Políticas

29/3/2012|1216

Carne barata “para nadie”, desempleo “para todos”

Los trabajadores de la industria de la carne están sufriendo una enorme ofensiva de las patronales. Bajo el kirchnerismo se han perdido aproximadamente 13 mil puestos de trabajo -con la enorme complicidad de la burocracia del gremio, que coincide con los lineamientos de Guillermo Moreno y Cristina Kirchner.


Ahora la crisis se profundiza, porque grandes pulpos de la carne están en un plan de abandonar definitivamente el mercado argentino, después de haber exprimido al máximo la llamada Cuota Hilton (cortes especiales para la exportación).


El poderoso grupo brasilero J.B.S. (Swift) cerró la planta de Venado Tuerto y dejó a 500 obreros en la calle. La patronal brasileña ya ha cerrado cinco de sus seis mataderos en Argentina. Sólo dejó el inmenso Swift de Rosario, que cuenta con más de 6 mil personas y hoy funciona con la mitad de trabajadores.


Más de 150 patronales, con promedio entre 150 y 200 trabajadores, han entrado en una enorme crisis que, por entero, la están pagando los obreros de la Carne. Estas patronales trabajan los periodos en los que funciona la llamada Cuota Hilton, luego pasan a los trabajadores a la garantía horaria y realizan despidos, con la amenaza de cerrar los establecimientos para que el gobierno les otorgue los Repro – con los que (cuando se los otorgan), una parte de trabajadores subsiste con salarios que ni llegan a los 2.000 pesos mensuales. Con este mecanismo extorsivo se ha producido un abandono masivo de obreros de la industria de la carne.


La llamada “crisis de la carne” viene desde hace varios años atrás, pero su pico más alto se da bajo el gobierno kirchnerista. En números tiene tres razones: 1) hay menos oferta; 2) hay menos consumo, y 3) se realizan menos exportaciones anuales. El corazón de la crisis es el boom de la soja y la derivación de tierras para su cultivo, lo que ha desplazado a la ganadería a los niveles más bajos de la historia argentina.


Por un lado, la escalada prohibitiva de los precios -en la que algunos cortes están más caros que en Europa- ha provocando una fuerte caída en el consumo de carne. Por el otro, el desarrollo de la crisis capitalista está provocando una caída en la exportación de carne a Europa, por el menor consumo y porque el gobierno pone algunas trabas a la exportación para aminorar la crisis en el mercado interno. El derrumbe de la política oficial en materia de carnes ha creado una situación sin salida.


La política de Moreno “bajada a tierra”


-La política del gobierno nacional para las crisis con los frigoríficos ha entrado en bancarrota, porque su implementación es imposible. Los acuerdos en materia de reactivación de plantas cerradas, y a los que se llegó recientemente con la burocracia de Fantini, llevan directamente a un callejón sin salida por las siguientes razones:


-La política de “reactivación” de los frigoríficos consiste en la formación de un fondo fiduciario, donde las patronales en crisis sólo se encargan de proveer una cantidad de animales para faenar (siempre menor a las que antes se carneaban) y los gobiernos provinciales se encargan de la comercialización de esos productos en el mercado interno.


-Esta comercialización es un verdadero jeroglífico para su concreción: 1) se hace a través de la Secretaría de Comercio, que es la única que le puede vender carne a los supermercados adheridos al programa “Canasta básica alimentaria”, al que las grandes líneas de supermercados rehúyen o piden antes todo tipo prebendas para adherirse; 2) los supermercados que adhiriesen a este plan deben adecuar sus góndolas a los cortes incluidos en el rubro “Productos cárnicos para todos”, lo que debe tener -además- un control de la propia Secretaría (que no hay) para su cumplimiento. En los supermercados “adheridos” ese sector se encuentra vacío, pues entra en competencia dentro del propio supermercado con sus otros productos cárnicos; 3) la Secretaría, además, es la encargada de colocar el resto de los “cortes baratos” en comedores escolares, pero los gobiernos provinciales no tienen los medios suficientes para hacer un adecuado reparto de esos cortes; 4) la carne barata realmente llega a los servicios penitenciarios federales -donde, por supuesto, no existe ningún tipo de control; 5) los frigoríficos adheridos, además, deben hacer expendios de cortes baratos en sus propias instalaciones, las que sin control del Estado no se abren. Los frigoríficos no cumplen con los precios establecidos, ya que actúan como una carnicería común, sin intermediarios ampliando su negocio.


Todo este inmenso procedimiento burocrático ha concluido en un gran cero. Su implementación por parte del Estado ha producido un encarecimiento inmenso y ha transformado la consigna “carne para todos” en “carne barata para nadie”.


Esta implementación a través de Moreno de los cortes baratos ya ha sido cínicamente firmada por gobernadores oficialistas y opositores. Acuerdos de este tipo están siendo impulsados por Capitanich, Bonfati y Scioli -a pesar de saber que no podrán garantizar la reactivación por no poder implementar la venta. De esta manera, se hunden en la desocupación miles de familias obreras.


La burocracia sindical de la carne, cómplice del derrumbe


Hay frigoríficos ocupados por obreros cansados de la “calesi ta” que promete que “vendría la reactivación, en Santa Fe, en el Chaco y en la provincia de Buenos Aires”. Todas las ocupaciones son, además, contra la dirección del gremio, una burocracia abiertamente cómplice de esta política de demolición a los trabajadores. El propio Fantini admite que “el gremio le planteó al funcionario que unos 5.000 empleados de la industria están en peligro de perder su fuente de trabajo en la actualidad” y remarcó que, desde 2009 a la fecha, unos 8.000 operarios quedaron en la calle por el cierre de plantas frigoríficas (La Capital de Rosario).


En el colmo del cinismo, los burócratas dan la siguiente explicación a la crisis: “La respuesta que nos dieron es que las cosas salieron mal. Ellos tenían un plan de trabajo, no quieren que se les dispare (el precio de) la carne, que el consumidor argentino no pague la carne más cara y reconocieron que algunos errores han cometido” (Fantini, Urgente 24).


La burocracia de la carne no es sólo cómplice ideológica del gobierno. Ha hecho un negocio del derrumbe de la industria y hoy actúa como lo hacen los burócratas ferroviarios: son comisionistas de matarifes al impulsar, frente a los cierres, cooperativas donde ellos mismos son los proveedores del ganado, librándose de pagar salarios por convenio.


La crisis de la carne y el brutal desempleo requieren medidas de fondo: en primer lugar, nacionalización del comercio exterior bajo control de los trabajadores. La estatización de la planta del Swift de Venado Tuerto y de todo frigorífico que despida, suspenda o cierre, para que funcionen bajo control obrero. El pago del 100 por ciento de los sueldos ante cualquier baja de producción. La garantía horaria -que es una conquista histórica del gremio, la cual era utilizada sólo en los momentos de una baja producción- al transformarse en “endémica” coloca al trabajador por debajo de los salarios de subsistencia. Fuera la burocracia de la carne del gremio.