Políticas

7/7/2007|896

Cambia, todo cambia

Frente de Izquierda y lucha en todo el país


El MST ha decidido defender su oposición al método de llamar a elecciones internas de la izquierda con un procedimiento parcial pero completamente legítimo.


 


Recuerda que el PO y Altamira criticaron el recurso a las internas en el pasado y que la experiencia demostró, dice el MST, que el PO tenía razón. Según admite el MST ahora, las internas en Izquierda Unida, en 1989, habrían facilitado, como lo había advertido Altamira, la injerencia de fuerzas extrañas a la izquierda en esas internas, lo cual llevó a la consagración de Néstor Vicente (un democristiano que había pasado por varios partidos, justificado la represión de la dictadura y que acabó como funcionario de Ibarra) como candidato a la Presidencia de la Nación por Izquierda Unida, esto en detrimento de Luis Zamora, en aquellos años en el MAS, que quedó relegado a la candidatura a vicepresidente. El Partido Obrero y Altamira deben explicar, entonces, reclama el MST, el por qué de este cambio de opinión.


 


Esta interpelación al Partido Obrero y a Altamira contiene más de lo que aparece en la etiqueta. En primer lugar, porque es la primera vez, en una larga y tormentosísima historia, que la corriente que encarna el MST reconoce el acierto de una crítica del Partido Obrero, sin que importe para el caso que hayan debido transcurrir exactamente dieciséis años. Es algo tan extraordinario que un observador atento a los avatares de la izquierda podría inclinarse a pensar que ha comenzado un idilio. Por nuestro lado, nos conformamos con que sea un signo positivo para formar un frente de izquierda y de los movimientos de lucha de cara a las elecciones de octubre.


 


La otra cuestión es, ¿por qué si se equivocó la primera vez, aceptando una interna, no podría estar equivocándose el MST de nuevo, ahora rechazándola?


 


Es importante recordar que, en aquellos años, el MAS no solamente convalidaba una metodología que ahora denuncia como fraudulenta, sino que repudiaba otra metodología que era netamente revolucionaria. En 1985, el MAS desconoció una asamblea de mayoría obrera, en la seccional Uocra de Neuquén, en la cual había participado el propio MAS, luego de que la asamblea hubiera resuelto apoyar el Frente MAS-PO (ya inscripto en la Justicia Electoral), luego de una larga y fogosa deliberación, y rechazar el Frente del Pueblo (MAS-PC), que se había formado a las apuradas para invalidar al primero.


 


Somos de la firme opinión de que el reconocimiento del error de haber repudiado las decisiones de una de las asambleas obreras y de izquierda más importantes de los últimos treinta años sería mucho más importante que quejarse ahora por los perjuicios que le habría ocasionado al MAS la interna con el PC en 1989.


 


Porque, en definitiva: ¿cuál sería la crítica principal, de parte de los revolucionarios, a una interna o a cualquier forma de elección, sino que en ellas el pueblo no participa activamente, que no delibera, o que debe optar en lugar de participar en la elaboración de las opciones? El voto sin deliberación no es democracia. Pues bien, mientras aceptaba alegremente la interna, el MAS, por aquellos años, repudiaba las decisiones de asambleas que había convocado juntamente con el Partido Obrero y con el cuerpo de delegados del sindicato más combativo de ese entonces —la Uocra de Neuquén.


 


Vamos por orden


 


De todos modos, las ventajas y desventajas de las internas no deben hacer creer al lector, ni por un instante, que ése hubiera sido el principal punto de diferenciación con IU en el pasado, ni que lo sea en el presente; repetimos, ni que lo sea en el presente. Las cuestiones de procedimiento pueden llegar a tener una importancia enorme (eso lo sabe cualquiera), pero no por sí mismas.


 


La cuestión principal era el carácter del Frente.


 


IU levantaba como slogan estratégico “la democracia con justicia social”, algo así como “la redistribución de los ingresos” en el marco político del parlamentarismo. Proponía la “suspensión” del pago de la deuda externa (ya lo había hecho Alfonsín, el peruano Alan García y hasta coqueteó con ella el brasileño Sarney, contando en todos los casos con el apoyo de los compañeros del actual MST). En un caso increíble, el programa de IU definía que la función de las fuerzas armadas era cuidar las fronteras de Argentina. En una cláusula controvertida entre el PC y el MAS, se admitía votar por Menem en el caso de que Menem no obtuviera mayoría propia en el Colegio Electoral frente a Angeloz.


