Políticas

28/6/2016

“Carta Abierta”: el último suspiro

Lo que ha sacado al colectivo Carta Abierta de un piadoso silencio de siete pesados meses, han sido las bolsas voladoras del señor López. Como a un televidente del montón, los ha afectado una escena mediática. Esto explica que hayan decidido trenzarse en una ‘guerra de relatos’, tardíamente, en lugar de hacer un balance crítico del gobierno anterior y del posterior apoyo de la mayoría de sus bancadas y dirigentes sindicales al paquete macrista.


Publicado en https://www.facebook.com/jorge.altamira.ok/posts/582235521957313



 


No deja de ser significativo que un colectivo de intelectuales que le adjudica a la izquierda revolucionaria un carácter “testimonial”, publique la 21 versión de su credo bajo un encabezado que reza: “Dar testimonio”. Sólo le faltaba agregar “urbi et orbi”. Se trata de una justificación de hechos consumados, como lo ha venido haciendo, a través de textos barrocos, agobiados ahora por la televisación de múltiples episodios de corrupción. Tampoco podría ser de otra manera por parte de personas que gozaron del ejercicio de la función pública en distintas modalidades. Sea como fuere, efectuar un ejercicio testimonial, después de más de una década de gobierno y de siete meses de coalición parlamentaria con el macrismo, describe una descomunal bancarrota, tanto intelectual como política. Esto explica que el testimonio no le dedique siquiera un austero párrafo al Frente Ciudadano que convocara su conductora. Mal podrían haberlo hecho cuando el país es testigo, precisamente, de la desintegración del Frente para la Victoria e incluso del justicialismo, desde el primer día de la gestión ‘neoliberal’ y de ningún modo a partir de las bolsitas de José López.


 


Las bolsitas de López, instrucciones de uso


Lo que ha sacado al colectivo Carta Abierta de un piadoso silencio de siete pesados meses, han sido las bolsas voladoras del señor López. Como a un televidente del montón, los ha afectado una escena mediática. Esto explica que hayan decidido trenzarse en una ‘guerra de relatos’, tardíamente, en lugar de hacer un balance crítico del gobierno anterior y del posterior apoyo de la mayoría de sus bancadas y dirigentes sindicales al paquete macrista.


No los precipitó al ‘ejercicio reflexivo’, el voto del FpV al endeudamiento obsceno de la gobernadora bonaerense y al pago de los fondos buitres y la hipoteca adicional de u$s 8 mil millones, ni el pasaje de una mayoría del armado de los K a la coalición de hecho con el gobierno de los Ceo’s y banqueros. Tampoco los conmovió que esos mismos personajes avalaran el veto de Macri a la ley anti-despidos, a pesar de que contaban con una mayoría calificada en el Senado y podían obtenerla en Diputados. Ahora, esta coalición a la carta de que forman parte una mayoría del FpV y ex kirchneristas con el macrismo, se apresta a votar un blanqueo para los evasores impositivos, luego del Ok a dos candidatos a la Corte, enemigos jurados del derecho al aborto. Carta Abierta habría debido explicar este derrumbe de los K, que se ha producido como un castillo de naipes, en tiempo record, en lugar de esconderse detrás de las bolsas voladoras.


Al pasaje de los gobernadores y un número creciente de legisladores del FpV a la coalición con el macrismo, lo describe, con una demora de siete meses, de esta manera: “Un panorama de pasajes y veloces constricciones, ampara nuevas mayorías en Diputados y Senadores, con el vértigo forzado que le otorgan las almas recientemente catequizadas…”, bla, bla bla. Nosotros, los del PO, denunciamos esta “coalición a la carta” desde diciembre. Las “constricciones” de Carta Abierta dejan afuera la represión que aplican Alicia Kirchner y la fueguina Bertone para defender sus respectivos programas de ajuste. Tampoco incorporan el endeudamiento en serie que están lanzando los gobernadores del FpV. Como testigos de un proceso político que observan desde el limbo, mencionan, apenas de paso “el voto copartícipe (¿?, desconocen el término cómplice), de algunos legisladores (¿?, suficientes para darle mayoría al macrismo) que representaban lo que debía ser la oposición”. Se refieren de este modo al voto del FpV a la creación de la Agencia de privatización de bienes públicos de la Ciudad, olvidando que se trata de una alianza inquebrantable de ocho años en todo lo relativo a la especulación inmobiliaria. El lenguaje encubridor que usa la Carta para estos tránsfugas apenas disimula la intención de un ‘reencuentro nacional y popular’ con ellos en el futuro.


