Políticas

6/7/2020

CABA: olla popular en Boedo

Una actividad para agrupar a les trabajadores en la lucha por la vivienda, el trabajo y la cultura.

PO Boedo

Este sábado 4 de julio, tomando todas las medidas de sanitización y de distanciamiento social, varias familias se acercaron a la olla popular que pusimos en pie en el local de Boedo, gracias al aporte y donaciones de vecines y el centro de estudiantes del departamento de Movimiento de la Universidad Nacional de Arte (UNA).


Cabe destacar que una de las donaciones de ropa la hizo un trabajador de la cultura del barrio y nos contaba cómo en el centro cultural La Minga, de Boedo, se están planteando organizar subastas para poder pagar el alquiler del galpón donde funciona el CC, ya que no tienen los recursos para poder sostenerlo mientras no se le pueda dar uso y generar así un ingreso de dinero. A su vez, este se organiza también entre los trabajadores de la cultura luchando para que les otorguen un subsidio por el parate de la actividad en cuarentena ya que todos los talleristas y artistas en general quedaron sin trabajo.


A la Olla Popular se acercaron vecinos en situación de calle que viven bajo la autopista; familias que viven hacinadas en habitaciones con baños y cocinas compartidos con diferentes familias; otra que había salido a caminar, con hijes incluidos, para buscar algo de ropa, alimentos o en el mejor de los casos, trabajo, golpeando puerta por puerta; también hubieron otras personas que vieron los carteles que durante la semana pegamos en la zona aledaña al local y se acercaron a comer, pues se encuentran también sin trabajo.


Los testimonios de cada uno desnudaron la desidia con la que el Gobierno de la Ciudad y el gobierno nacional implementan su política en cuarentena. Por un lado, tenemos el caso de Patricia, quien con siete hijes vive en una pequeña habitación y que por cobrar una pensión por discapacidad de una de sus hijas, con la que apenas pueden subsistir, no pudo acceder al IFE, aún siendo que actualmente se encuentra desocupada, ya que con la cuarentena fue despedida de su trabajo donde realizaba tareas domésticas. Por otro lado, el caso de un hombre que sí pudo cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia que comenzó a abonarse a principios de abril, pero que ya pasada la primera semana del mes de julio todavía está esperando el segundo pago, el cual no sabe cuándo se efectivizará. Por su parte, una de las jóvenes relata cómo tenía que ir a buscar de comer a la iglesia todos los días, a pesar de que “es tan fea la comida que ni los perros quieren comerla” y soñaba con poder contar ella con sus propios alimentos para cocinarle a sus hijes. Las historias siguen…


Todos los relatos son un ejemplo más de la situación que pasan millares de trabajadores en todo el país. En un cuadro de desocupación brutal y colapso del sistema sanitario, los despidos, la falta de alimentos y el derecho elemental a la vivienda, son ninguneados por los gobiernos, mientras millones y millones de dólares son destinados al pago de la deuda y a rescatar a mega empresarios.


En Boedo se abrió un nuevo puntal de lucha para intervenir junto a les estudiantes de la UNA; en la pelea de los trabajadores de la cultura del barrio y junto al Polo Obrero, organizando a las familias de les trabajadores desocupades por sus reclamos; porque con hambre, sin trabajo y sin vivienda no hay cuarentena.


Vamos por 30 mil pesos mensuales de subsidio al parado, aumento de emergencia para jubilados y pensionados, centralización del sistema de salud y el impuesto a las rentas y grandes fortunas para reorganizar la economía al servicio de las necesidades de les trabajadores.