Políticas

11/3/2004|841

Capituló y tampoco cerró la crisis

Nunca estuvo en duda que Kirchner pagaría al Fondo Monetario Internacional, con independencia de las condiciones que tuviera que aceptar. Así se lo había asegurado, textualmente, al norteamericano Bush en la reciente reunión en Monterrey, México. Hace sólo tres semanas, además, ante algunas señales de crisis financiera, Kirchner reunió en Olivos a la cúpula patronal (Pagani, Werthein, Techint) para rechazar cualquier posibilidad de que no fuera a pagar los 3.100 millones de dólares que vencían el 9 de marzo.


No romper el chanchito


Pero el FMI tampoco tenía la menor intención de llevar a la Argentina a un nuevo ‘default’. La razón es muy sencilla: Argentina es hoy una gallina de huevos de oro para el capital internacional. Con salarios que valen un 60% menos en dólares y un 40% menos en poder adquisitivo, la tasa de explotación del obrero argentino ha crecido en forma extraordinaria, en un tiempo muy breve. El beneficio para el capital instalado en el país es enorme y en particular para el ligado a la exportación. Las petroleras, las mineras, las aceiteras y las agroexportadoras, en general, están obteniendo ganancias sin precedentes. La cotización de acciones en la Bolsa, por su lado, ha crecido un ciento por ciento en doce meses; los títulos de la deuda nueva, que forman el capital de los bancos, se encuentran ya en un 70% del valor de lámina. Incluso la deuda impaga o en default se cotiza muy bien –un 30% de su valor nominal, lo que equivale a un reconocimiento de capital de más del 50% (llamado “valor presente”).


¿Por qué querría el FMI destruir está extraordinaria fuente de acumulación de capital? Según las últimas estadísticas, el “ajuste” fiscal realizado por Duhalde y Kirchner fue del 7% del PBI. Esto significa que el Estado se ha apropiado de 10.000 millones de dólares de los contribuyentes y de los asalariados del sector público, para destinarlos al pago de la deuda externa. ¿Por qué el FMI iba a querer ‘moverle el piso’ a un gobierno que ha permitido que salga del país el 80% de las divisas que genera el excedente del comercio exterior?


Una entrega por día


Kirchner y compañía no esperaron al martes para tirar la toalla. Desde hace meses, vienen implementando las exigencias del Fondo. Un ejemplo son los aumentos de las tarifas y la renegociación de los contratos con las privatizadas. En muchos casos, para disimular el costo de estas re-privatizaciones, el gobierno se ha hecho cargo de las inversiones, lo que hizo innecesario aumentar el precio de los servicios. El ejemplo más aberrante de todo esto son los subsidios a los ferrocarriles, que siguen siendo, sin embargo, transporte de carga de ganado y un peligro para los usuarios.


El gobierno designó también al comité de bancos que habrá de monopolizar la negociación de la deuda con el exterior, lo cual es, por sí mismo, un síntoma de que cedía a las exigencias internacionales. En el acuerdo, que llevó al pago del martes pasado, el gobierno se comprometió definitivamente a designar a Nueva York y a Londres como las sedes judiciales para dirimir los litigios de la deuda que sea renegociada. Si algo faltaba para conseguir el acuerdo del Fondo, Lavagna le dijo hace una semana al Financial Times que la quita del 75% no debía ser interpretada sobre el valor nominal de la deuda. Este recule acerca la posición argentina al planteo que ya hiciera Bush en Monterrey de cerrar en torno a una quita del 50%. A partir de estas entregadas, Kirchner se ha comprometido con la directora interina del FMI, Anne Krueger, a reunirse de inmediato con el “Comité de Bonistas” y a llegar a un acuerdo definitivo en junio. Kirchner y Lavagna han firmado una nueva “carta de intenciones” con el FMI sin esperar el vencimiento de la que estaba en vigencia. Estamos frente a un giro de 180 grados y no solamente ante un matiz en la entrega.


Pero el gobierno no se ha limitado simplemente a seguir, desde el comienzo, una línea de capitulación. La reiteración de la disputa con los ‘bonistas’ del exterior apuntaba a distraer a la opinión pública del hecho de que el gobierno pagaba regularmente la deuda nueva, por compensación a los bancos, los préstamos garantizados de la época de Cavallo y la deuda con las instituciones internacionales. El gobierno no ‘resistía’ a los bonistas para defender el ‘crecimiento’, como estúpidamente repetían los intelectuales nacionales y populares, sino para pagar la deuda reconocida. Esta deuda forma parte del capital de los bancos de la “causa nacional” (Asociación de Bancos Argentinos) y también de los de la ‘causa extranjera’, como el Citi, el Francés, el Santander, etc. Había una disputa por el destino de la renta fiscal entre la banca instalada en la Argentina y los ‘bonistas’ que fueron estafados por la banca internacional en las vísperas de la bancarrota del 2001. En la disputa entran también los exportadores, que pretenden que se destine ganancia fiscal a la eliminación de los impuestos a las exportaciones y, de nuevo, los bancos, que piden la eliminación del impuesto al cheque.


Buitres son todos


La disputa oculta una lucha entre monopolios capitalistas, no forma parte de la defensa de los intereses de las mayorías nacionales. Estas tienen los salarios congelados a la mitad de su nivel bajo el menemismo o viven con un ‘plan’, del cirujeo o simplemente se ajustan mediante la desnutrición.