El “panorama de pasajes y veloces contricciones” no tiene nada que ver con “almas catequizadas”. El arreglo con los buitres y la mega-devaluación ya estaba inscripta en el programa de Scioli. Lejos de giros bruscos, la posición de los legisladores fue anunciada con mucha anticipación. Por eso, el Frente de Izquierda llamó a votar en blanco. Esas medidas eran exigidas por la burguesía nacional desde la instalación del ‘cepo’, y fueron adelantadas por la devaluación de Kicillof de enero de 2014. La ‘sintonía fina’ para las tarifas fue planteada una y otra vez por la ex presidenta, por lo menos desde su elección, en 2007, en compañía de Cobos y de los ucedeístas Boudou y Massa. El ‘ajuste’ prometido en ese momento fue interrumpido por el estallido de Lehman Brothers en 2008. La devaluación y la sintonía fracasaron apenas quedó a la vista que provocaría una reacción popular; entonces Kici llevó las tasas de interés por arriba del 30 por ciento. En definitiva, el FpV se ha coaligado con el macrismo en función de una misma estrategia de salida al impasse dejado por los K, y por sobre todo para preservar la gobernabilidad de Cambiemos, que se hubiera pulverizado de no haber arreglado con los buitres, devaluado el peso, eliminado (no por completo) el ‘cepo’ y aplicado el tarifazo.


Si no fueran suficientes los doce años K, cuando los banqueros se la llevaron con pala, la deuda pública aumentó en más de u$s 100.000 millones y se trucó el IPC (Indice de Precios al Consumidor), perjudicando en $ 200.000 millones el FGS (Fondo de Garantía y Sustentabilidad) de la Anses, lo ocurrido en estos siete meses es una prueba contundente del carácter de clase capitalista del peronismo en su conjunto. ¿Cómo se puede sustentar en el tiempo una redistribución de ingresos con semejante sangría financiera? Si el Chino Navarro ha roto con el Frente Kirchnerista, seguramente no debe haber sido por su condición de ‘alma catequizada’, sino por la dependencia del Movimiento Evita de los fondos públicos, que ahora manejan Macri y Vidal.


 


Derrota anunciada


El derrumbe del kirchnerismo no lo han provocado las bolsas del señor López; esas bolsas son una coartada para no pasar revista a las causas de conjunto de ese derrumbe. En 2013, CFK perdió la posibilidad de la re-reelección cuando Massa derrotó a Scioli en la provincia de Buenos Aires, con el respaldo de banqueros y contratistas que habían llenado sus bolsas con el kirchnerismo. Se cayó “el bonapatismo tardío”, que nosotros caracterizamos, de 2011. La candidatura de Scioli a la presidencia fue un tremendo recule de los K. La nueva derrota del bonaerense, esta vez frente a Macri, fue el último clavo del ataúd. El kirchnerismo no fue derrotado “por la desmesura oprobiosa que adquirió este caso”, como dicen los ‘testimoniales’, que en definitiva endilgan al valijero la responsabilidad por una derrumbe político previo. Ese valijero era, además, la “mano derecha de De Vido” – a su vez, “mano derecha” de CFK, junto con Zannini. El FpV no perdió por un punto en el balotaje; perdió veinte puntos entre 2011 y la primera vuelta de 2015. Si esto no es una debalce, ¿cómo llamarla? El viraje de la burguesía nacional kirchnerista hacia la oposición, desde 2011/12, fue respondido, de parte del gobierno de turno, por una adaptación hacia esa presión, en primer lugar con las candidaturas de los Scioli, Insfrán, Gioja, Urtubey, y con la devaluación de 2014, con el impuesto creciente a los salarios, con la autorización a la fuga de capitales por medio del llamado ‘contado con liquidación’ y, al final, con el negociado del dólar futuro. Aníbal Fernández, instrumento activo del fracaso, lleva en la mochila la responsabilidad política por los asesinatos de Kosteki y Santillán y de nuestro compañero Mariano Ferreyra.