 


Como se ve, el asunto no eran las internas en sí mismas. En el marco de un frente democratizante, es decir que no sale del marco del capitalismo ni plantea como estrategia el ataque al capital, la interna se limita, incluso en la más pura de sus versiones, a un arbitraje dentro del mismo campo político. Estaba fresco aún el apoyo del Partido Comunista, incluso después de su congreso de renovación, al “pacto democrático”, que firmó incluso la Ucedé, en ocasión del cuartelazo carapintada de Aldo Rico. Ese pacto le sirvió a Alfonsín para acordar con Rico el ‘punto final’. La categoría de la democracia servía a la defensa del orden capitalista.


 


Llama, sin embargo, la atención que el MST desconozca hoy la enorme movilización que produjeron las elecciones internas de IU, con independencia de su contenido político. Fueron el antecedente más importante de otros dos hechos enormes en aquel período: los actos del 1º de Mayo de 1990 y de 1991, donde el PO participó incluso sin haber sido invitado y, en el acto del '90, sin oradores del PO. Ningún acto posterior a esas fechas adquirió igual o parecida masividad —y en esto incluimos los actos públicos más importantes del movimiento piquetero. Rescatamos ese aspecto de la interna de IU. Si la historia no es un escenario que se manipula para confirmar los propios prejuicios, sino un terreno de aprendizaje que resulta de un compromiso activo con la realidad, es necesario reivindicar que las internas de 1989 sirvieron para movilizar. El mundo cambia, siempre cambia, con independencia de las personas y de los sujetos, pero sólo cambia fun-da-men-tal-men-te cuando el sujeto, por medio del aprendizaje, se convierte en un agente consciente de los cambios.


 


Nuestros problemas de hoy


 


El peligro de una distorsión del frente de izquierda no está presente hoy, o todavía, como consecuencia de una intervención de elementos extraños a ella en una interna. La amenaza de distorsión no viene de la propuesta de internas sino de la propuesta de frente en el cual la izquierda debe hacer de furgón de cola de los Polino, los Rivas, los Mario Cafiero, los Binner o, para no estirar más, de Alicia Castro. La quiebra de la ‘transversalidad’, primero, y los acuerdos radical-socialistas, más tarde, han dejado boyando a un conjunto de políticos sin votos, sin un rol en la organización de las masas, todos obligados a renovar su mandato, a los que algunos partidos de izquierda, quieren poner a la cabeza en el simulacro de un ‘frente amplio’. El PCR, incluso, estaría dispuesto a cambiar su abstencionismo por el concurrencismo electoral, si los candidatos que van al frente representan a las viudas del PJ, el Frepaso o la Alianza. Da la impresión de que se quiere hacer pagar a la izquierda el fracaso de los Encuentros centroizquierdistas.


 


Pero: ¿cuál es la ventaja que obtendrían los obreros, los piqueteros, los sin tierra y los sin techo, de colocar, con su voto, en el Parlamento burgués y patronal a uno de los variados y a veces contradictorios representantes de esa misma clase social? Después de todo, la burguesía solamente necesita un Parlamento para que los políticos organizados en tendencias concilien las diferencias y las contradicciones que son estructurales a la clase capitalista. Como es muy ingrato convertirse en fiscal de otra persona, concedemos que cualquier político que emigre de los partidos patronales tradicionales participe de un frente de izquierda como un soldado más, incluso como un suboficial, pero nunca como generalísimo. Así como Vicente se hizo ibarrista, Solanas, un viejo pollo de los que quieren esa clase de candidatos, es hoy un activo kirchnerista. ¡Ese método del candidato providencial está re-gastado! Los candidatos a entrar al Congreso, las Legislaturas y Concejos Deliberantes, ¡por un Frente de Izquierda!, deben ser representantes reconocidos de las organizaciones obreras y sociales en lucha.


 


La amenaza de una distorsión de un frente de izquierda no viene de las internas sino de la falta de ellas, más precisamente, internas organizadas sobre la base de numerosas asambleas organizadas constructivamente por el conjunto de los partidos de izquierda y los luchadores. La larga decena de Asambleas Nacionales de Trabajadores Ocupados y Desocupados, que se vienen realizando desde junio de 2001, demuestra que se puede.


 


La cuestión política central


 


La cuestión es: ¿desde qué campo político y social se puede polarizar, con un contenido progresista, contra un gobierno que se presenta ante el país con los ropajes nacionalistas burgueses (ha dicho que quiere ‘reconstruir la burguesía nacional)? Obviamente, sólo encarnando una alternativa de izquierda, o sea obrera y socialista. ¿Pero no fue, precisamente, Mario Cafiero (y lo repite todo el tiempo, por ejemplo, también la CTA o Jorge Rivas) quien dijo: “Nosotros no caemos en la discusión de oposición u oficialismo, sino que planteamos la discusión de los temas. Hay cosas que el gobierno ha hecho bien y hay cosas que ha hecho mal” (Rosario/12, 28/11)?


