Políticas

27/12/2002|786

Cada cual tuvo la Plaza que se merece

Balance de la jornada del 20 de diciembre

La realidad fue rigurosa para con las fuerzas que, de uno u otro modo, se movilizaron en este 19 y 20 de diciembre. Estrictamente, cada corriente cosechó los resultados de su intervención política a lo largo del proceso de la rebelión popular y de la línea que eligió para llevarla a su conclusión.


 


Requiem para la Ftv-Ccc


Varios actos dispersos, y un pálido acto central a primera hora de la tarde del viernes 20, marcaron la presencia de las corrientes de desocupados vinculadas a la Cta y a la Ccc. En verdad, improvisaron en cuestión de horas, cuando ya se hacía evidente que el acto de la Asamblea Nacional de Trabajadores estaba colocado en el centro de la situación política nacional, y se trataba -tanto para la Ftv como para la Ccc- de, al menos, “salvar la ropa”. D‘Elía reflejó esta presión en su propio discurso, al reconocer la crisis del operativo electoral duhaldista -“no pueden ni nombrar un candidato”-, y reclamar que, por lo tanto, “se tienen que ir todos”. Pero no planteó que se tiene que ir Duhalde, con cuyos gobernadores y municipios la Ftv-Ccc vienen colaborando en los “consejos consultivos”. La tregua con el gobierno de Duhalde apartó, durante todo este año, a estas dos corrientes de todas las grandes acciones piqueteras.


Por importante que sea, la tregua de Ftv-Ccc con Duhalde no puede ocultar aquella otra “tregua”, la que sostuvieron con los derrocados De la Rúa y Cavallo. A medida que la crisis del gobierno aliancista se acercaba a un desenlace, la Cta y Ccc renunciaban a un planteo de poder, lo que se expresó en que estuvieron ausentes (¡con aviso!) del “Argentinazo”. En la plaza del mediodía del 20, Amancay Ardura intentó disimular esta ausencia histórica, por la vía de diluir el significado del propio “Argentinazo”. Así, éste habría “formado parte” de una “larga sucesión de luchas del pueblo argentino”, pero no del inicio de una nueva etapa histórica. Alderete convocó a luchar “contra la trampa electoral”, pero no llamó a derribar a su ejecutor político, es decir, a Duhalde. Es decir que se trató de un planteo electoral continuista.


 


El gran acto que cerró la Marcha Federal


Cuando el acto de la Cta-Ccc se desconcentraba, comenzaba a estructurarse la marea humana que, horas después, colmaría la Plaza de Mayo hasta prolongarse, en una extensión de diez cuadras, hasta la avenida 9 de Julio. La cuestión que debe ser respondida es: ¿por qué la convocatoria de la Asamblea Nacional de Trabajadores ocupados y desocupados tuvo esta respuesta multitudinaria y favorable de las asambleas populares, el movimiento estudiantil y el movimiento sindical combativo? No se trata simplemente de señalar que éstos fueron formalmente “convocados”. En definitiva, la Cta y fuerzas afines organizaron, en la noche del 19, un “aguante cultural” en la Plaza, con la expectativa de capturar la concurrencia de las asambleas populares. Pero las que llegaron a la Plaza siguieron de largo del “aguante”, y prepararon sus fuerzas para la gran concentración del 20.


La masividad de la marcha sólo puede ser explicada por la trayectoria del Bloque que forma la Asamblea Nacional Piquetera y por el contenido de su convocatoria: “Fuera Duhalde ya, por otro 19 y 20 de diciembre”. En estas consignas está presente aquello que los explotados de este país perciben a diario: que la obra del Argentinazo ha quedado inconclusa; que la rebelión ha sido confiscada por una camarilla de usurpadores y hambreadores; pero que, al mismo tiempo, la crisis que dio lugar al Argentinazo continúa irresuelta, y los explotados pueden imprimirle su propia salida.


La marcha fue también victoriosa por la intensa movilización nacional que la precedió, y por la creciente crisis de poder. Ello se manifiesta en las agudas divergencias entre los explotadores, en el empantanamiento completo del proceso electoral, en la volatilización de los partidos históricos de la burguesía. Este fermento político es el que permitió que la marcha se abriera paso y fuera volteando, uno por uno, los bloqueos que se le plantearon. Desde el temprano fracaso de Moyano y Rodríguez Saá por confiscarla, hasta los que pretendieron hacer del 20 el primer episodio de su campaña electoral.


 


El Polo y el Partido Obrero


En esta jornada histórica, también el Partido Obrero y el Polo Obrero ocuparon, estrictamente, el lugar que se supieron ganar. Desde el episodio de las coimas del Senado y la renuncia de Chacho Alvarez, el Partido Obrero caracterizó tempranamente la crisis de poder que condujo, en diciembre de 2001, al Argentinazo. En la misma fecha, fundamos el Polo Obrero, como agrupamiento político-reivindicativo de la clase obrera (ocupada y desocupada). Luchamos por un Congreso de Trabajadores, que tuvo su primera expresión en junio de 2001. Allí, Jorge Altamira, a cargo del informe político del Congreso, caracterizó, ante los delegados piqueteros, la naturaleza de la “crisis de poder” planteada. Luego, promovimos la formación del Bloque Piquetero Nacional, cuyo planteo central -“Fuera De la Rúa-Cavallo”- se materializó en la gran rebelión popular de diciembre. Ya con Duhalde, reconstruímos el hilo de las Asambleas Nacionales de trabajadores, estructurando un bloque de organizaciones piqueteras que se levantó como verdadera referencia programática y organizativa frente al gobierno de los devaluadores.


El PO es la fuerza obrera y piquetera de mayor crecimiento en la etapa de la rebelión popular, no por uno u otro acierto episódico, sino porque acertó en definir el contenido estratégico de esa etapa. Le cupo al PO colocar el broche a la jornada del 20 de diciembre: la intervención de Néstor Pitrola -como orador de cierre- retomó aquel hilo conductor, destacando la disgregación entre los explotadores y planteando una salida política: la Asamblea Constituyente soberana y con poder, capaz de conjugar la necesidad de una reorganización social completa con el reclamo democrático contra los gobiernos usurpadores.


Después de la extraordinaria victoria popular del 20 de diciembre, emergerá con fuerza la despiadada guerra que sacude a los explotadores, y que ha llevado, en los últimos días, a la fractura y parálisis de los partidos históricos de la burguesía, pero también a la volatilización de sus desprendimientos de centroizquierda. El programa y las fuerzas desplegados en la tarde del 20 plantean la oportunidad histórica de que, en esa crisis, sea la clase obrera quien tenga “la última palabra”.