Para Carta Abierta, las bolsas del señor López no mitigan las obras públicas del kirchnerismo, presentadas como una suerte de revolución social, como si los sobreprecios y las cometas hubieran sido posibles sin ellas, y como si no hubieran sido concebidas con esa finalidad. La patria contratista ha sido construida, a lo largo de décadas, con la licitación de obras públicas. El macrismo es un descendiente directo de esta burguesía del sobreprecio. Kicillof repitió, más de una vez, que pretendía desarrollar una burguesía desde el Estado -como en Corea del Sur, como si ignorara que allí fue financiada por Estados Unidos y por una feroz explotación social, que sigue en pie. La obra pública K fue desarrollada pagando los salarios más bajos del país, luego de la agricultura: los de la construcción.


Reivindicar este desarrollo de una burguesía nativa, ya altamente cartelizada y con fuertes lazos con el capital internacional y la mayor parte de su capital alojado en paraísos fiscales, en nombre de la defensa de la “existencia colectiva” contra la “expropiación general” -como dice el texto con todo su fárrago- es simplemente un embuste. Las bolsas del señor López fueron acompañadas por los Sueños Compartidos, por Skanska, por la colocación en Suiza de los fondos de Santa Cruz, por la venta a precio vil de los terrenos del Calafate. Fueron acompañadas por el desfalco de Cristóbal López a la Afip, con la complicidad de Echegaray, y con el negocio del juego, difundido hasta la obscenidad. Hasta cierto punto, el kirchnerismo destruyó el sistema de la obra pública al privatizar su realización, en especial con la vivienda, entre sus acólitos ‘sociales’. El desarrollo de una burocracia ‘social’ privilegiada es tan reaccionario como el de la burocracia sindical patrocinada por el Estado.


Las bolsas de López y la corrupción de la que se quiere delimitar Carta Abierta, no pueden ser desligadas de un entramado dirigido fundamentalmente contra la clase obrera. Los negociados del ferrocarril mostraron una mafia de kirchneristas y concesionarios, defendidos a muerte por CFK, que remató en el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra y la masacre de Once. Los ‘cartistas’ ni aluden a esto en su texto. Era un montaje de obreros tercerizados, explotados por empresas de la burocracia sindical, de capitalistas que jugaban con la vida de los usuarios y del conjunto de la Secretaría de Transporte –los Luna y los Schiavi. Carlos Tomada fue luego premiado con una candidatura, lo mismo que ‘Hannibal’, que había supervisado la liberación, por parte de la policía, del escenario en que actuaría la burocracia de Pedraza. La corrupción no es una rueda que se suelta por una falla de gobierno, sino un mecanismo íntimo del engranaje de la acumulación capitalista y el Estado. Ha quedado al desnudo, desde hace tiempo, que la violencia del ataque del gobierno K contra los trabajadores del Hospital Francés, respondía directamente a los intereses de la mafia de los medicamentos, que contaba con el respaldo de Capaccioli y Alberto Fernández.


El blanqueo macrista, que legitima la corrupción capitalista, no es más que una réplica ampliada del que armaron Guillermo Moreno, Kicillof y CFK.


 


El mito del eterno retorno


“Los derechos sociales” que reivindica la marcha peronista, tienen poco que ver con los que reivindica el kirchnerismo. Aquellos tenían que ver con el derecho y la calidad del trabajo; estos con la asistencia en un cuadro de creciente miseria social. Esto pone en evidencia la degradación histórica que ha sufrido el nacionalismo de contenido burgués. La carta habla de “los vientos regresivos de la historia” que tuvieron que enfrentar los gobiernos bolivarianos, pero ni menciona el más prosaico “viento de cola” que le brindaron los precios de la soja, del hierro o del petróleo, que alcanzaron las mayores cotizaciones de las materias primas desde la crisis petrolera del ‘74. Los “términos del intercambio”, casi siempre negativos desde antes de los años ‘50, se habían invertido. La mejora extraordinaria del ingreso nacional, según CFK, “se la llevaron con pala” los banqueros; se pagaron u$s170 mil millones de deuda externa. El chavismo descubre, recién ahora, cuando los precios de exportación se desploman, que Venezuela no superó el rentismo petrolero. Es lo que omite Carta Abierta cuando insiste en que “el kirchnerismo se hizo cargo de un país devastado. También omite que la devastación la habían provocado los futuros K que habían gobernado con Menem, unos, y con De la Rúa, otros, y todos con Cavallo. Tanto Lula como los K se apartaron del FMI cuando la economía reclamaba gastar los dólares que entraban.


