Políticas

3/12/2014|1343

Camino de sirga: La descontaminación de los especuladores inmobiliarios


El pasado jueves, la Legislatura porteña votó por unanimidad una ley que destina terrenos de Parque Patricios, Barracas, La Boca y Pompeya para el millar de familias que viven a orillas del Riachuelo, en el extremo de la Villa 21-24. La relocalización de ese barrio es el resultado de los fallos judiciales sobre el Riachuelo: la Justicia dispuso la apertura de un límite -“camino de sirga”- de 35 metros desde el río, en torno del cual, y por razones contaminantes, no pueden haber viviendas ni industrias. Los estudios sanitarios indicaron elevados niveles de intoxicación y otros trastornos en la población que vive allí.


La asignación de tierras para estas familias dentro de la propia Comuna 4 es una conquista de los vecinos afectados, que reclamaron ser trasladados dentro de la zona donde desenvuelven sus vidas. No ocurrió así con las primeras relocalizaciones, que llevaron a los vecinos al límite de la General Paz. Los diputados de los principales bloques, que viven postergando todas las demandas de vivienda popular, se congratularon por esta votación. Según ellos, la ley facilitará el tendido del camino de sirga y, al mismo tiempo, saldará una ‘deuda social´ con los vecinos afectados.


Lo cierto es que lo primero está mucho más cerca de lo segundo.


El otorgamiento de las tierras no establece plazos para la construcción de las viviendas, y mucho menos sus características constructivas. “Las viviendas que hicieron para los que trasladaron a Castañares y General Paz son una vergüenza”, nos relataba uno de los vecinos que espera ser relocalizado. Para los dos gobiernos, importa la celeridad del desalojo y no las condiciones de vida de quienes aspiran a una vivienda definitiva.


Mientras tanto, la “autoridad de cuenca” -y los intereses inmobiliarios que acechan en su torno- se frotan las manos con el ´camino de sirga´, y aceleran las tareas de descontaminación. “Durante veinticinco años, aguantamos los malos olores y la toxicidad. Nosotros nos vamos… cuando el río está mejor”, nos relata otro vecino, cuya casa topa con el ´camino de sirga´. Los Macri y los Kirchner se proponen un Riachuelo sin olores. Pero si lo logran, su destino será la continuidad del eje inmobiliario y comercial que sube desde Puerto Madero, La Boca y Barracas.


A la luz de lo anterior, es claro que la relocalización de las familias del Riachuelo no ha sido motorizada por la contaminación del río, que estos vecinos soportaron durante décadas. A los gobiernos los mueve la voracidad de tierras, y la “puesta en valor” del Riachuelo. Por eso, le hemos planteado a lovivienda vecinos afectados la necesidad de encarar la nueva etapa de su lucha con un programa: es necesario que exijamos que se pongan fecha y plazos ciertos a las viviendas nuevas; que el plan de construcción de las mismas pueda ser debatido y controlado por los delegados del “camino de sirga”, no queremos viviendas de cartón. A su vez, la cuestión del Riachuelo pone en el tapete al destino de la Villa 21-24 en su conjunto. Si la descontaminación sirve a los especuladores inmobiliarios, la reorganización de las tierras lindantes al Riachuelo reforzará una política expulsiva. Es necesario unir la lucha del camino de sirga a un planteo integral de urbanización de la Villa, a partir de un censo y un plan debatido por delegados electos, que contemple la conversión y preservación de la futura costa del Riachuelo como espacio público y paseo popular.