 


Ni el frente ni la unidad son fines en sí mismos, deben servir a un objetivo político, ser su rueda auxiliar. El kirchnerismo pretende ‘plebiscitarse’ en las elecciones de octubre como representante del ‘movimiento nacional’, que integra y coopta a los trabajadores para ponerlos al servicio de la reconstrucción del capital en bancarrota. El frente que debe oponerse a este intento plebiscitario debe servir para delimitar a la clase obrera y a los explotados en general del nacionalismo burgués; desarrollar la independencia política de la clase obrera; presentar a la izquierda como la alternativa política de los trabajadores frente a la burguesía. Sustituir este planteo político por combinaciones electorales episódicas engendra a los Vicente, Solanas, Chachos Alvarez, Ibarras… El eje del planteo del PO no son las internas sino este planteo de conjunto; las internas deben servir para viabilizarlo.


 


Armar un método en común


 


La propuesta de internas, nadie puede ignorarlo, está inspirada también para superar el faccionalismo que ha caracterizado los intentos de hacer un frente. ¿O alguien olvidó que IU vetó nuestra propuesta de Walsh-Altamira para las pasadas elecciones presidenciales y, cuando Altamira ‘se bajó', vetó la de Walsh-Ramal? Cualquiera entiende que no se puede hacer un frente si IU quiere digitar a los candidatos por el PO o simplemente ponerlo como ‘convidado de piedra’. Una interna es, en este caso, mejor que un veto. Criticar la interna, como hace el MST, como alternativa al veto sería como denunciar a las elecciones ‘burguesas’ frente a una dictadura militar. Los planteos deben juzgarse relativamente al contexto. Cambia, todo cambia.


 


La posición del PO no es, de ningún modo, ultimatista; desmentiría nuestro propósito de armar un frente. Aún estamos esperando contrapropuestas constructivas; las internas no son un planteo de principios sino una cuestión práctica; uno, para movilizar, junto a la realización de asambleas; segundo, para superar el faccionalismo por medio de un arbitraje democrático. El mejor aporte, debemos decirlo, lo hemos recibido hasta ahora de un compañero de Hurlingham del PO, que propone, en este número de Prensa Obrera, que toda la izquierda salga a empadronar trabajadores, para asegurar de este modo el mejor contenido de clase de las internas.


 


En función de todo esto, proponemos:


 


1) definir, definitivamente, el contorno del frente y poner esa definición por escrito; o sea que debe ser un frente de izquierda, no un frente al servicio de los emigrados políticos del PJ y de la Alianza.


 


2) Establecer el eje programático de la campaña electoral.


 


3) Elaborar un método para determinar los candidatos. El PO propone las internas, asambleas y, ahora, una campaña de empadronamiento. También proponemos determinar cómo se organizan y cómo se interpretan los resultados para asignar candidaturas. Aceptamos dentro de este concepto las reiteradas propuestas del MST de que los cargos parlamentarios roten entre las organizaciones del frente.


 


4) Sugerimos extender la participación parlamentaria eventual a los despachos legislativos, o sea equipos de asesores de los legisladores de carácter frentista.


 


5) Proponemos que las internas se hagan, por razones de organización y premura, por lo menos en la Ciudad de Buenos Aires, lo que servirá para impulsar el frente en todo el país.


 


Una piedra en el zapato


 


Incluso si adoptara alguna metodología constructiva que excluyera las internas, el Frente deberá organizar elecciones internas en todas las provincias, debido al problema que plantea la ley de elecciones internas y simultáneas establecidas para el 7 de agosto. En esa fecha el peronismo ejercerá una presión brutal en las barriadas para llevar gente a votar a sus internas. Para militar en contra de este apriete sería conveniente que el frente de izquierda y luchadores organizara sus propias elecciones internas, incluso si hubiera una lista única de todos nosotros. Para tener éxito en este propósito deberíamos salir a empadronar. La lucha política concreta, que se desarrolla objetivamente, con independencia de la especulación de éste o del otro, nos obliga a encarar un método de movilización electoral-político.


 


En definitiva, con perdón de la palabra, si queremos un frente, todos los caminos conducen a Roma. Sólo un frente podrá cohesionar a las fuerzas que están luchando en todo el país, ocupando edificios, empresas, hospitales y plazas; afrontando la represión, incluida la cárcel. El premio para este desafío es terminar con la influencia del nacionalismo burgués, cada vez más decadente y descompuesto, y poner en pie una alternativa de masas de carácter obrero y socialista.