las PASO. La elección estuvo dominada por las fuerzas patronales.


Ha sido un triunfo del candidato más sólido del capital en la provincia, que logró despegarse tempranamente del lastre Macrista. Al mismo tiempo explotó el descalabro del último gobierno kichnerista. El ex-gobernador Francisco Pérez terminó su mandato al borde de no pagar los salarios. “No queremos volver al populismo” fueron las palabras del gobernador electo para festejar el triunfo.


Alfredo Cornejo se adelantó y despegó las elecciones provinciales, al mismo tiempo que apareció criticando la política tarifazos energéticos de Macri. Con esta posición, Alfredo Cornejo se despegó de Macri antes de que lo arrastre en su caída.


El PJ oficial, que fue vencido en las PASO por la Camporista Sagasti tiene un largo historial de colaboración con Cambiemos en la provincia. Los intendentes peronistas fueron garantes del ajuste. Pusieron sus legisladores a disposición del oficialismo para aprobar la toma de deuda y los presupuestos de ajuste. Esta colaboración también se manifestó en la votación del misógino Juez Valerio, como ministro de la Corte de justicia.


Los intendentes, oficialistas y opositores, son quienes más lejos han ido en el ajuste fiscal. Los salarios de los municipales en rondan los $14 mil pesos, superando apenas la línea de indigencia, y abundan las tercerizaciones. Ha habido un corte de boleta en varios distritos combinando un voto a los intendentes del PJ y a Suarez de gobernador a expensas de Sagasti.


El movimiento obrero


El Gobierno de Alfredo Cornejo se valió de la orientación de contención de las luchas bajo el santo y seña kirchnerista de “Hay 2019” para cooptar a un sector importante de la burocracia sindical más rancia al sostenimiento directo de su gobierno. Valen como ejemplos el SUPE, que garantizó la paz social en la estratégica destilería de Lujan de Cuyo; Comercio que colocó a su secretario general como diputado; AMPROS (FESPROSA) que puso media comisión directiva como funcionarios en hospitales.


Pero también fueron colaboracionistas las direcciones sindicales centro-izquierdistas, como el caso de Judiciales. La directiva de ATE se partió, entre quienes resistieron la colaboración (Raquel Blas y Tribuna Estatal) y Roberto Macho que firmó todos los acuerdos a la baja, sin ningún tipo de resistencia. Los estatales perdieron cerca del 50% del poder adquisitivo de su salario en 4 años.


El anti-burocrático SUTE firmó un acuerdo a la baja en diciembre de 2018, es decir sin docentes en las escuelas, contra la posición de Tribuna Docente. El Kichnerismo/Peronismo en el gremio controla 13 de las 18 seccionales, pero no movió un dedo para enfrentar el acuerdo. Mientras decían rechazarlo, por lo bajo aceptaba. Sebastián Henríquez, el Secretario General, integró el 21-F en Mendoza, en un desgajamiento por derecha de Poder Popular, opuesto a los sectores que integran el FIT-U.


Sólo los agrupamientos ligados a la CSC del PO desarrollaron una férrea lucha contra la cooptación y la tregua. La CTA autónoma dirigida por Raquel Blas protagonizó la primera movilización contra la reforma laboral y previsional en agosto de 2017 y mantuvo esa línea de acción impulsando asambleas de delegados y activistas.


Impulsamos la lucha de los municipales de Guaymallén, enfrentamos los despidos entre los estales nacionales y en Dinaf (minoridad). Luchamos por la reincorporación de Marcelo Castillo en ALCO Tupungato, por conquistas aisladas en Judiciales y docentes.


En un cuadro de contención general, el movimiento obrero fue a las urnas. Nuestra lucha en las grandes organizaciones obreras significó la maduración de una vanguardia clasista que pelea por desplazar las direcciones sindicales burocráticas y de entrega bajo las banderas del clasismo y el gobierno obrero.


Lo que se viene


Rodolfo Suarez pretende ampliar la matriz productiva, mediante el fracking, en la zona de Vaca Muerta de Mendoza y habilitar la mega minería. La necesidad de nuevos recursos para enfrentar la abultada deuda provincial y la caída de la recaudación fiscal mete presión.


Buscará profundizar la política de precarización laboral, iniciada con la aprobación de la ley “UBER”. Otro aspecto es el reforzamiento del aparato represivo como forma de garantizar los negocios ilegales y el disciplinamiento de los sectores más humildes.


Esta política, en los límites provinciales, ha demostrado resultados negativos. El nuevo gobernador deberá gobernar con un 38% de mendocinos en la pobreza, una desocupación que orilla los dos dígitos, salarios de miseria y un fuerte desplazamiento del trabajo bajo convenio a la precarización.


El relativo condicionamiento de la corte de justicia, la mayoría legislativa propia y el holgado triunfo no significan que el futuro gobierno mendocino tenga las condiciones para avanzar en su programa, mucho menos en resolver los problemas de la provincia.


Mendoza está atada a los vaivenes de la economía nacional, siempre bajo el monitoreo del gran capital y el FMI. Este es un aspecto central, pues la mayoría de la deuda mendocina está atada al dólar, su respaldo son los fondos de coparticipación federal en pesos.


El radicalismo está tanteando un pacto de gobernabilidad con la casi segura presidencia de los Fernández en la comprensión de que hacer frente a la quiebra nacional y las condiciones del FMI requiere acuerdos de estados. Se preparan para una ofensiva contra la clase obrera.


Frente de izquierda


El FIT cosechó un registro electoral levemente menor a las paso provinciales (3.67% a 3,3% de votos válidos y 3,9% a 3,41% de los votos positivos). Con estos registros no conseguimos renovar las posiciones parlamentarias que poníamos en juego.


El FIT significa un punto de referencia independiente de los trabajadores y la izquierda, pero contiene en su interior tendencias claramente diferenciadas. El Frente de Izquierda enfrentó el proceso electoral con dos estrategias. El PTS, que ocupó las candidaturas centrales, se concentró, estrictamente, en el desarrollo de publicidad electoral para preservar el espacio electoral del FIT. El PO buscó romper la tregua, modificado la situación política mediante la intervención de los trabajadores y que esto tuviera su expresión en las urnas. Esto se expresó crudamente en las tácticas sindicales en SUTE y la lucha del movimiento piquetero, donde los compañeros del PTS jugaron un rol de seguidismo o acompañamiento a variantes filo K. El PO se esforzó por desarrollar una movilización política sobre un programa de carácter transicional. Un esfuerzo político por modificar la situación mediante la intervención del movimiento obrero y los explotados. Esta batalla deja un saldo político importante, desde el punto de vista de nuestros objetivos estratégicos.


La campaña peronista logró instalar la idea de que disputaban la provincia como consecuencia de los resultados de las PASO nacionales donde triunfaron. Esto también fue una presión contra nuestra votación.


El peronismo lanzó un ataque contra el FIT, rechazando su presentación independiente y exigiéndolo que se subordine al Frente de Todos y su programa patronal. Se trata de los esfuerzos por anular a la izquierda como fuerza política autónoma y tener el campo libre para cumplir con las exigencias del gran capital.


Redoblaremos nuestra lucha por que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de la izquierda y los trabajadores, por separar a los trabajadores del nacionalismo burgués.


El Partido Obrero va a un balance público con los centenares de compañeras y compañeros que participaron de la campaña, mediante asambleas, charlas y plenarios. Vamos a un balance de cara al pueblo trabajador de Mendoza para preparar el escenario que se aproxima.