Políticas

18/5/2006|946

Bendini, Kirchner y el Opus Dei


El teniente general Roberto Bendini, jefe en el pasado reciente de la Brigada Mecanizada de Río Gallegos en Santa Cruz, amigo de los Kirchner, traído desde allá para conducir el Ejército, será juzgado por sus subordinados –es decir, no será juzgado de modo alguno– en el caso que lo involucra por malversación de fondos de la fuerza entre 2002 y 2003. Eso es así porque el juez federal Gerardo Daniel Caamaño, también santacruceño y vinculado con la familia presidencial, se declaró incompetente y pasó la causa al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, organismo que, dicho sea al pasar, no tiene razón de existir en un llamado “Estado de derecho”, el cual, se supone, prohíbe los tribunales especiales.


 


Cierto es que el Consejo no absolverá gratis a Bendini, aunque no puede saberse qué precio deberá pagar el titular del Ejército en la interna militar a cambio de un fallo favorable. En esas corporaciones que viven del delito, sabido es que los favores van y vienen.


 


En cuanto a Caamaño, es hombre amante de la música. El dato no tendría importancia política si ese juez federal no cantara en el coro de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, propiedad de la secta católica fascista Opus Dei: ése sí es todo un punto de referencia. Caamaño tuvo a su cargo, entre otras causas, la explosión de la mina carbonífera de Río Turbio y, como es de imaginar, absolvió al propietario, el mafioso y vaciador Taselli, compinche de Kirchner, y procesó… a dos mineros.


 


¿Perfumes y joyas en un cuartel?


 


Bendini había abierto una cuenta bancaria en la cual depositó recursos extrapresupuestarios sin conocimiento ni autorización del Tesoro nacional. Por esa cuenta pasó más de medio millón de pesos. La Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, la Unidad de Delitos Económicos de Gendarmería Nacional y la Sindicatura General de la Nación probaron que por lo menos la cuarta parte de ese dinero no tiene respaldo documental, y el resto tiene respaldos ridículos.


 


Por esa cuenta se compraron, por ejemplo, elementos de iluminación que lucirían muy absurdos en un regimiento. También vajilla de lujo, perfumes y joyas. Dos transferencias por 22.815 pesos fueron a la cuenta de la mujer de otro oficial.


 


Apenas conocido el apartamiento de Caamaño, Kirchner llevó a Bendini en el Tango 01 a Santiago del Estero para inaugurar obras públicas, en una muestra inequívoca de respaldo. Esto es, de complicidad.


 


Sin embargo, otra cosa pensó el fiscal de Investigaciones Administrativas, Manuel Garrido, quien calificó de “inaceptable” la decisión del juez y la consideró sustentada en argumentos “inverosímiles”. Un diputado de ARI aprovechó la volada y pidió juicio político contra Caamaño.


 


Así es que los problemas de Bendini apenas comienzan. Ahora, la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia podría revisar la decisión de Caamaño y devolver la causa a la Justicia ordinaria. Por lo menos, el fiscal Miguel Segovia apeló después de que Garrido pusiera el grito en el cielo. Como se ve, las camarillas que pelean como perros por espacios de poder no se tienen piedad entre sí.


 


Además, Bendini tiene ahora una nueva causa por haberse descubierto que cobró irregularmente no menos de nueve cheques por un total de casi 200 mil pesos mientras estaba en Santa Cruz y aceitaba su amistad con los Kirchner.


 


En definitiva, estamos ante otra manifestación de una crisis política de fondo. Cuando la corrupción llega a estos niveles, encubierta además por el presidente de la República, tenemos que la descomposición de los aparatos políticos del Estado hiede.


 


No hay nada nuevo. Sólo prosigue intacta la podredumbre que condujo al estallido de 2001.