En las calles céntricas del distrito se repite una escena a pesar de la cuarentena: largas colas de vecinos y trabajadores que tratan de cobrar sus salarios y jubilaciones en cajeros colapsados. La falta de las medidas necesarias para que los bancos se encuentren abastecidos, responsabilidad de los banqueros y el estado, provoca una situación que pone en riesgo la salud de amplias franjas de la población. No sólo la concentración, que en algunos bancos llega a ser de una cuadra de fila, sino que los vecinos se quedan esperando durante horas la reposición del dinero cuando este se agota.

Esta situación se torna más crítica en las sucursales del banco Supervielle, donde son depositados los haberes de la mayor parte de los jubilados. La desidia patronal y estatal obliga a que decenas de personas del grupo de mayor riesgo ante la pandemia deban exponerse durante horas a la posibilidad de contagio. Una vez más se verifica la falta de una política que apunte a tomar todas las medidas necesarias para cuidar la salud de la población.

La bronca de vecinos y jubilados produjo una primera acción de lucha, durante horas cortaron la Avenida 25 de mayo en reclamo de la reposición de dinero en los cajeros. La policía intentó intimidar a quienes reclamaban, pero no logró impedir el corte.

La combinación de la escasez de dinero de aquellos que cobran algún salario o jubilación, con la parálisis económica que afecta a los trabajadores precarizados y el principio de escasez que se verifica en algunos productos básicos, como verduras o lácteos, en negocios del distrito hacen más necesaria que nunca la deliberación e intervención popular.

Se hace necesario que los vecinos, jubilados y trabajadores del distrito se organicen y luchen por este reclamo así como por el conjunto de las medidas necesarias (cese de todas las tareas innecesarias, más presupuesto para la salud pública) para hacer frente a la pandemia.