Políticas

21/5/2009|1084

Cárceles: Zona liberada

Un reciente informe publicado por el diario Crítica (10/5) pone de manifiesto lo que el gobierno y los candidatos de la oposición se esfuerzan por ocultar: el Estado organiza la delincuencia.

La nota transcribe varias denuncias de detenidos. Por ejemplo, uno de ellos asegura que, a fines de diciembre de 2008, desde la cúpula del penal donde se encuentra, le pidieron a él y a sus compañeros de celda que “le diéramos un par de puñaladas” a otro interno y a su mujer porque estaban “molestando” con el Comité de la Tortura. “Nos dijeron que si se nos iba la mano, no habría problemas”.

La esposa de otro detenido declaró ante el ministerio público que “agentes del Servicio Penitenciario bonaerense presionaban a su marido, detenido en la U47, para que asesinara a otros internos a cambio de ciertos favores: drogas para consumir y vender, zonas liberadas y visitas a gusto”.

El intercambio de armas (arpones y facas), drogas, visitas, celulares, alcohol a cambio de  plata o servicios para los “ratis” son un fenómeno cotidiano. El servicio penitenciario tiene montado todo un esquema de “salidas” de internos para robar “a cuenta” del mismo servicio penitenciario.

Existe un verdadero “mercado interno” en la cárcel, en el que se negocia de todo, desde comida y ropa hasta derecho a visitas de familiares o amigos, que es alentado y controlado por la cana, la cual por supuesto se lleva la parte del león.

El servicio penitenciario regula la “movilidad social interna” entre los presos (en la cárcel, cualquier pequeño privilegio es un tesoro), y ha formado una casta adicta, que realiza la mayor parte del trabajo sucio.

¡La inseguridad viene de arriba!

Las miserias a las cuales son sometidos los detenidos son conocidas por todos: hacinamiento, hambre, enfermedades, degradación. La descomposición del capitalismo agrava esta situación todos los días.

El informe anual del CELS sobre 2008 recientemente publicado (Página/12, 7/5) asegura que en la provincia de Buenos Aires, con 27.614 personas privadas de su libertad, el sistema está excedido en por lo menos 10 mil personas respecto de las plazas disponibles.

Dentro de los establecimientos penitenciarios, la tortura, las “requisas”, las golpizas y todo tipo de violación a los “derechos humanos” está institucionalizada.

La cárcel es un ámbito de destrucción para quienes son encerrados. Vejados, los detenidos son carne de cañón del Estado y de su “política de seguridad”.

Pablo (UJS Derecho-UBA)