Para empeorar las cosas, en pocos días más nos enteraremos que el crecimiento ‘chino’ siquiera fue tal, sino un engaño del IndeK. De acuerdo a un estudio de las universidades de Harvard y Buenos Aires, el PBI de Argentina fue en 2015, un 12.5% inferior al oficial, bien antes de la reciente devaluación, unos u$s80 mil millones menos. El ingreso por persona no era de u$s12.510 sino de u$s7.399; la tasa de pobreza no habría sido del 4.7%, en 2013, como pregonaban ‘Hannibal’ y Moreno, sino de 29.5 por ciento (Folha de Sao Paulo, 28/5). Para consuelo de kirchneristas, digamos que lo mismo acaba de ocurrir en Gran Bretaña, donde el gobierno reconoció que había inflado el PBI en u$s90 mil millones. Como ocurrió en Estados Unidos, hasta la crisis hipotecaria, y luego en Brasil, a partir de 2006, el crecimiento del consumo, también en Argentina, obedeció a un fuerte incremento del crédito personal. El ‘populismo’ que critican los Melconian, redundó en beneficios altísimos para los bancos. El derrumbe del kirchnerismo y la desintegración de su armado político no lo ha provocado el señor López con sus bolsas voladoras, sino las contradicciones insalvables de su propio entramado.


 


La izquierda


Carta Abierta defiende una ilusión: que el fracaso del macrismo devuelva el primer lugar al kirchnerismo. Alude a “la resistencia democrática… (que) resurge continuamente…”, aunque, lamenta, sin que se adviertan los signos de una conducción general efectiva”. Estas piadosas palabras para la ausencia de CFK del escenario político, salvo cuando la convoca Bonadio, son un “testimonio’ de la bancarrota de la dirección política del movimiento que debiera “resurgir”. Para justificar sus ilusiones, la Carta invoca el “lat(ido de) una memoria indemne” en el pueblo argentino, que lo llevaría de nuevo al punto de partida . Es una memoria, sin embargo, plagada de contradicciones, porque no es lo mismo el 17 de Octubre que la capitulación del ‘55 y la Triple A; el cordobazo que la represión peronista del 73/76; Mariano Ferreyra que Pedraza. La finalidad de la Carta se resume en una frase, que ya entró al lugar común de “las zonceras argentinas”: “a la izquierda del kirchnerismo solamente está la pared”. En efecto, el propósito de la Carta no es organizar la lucha contra el macrismo, al cual opone el “testimonio”, sino enfrentar el desarrollo de una izquierda revolucionaria que saque al movimiento popular de la serie estrepitosa de derrotas a que lo condujo el peronismo desde el golpe del ‘55. La lucha por derrotar la tentativa del macrismo y el gobierno debe, por su método y su programa, servir para superar cualquier nuevo recambio capitalista, se valga del nombre que sea. Es seguro que desde la propia izquierda se caracterizará a esta Carta como una suerte de “autocrítica positiva”, cuando es en realidad es el más pobre recurso argumental del que se vale un grupo de intelectuales para que la clase obrera no abandone por completo el pasado.


Horacio González escribió, en diciembre de 2013, ante el avance electoral del Frente de Izquierda ese año, lo siguiente: "Compañeros de la izquierda, felicitaciones, pero no van a conseguir nada si pretenden desarrollarse desde la premisa de la `bancarrota del capitalismo`". La premisa de Carta Abierta y su mentada redistribución de ingresos, tiene como premisa la expansión del capitalismo. ¿Por qué invoca, entonces, “una lucha contra los vientos regresivos de la historia”, que si tienen algún sentido, implican la tendencia a la bancarrota del capitalismo y su reacción de ajustes y miseria social? El Brexit, o sea la tendencia disolvente de la UE, con su secuela de bancarrotas monetarias y bancarias, viene oportunamente a recordar que la premisa de la izquierda revolucionaria es infinitamente más realista que los ahora auto reconocidos “testimoniales”.


Para llevar adelante una lucha consecuente contra el gobierno macrista y su “coalición a la carta” con el pejotismo y el FpV, es necesario reivindicar una trayectoria autónoma de los desfalcos políticos de todos los movimientos, partidos y camarillas capitalistas, en especial del engendro del FpV. La clase obrera no debe cargar con hipotecas ni mochilas que no son las de ella, si es que quiere obtener una victoria estratégica contra el gran capital. Es significativo que quienes reivindicaban la militancia (aunque fuera financiada por el Estado), se bajen ahora a la condición minimalista de “Dar Testimonio”.