Esta lucha entre buitres capitalistas ha adquirido una virulencia especial a partir de dos factores. El principal es, casi seguramente, el hecho de que una mafia capitalista ha conseguido acaparar la representación de los llamados ‘bonistas’ y pretende con esto obtener no solamente suculentas comisiones. El “Comité de Bonistas” que ha logrado obtener el apoyo del FMI es operado por lobbys financieros que impulsaron en el 2001 la declaración del default. Entre sus cabecillas se encuentra Larry Summers, nada menos que el subsecretario del Tesoro de EE.UU. bajo el gobierno de Clinton. Summers representa en realidad al Citibank, que de este modo se coloca de los dos lados de la mesa. Con el concurso de los llamados ‘fondos buitres’ (que compran deuda impaga para revenderla a mayor valor), de los “fondos de cobertura” (que hacen lo mismo para garantizar otras operaciones financieras) y del Citibank, el “Comité de Bonistas” ha logrado impedir que los bonistas se deshagan de la deuda argentina a precio de remate o interviene comprando en el caso de que alguien quisiera malvender esos títulos. Manteniendo artificialmente alta la deuda impaga, estos monopolios financieros acorralan al cobarde gobierno argentino y lo fuerzan a elevar el precio de la oferta de pago. Como consecuencia de la especulación montada sobre la deuda impaga, el capital financiero busca lucrar en todas las mesas: en el cobro de la deuda nueva que se paga religiosamente y en el de la impaga también.


El segundo factor es la crisis política que aqueja a varios gobiernos, en especial Alemania, Italia y Japón, por la circunstancia de que el default argentino se suma al default declarado por las empresas de sus países que han ido a la quiebra, lo cual también ha dejado un tendal de perjuicios entre sus bonistas. Son los casos de Parmalat y Cirio, o la crisis bancaria inminente en Alemania o la situación de los bonistas ante la deflación en Japón. Como los bancos de esos países vendieron los bonos a sus clientes cuando ya sabían que esas empresas (o Argentina) irían a la quiebra, ha quedado al desnudo una estafa perpetrada por los banqueros que ha complicado a los gobiernos respectivos. Estos gobiernos quieren zafar obligando a Argentina a pagar lo máximo posible y más también. Kirchner y Bielsa han fracasado miserablemente en la tentativa de armar algún comité bonista rival, por la simple razón de que se han acobardado para denunciar la conspiración financiera que ha montado el “Comité” reconocido por el FMI.


La batuta de Bush


Al ‘arreglo’ del martes se llegó como consecuencia de la mediación del gobierno de Bush, que pone el asunto en un marco más amplio. Por eso no es para nada casual que, a principios de marzo, Kirchner diera el okay para enviar tropas argentinas a Haití. Bush logra de este modo no solamente meter en el carril a Kirchner sino también a las burguesías europeas –lo que se dice matar dos pájaron de un tiro. La operación en Haití no debería ser subestimada, porque tiene lugar en el marco de la conspiración contra Chávez y de nuevas crisis en, por ejemplo, Ecuador, Perú y Bolivia. Al acentuar el sometimiento político y militar de Argentina (Lula también manda tropas), Bush consigue mucho más que cobrar una deuda: consigue reforzar las condiciones de dominación política imperialista que le permitirán cobrar todas las deudas, las habidas y las por haber.


La capitulación de K ha desenmascarado la patraña de la ‘causa nacional’. Convierte a los partidarios nac. y pop. del gobierno en simples arribistas (a esto lo llaman “construir poder”). Para acentuar la humillación de la entrega, el Fondo recién considerará la revisión del acuerdo con Argentina dentro de tres semanas, sin importarle que antes de esto Argentina deberá gatillar otros 300 millones de dólares, de nuevo al FMI. ¿Quiere decir, de acuerdo a todo esto, que nunca existió un ‘plan B’, que todos los diarios dieron como un hecho en el caso de crisis? Nada de esto. El ‘plan B’ es lo que Kirchner pondrá en marcha a partir de ahora, porque la crisis la crea la capitulación ante el Fondo. El gobierno no tiene cómo cumplir con las exigencias que le han impuesto sin apelar a mayores ‘ajustes’; ‘ajustes’ de salarios, de gastos y de inversiones públicas, para hacer frente a una mayor exigencia fiscal.


Tendremos crisis financiera y política


¿Cómo sigue la historia después de esta nueva capitulación? La pretensión de reconocer una deuda exterior mayor y seguir pagando la deuda nueva y a los organismos internacionales, plantea una nueva crisis financiera. Ocurre que el gobierno ya estaba obligado desde antes a refinanciar el pago de la deuda nueva debido a que el actual superávit fiscal no es suficiente para hacerle frente; un mayor compromiso financiero significa simplemente marchar hacia una nueva bancarrota (los compromisos financieros, en 2005, son de 18.000 millones de pesos, seis mil más que los 12.000 millones de superávit fiscal). ¡El gobierno ya prevé sacar más plata de las Afjp! Es decir que la capitulación no cierra la crisis; por el contrario, esa crisis tiene ahora un diseño concreto y visible.


Pero el desenmascaramiento político del gobierno y el ensombrecimiento del horizonte financiero ocurren cuando se ha puesto en marcha un movimiento de lucha salarial que no admite que los trabajadores vean reducido su nivel, no de vida, sino de civilización. Es decir que la perspectiva de crisis financiera encierra con ella la de una crisis política. Los diarios no se han cansado de exponer las diferencias que existen entre Lavagna y Kirchner en este asunto de la negociación externa y entre el duhaldismo y el kirchnerismo en un plano más general. Si Kirchner se hubiera retobado con el FMI, el martes pasado, es seguro que Lavagna se iba; si, por el contrario, el manejo de Lavagna coloca al gobierno en un enfrentamiento con los trabajadores, sin por ello ofrecer una salida a la impasse financiera, es probable que el Presidente se deshaga del ministro y que esto desmembre la coalición de gobierno con el peronismo bonaerense. Los ruidos de crisis se sienten todos los días en la provincia de Buenos Aires.


Este es el panorama político que ha dejado planteado el desenlace de la última riña con el FMI.