Políticas

13/3/2003|792

Capital: Votar al Partido Obrero

Contra los partidos y candidatos de "alquiler"

La pretensión de focalizar las elecciones porteñas entre dos “figuras” – Ibarra y Macri – apenas disimula el dato esencial de este proceso electoral: la fantástica disgregación de los dos partidos históricos del distrito, el justicialismo y la Ucr. La huída de Daniel Scioli puso de manifiesto el desbande que impera en el Pj, ya con escasas posibilidades de rearmar otra candidatura en la Ciudad. Ibarra ha venido realizando reuniones con diferentes “partidos devaluados” (sic) de la Ciudad, entre los que se encuentran el propio justicialismo, que, en paralelo, oferta también su personería… para Macri. Otro “devaluado” del distrito es la Ucr. Finalmente, el “devaluado N° 1” de esta historia es el propio Ibarra, que pasó de un bloque de cuarenta y dos diputados a sólo cuatro “propios”, en la Legislatura.

 

En estas condiciones, el principal apoyo al que aspira Ibarra proviene de Duhalde y Kirchner. El arco de negocios de la clique de la Ciudad ha sido construido en común con este sector justicialista. En primer lugar, la renegociación leonina de la deuda externa de la Ciudad: la comitiva porteña que concurrió a la asamblea de los acreedores de estos títulos – realizada en Londres hace quince días – se integró con “los diputados Constanzo (Ucr), Argüello (duhaldista) y Olivieri (kirchnerista)” (El Cronista, 21/2). La segunda pata del pacto Ibarra-Duhalde es el fabuloso negociado con tierras públicas para traspasar todo la ribera Este de la ciudad a la Corporación Puerto Madero. El “triángulo” de negociados se completa con dos grandes concesiones a la patria contratista: la “reformulación” de los contratos con los concesionarios del sistema de multas fotográficas – que plantea su duplicación e indexación sistemática – y la futura licitación del mayor contrato privado de la Ciudad, el de la recolección de residuos.

 

El “eje” Ibarra-Kirchner, pretendidamente progresista, apenas disimula a una junta de negocios privados, pivoteados por los comisionistas de la deuda pública, los monopolios inmobiliarios y la patria contratista.

 

 

 

Macri

 

La postulación de un capitalista para “gerenciar” la Ciudad es, también, una expresión del vaciamiento completo de los partidos patronales. Macri se representa a sí mismo para quedarse con uno de los botines más grandes de la Argentina para zafar de su propia bancarrota. Macri acaba de “defaultear” al Correo Argentino, y ambiciona resarcirse de ello con otras concesiones jugosas. En primer lugar, quiere recuperar un lugar en la concesión de la basura en la Ciudad, que perdió hace años a favor de Roggio y Pescarmona. Detrás de este propósito, Macri ha alquilado algunos partidos y “pedazos” del radicalismo y del justicialismo porteños.

 

 

 

La crisis en la Ciudad y nuestra política

 

Al convocar a las elecciones apenas tres semanas después del ballotage nacional, Ibarra ha pretendido “colgarse” del proceso político nacional. Sin embargo, para pronunciarse abiertamente por Kirchner, Ibarra “prefiere esperar hasta la instancia de un eventual ballotage” (Clarín, 6/3).

 

Ibarra no es “el frente variopinto que saldrá a defender lo público frente al gerente privatista” – como dice Néstor Vicente en Página/12 del 6/2 – sino la representación de los intereses capitalistas que se han apoderado del presupuesto porteño desde 1999.

 

Pero el pueblo de la ciudad, en esta última etapa ha recorrido una extraordinaria experiencia. Buenos Aires es la ciudad que pasó de 150.000 a 250.000 desocupados, la ciudad de los desalojos masivos y la superexplotación laboral. Es también la ciudad de los ahorristas y deudores confiscados, de los vecinos inundados, de los agraviados por el gatillo fácil, de los impuestazos abusivos, de los hospitales desmantelados y las escuelas degradadas. Como consecuencia de todo ello, Buenos Aires fue y es, por sobre todas las cosas, la capital del “Argentinazo”.

 

Ni partidos ni candidatos de alquiler: Partido Obrero. Por una Asamblea Constituyente, por un gobierno de los trabajadores.