Políticas

20/4/2022

Cae el uso de capacidad industrial, y desmiente la supuesta “reactivación económica”

Predomina la huelga de inversiones y productiva.

Un trabajador en una fábrica. Imagen ilustrativa.

En la tarde de ayer se conocieron las cifras con relación al uso de la capacidad instalada de la industria al mes de febrero. Las mismas marcan que en la actualidad se utiliza en la Argentina el 64,3% de sus medios productivos. A pesar del patrocinio del gobierno a la mentada “reactivación económica” que nunca llega, estos indicadores demuestran que en la serie de todo el año pasado no se llega en ningún mes siquiera a un 70%. Es decir que, en nuestro país, predomina aproximadamente un 30% de instalaciones ociosas que no son puestas a producir.

Se destaca en este último mes la caída en un 8,2% de la actividad en la refinería petrolera y en la actividad metálica básica en un 1,4% con respecto a enero, donde la utilización de la capacidad instalada en todos los rubros cerró en un 57,9%.

La huelga de inversiones que se mantiene encuentra su correlato con el enorme margen de capacidad ociosa en la industria. Los capitalistas no encuentran ningún tipo de garantía en que el acuerdo con el Fondo vaya a traer un sendero de crecimiento económico, aunque abunden las aseveraciones oficiales. Por el contrario, el acuerdo con el FMI es un factor de claro dislocamiento económico y de marcadas tendencias recesivas.

Así es que varios de los reclamos patronales en la primera línea de esta huelga de inversiones (y productiva) aparecen como conflictos que se originan por las metas contempladas en el acuerdo, como lo es, por ejemplo, la cuestión del retiro de subsidios y la habilitación de los tarifazos. El reciente paro de los transportistas, que se levantó tras sellarse un aumento del 20% en la tarifa de los fletes, es un hecho testigo de las fricciones que se multiplicarán en este cuadro.

Pero esta huelga de inversiones aparece también como una extorsión para avanzar aún más sobre las condiciones de vida de los trabajadores, sobre décadas de conquistas obreras y poniendo a la famosa reforma laboral como la condición inexorable para revertirla. Ahora bien, esta huelga convive no obstante con una maximización del beneficio para los capitalistas. Así lo muestran otros indicadores recientes, como lo es la caída de la participación de los salarios en el Valor Agregado Bruto de un 4,86% en 2021, mientras que por contrapartida creció un 3,84% la apropiación del excedente de explotación por los capitalistas. Sin hablar, claro, de la transferencia permanente de ingresos que supone la inflación galopante, que acumuló otro 6,7% en marzo y lleva 16,1% solo en lo que va del año.

Pese a que la “reactivación económica” sea cuento de la buena pipa, la tasa de beneficio de los capitalistas crece sobre la base de una superexplotación cada vez mayor de los trabajadores. Esto invierte la cuestión, y desmiente de manera categórica que sea necesaria una reforma laboral para “generar condiciones productivas”, cuando los capitalistas la están levantando en pala a costa de la sobrecarga laboral, jornadas cada vez más extenuantes, salarios cada vez más miserables y condiciones cada vez más precarias de trabajo.

Ante la presión, sin embargo, de las cámaras patronales para avanzar en este sentido, los trabajadores tenemos que ponernos en pie. La huelga de inversiones y productiva que predomina sobre el país es una postal del régimen de saqueo que nos gobierna, que multiplica en su andar el hambre, la miseria y la licuación salarial. Rechazar que la salida sea el acatamiento de las demandas patronales y una liquidación sin precedentes de nuestras condiciones de vida es entonces la pelea por una salida propia de los trabajadores, que ponga en marcha al país organizando la producción en beneficio de las necesidades de la población laboriosa.