Políticas

15/2/1998|573

Burócratas y patrones ponen en marcha la ‘reforma laboral’ a todo vapor

La burocracia sindical está firmando los convenios de empresa a razón de dos por semana. En todos pacta la flexibilidad laboral, el aumento de las horas de trabajo, la ampliación del periodo de prueba, la incorporación de los contratos ‘basura’ y el fraccionamiento de las vacaciones. Así pasó en el Banco Hipotecario y más recientemente en el Correo. En la lista viene ahora Radio Nacional y las empresas del sector eléctrico.


Según el Ministerio de Trabajo, el año pasado se firmaron unos 200 convenios, de los cuales el 90 por ciento corresponde a convenios por empresa. Para este año se espera un número mayor. La burocracia no llamó a Asamblea ni eligió paritarios en ningún caso, sino que actuó por encima de los trabajadores.


La flexibilización laboral, entonces, no se encuentra para nada estancada, sino que avanza a paso firme. Como la burocracia y las patronales no se ponen de acuerdo en algunos temas, como el manejo de las obras sociales o el porcentaje del aporte patronal al fondo que sustituirá a las indemnizaciones, decidieron dejarlos de lado y avanzar en todo lo que concuerdan por la vía de la firma de convenios.


El archirreaccionario abogado patronal Julián de Diego admitió abiertamente que, aunque era “pesimista” en que saliera la ‘reforma laboral’ a través del Parlamento, era optimista con la “firma de convenios colectivos, que se vienen realizando con una mayor frecuencia y mayor audacia. Hace unos días se homologó un convenio entre la Eastman Chemical, una firma estadounidense en Zárate, y la Federación de Trabajadores de la Industria Química, un sindicato muy parecido a la UOM de Lorenzo Miguel, y que ahora está aceptando la modernización (sic) laboral con uno de los convenios colectivos más modernos del mundo, según lo calificó la misma compañía. Estos convenios son los que van a marcar la reforma durante este año”. (El Economista, 30/1).


Sobre esta base, Erman González dijo que la ultraactividad de los convenios (prórroga automática cuando falta acuerdo para renovarlos) estaba superada, porque, por ejemplo, con la firma de los convenios por bancos (Zanola firmó el del Banco Hipotecario y el del Banco de Mendoza, y anunció una avalancha de convenios por banco), el convenio bancario prorrogado iba perdiendo vigencia progresivamente.


Por todo esto, no hay que distraerse detrás de las declaraciones grandilocuentes de la burocracia sobre la ‘reforma laboral’, sino hacer frente a la entregada generalizada de los convenios.


El reclamo más elemental es que se convoque a asamblea general para discutir el pliego de reivindicaciones de cada lugar de trabajo y que se elijan paritarios.


Allí donde la burocracia firma un convenio en secreto, sin asamblea general, debemos reclamar la realización de una asamblea para que los trabajadores digan si aceptan o no lo firmado inconsultamente, y tenemos que promover una acción por la anulación de ese convenio.


En los gremios hay que reclamar la realización de plenarios de delegados para que se discuta la convocatoria a la paritaria por actividad, eligiendo los paritarios, para evitar que la burocracia siga avanzando con la flexibilización fábrica por fábrica, atomizando al movimiento obrero.