Políticas

7/12/2016

Bullrich y el relato de las evaluaciones PISA


La exclusión de Argentina en  la publicación del ranking  PISA de la OCDE debido a la omisión de tres mil escuelas se ha convertido en un revés para la política de Macri-Bullrich, que viene de implementar una variante local con el “Operativo Aprender 2016”. Frente a las acusaciones de manipulaciones y errores, el ex ministro Sileoni y el actual cerraron filas para encubrirse mutuamente.


Manipulaciones


Las pruebas PISA relevan contenidos generales sobre áreas como matemática, ciencia y lectura. Están destinadas a jóvenes de 15 años de escuelas públicas y privadas y no necesariamente evalúan sobre contenidos vinculados a los programas escolares que efectivamente se dictan.


Una de las objeciones a las pruebas de este tipo, además de que no aportan en ningún sentido a mejorar el aprendizaje, es que se “entrena” a los chicos para rendir y poder medir en el ranking internacional. Así, se desvía por un período de tiempo los contenidos de las disciplinas para preparar las pruebas y mejorar los resultados.


La evaluación, eje de las reformas capitalista


La OCDE, como otros organismos internacionales, desde la década del 90’ ha generalizado este tipo de pruebas para establecer las prioridades de las reformas educativas en los países a cambio de créditos. Implican un ataque brutal a las condiciones laborales de los trabajadores de la educación y un retroceso cultural gigantesco.


El documento diseñado por la OCDE para la aplicación de la reforma educativa en México –la más importante en los últimos 100 años de su historia– fue tan categórico en sus caracterizaciones sobre la introducción del salario por mérito, la modificación del régimen laboral y contenidos, que anticipaba la violencia que aplicaría luego contra el movimiento estudiantil y docente.


Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE y coordinador de PISA, tras las críticas recibidas por el enfoque de las pruebas, las defendió explicando que “PISA evalúa habilidades importantes para un trabajo y que el mundo está cambiando rápido y mi mayor preocupación es que las exigencias a los jóvenes están cambiando mucho más rápido que la calidad de la educación"( La Nación, 6/12).


No necesita traducción: las PISA –o el operativo Aprender– miden la adaptación educativa a las necesidades del capital, que necesita una fuerza de trabajo cada vez más devaluada en la misma medida que la tecnología simplifica al mínimo las habilidades requeridas de sus operarios.


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