Políticas

31/10/2017

Caso Maldonado: el diario La Nación sale al rescate de la Gendarmería

Acusada por la muerte de Santiago en el marco de un operativo represivo, el diario de los Mitre y los Saguier pretende que se le pida disculpas.


Que pidan perdón. En sintonía con el requerimiento de Elisa “Lilita” Carrió, el diario La Nación en su editorial del día martes 31 reclama que quienes hayan criticado el accionar de la Gendarmería en los acontecimientos que culminaron con la muerte de Santiago Maldonado expresen públicamente: “Perdón, Gendarmería” (textual). Se trata de un paso más en la ofensiva comunicacional paraestatal que respalda a las acciones del gobierno, incluso en actos oprobiosos como los de la represión contra una protesta que culmina con un crimen.


 


El asesinato de Santiago Maldonado se suma al historial de una fuerza que, desde su creación en 1938, aportó a los embates represivos del Estado contra el pueblo.


 


Con antecedente en las gendarmerías móviles, la creación de su carta orgánica en 1958 se realizó a pedido de Bunge y Born para combatir a los bandidos rurales que actuaban en el Chaco, donde la firma realizaba la explotación del quebracho mediante la compañía La Forestal, que aplicaba un régimen laboral semiesclavista. A pesar de que formalmente su rol es el de custodiar las fronteras y no el de sostener la represión interna, esa es la ocupación que la Gendarmería asumió en los hechos desde sus comienzos.


 


En 1966, en los ingenios Ledesma, de los Blaquier, se instaló un regimiento de la fuerza para combatir los conflictos sindicales protagonizados por los obreros jujeños –aquella vez, con la excusa de arremeter contra el foco del Ejército Guerrillero del Pueblo, dirigido por Jorge Masetti, uno de los fundadores de la agencia de noticias cubana Prensa Latina. Ya en la dictadura de Videla también cumplió un papel represivo desde el regimiento de Campo de Mayo, donde apostaba a sus soldados.


 


En los años noventa, la Gendarmería era utilizada para reprimir el Cutralcazo en Neuquén, y la seguidilla de puebladas contra el menemismo. En 1999 el gobierno de De la Rúa inauguró su gestión reprimiendo con la Gendarmería a los estatales y docentes que cortaban el puente que une Chaco y Corrientes y provocando la muerte de dos manifestantes.


 


El kirchnerismo no fue ajeno al uso represivo de la fuerza y usó a sus agentes para atacar a los obreros que cortaban la Panamericana y para armar causas penales contra los manifestantes solidarios con los trabajadores: es recordado el caso del “gendarme carancho”, que se tiró encima de un auto simulando su atropellamiento para justificar la detención de los ocupantes del vehículo.


 


La responsabilidad de la Gendarmería en los acontecimientos que terminaron con la vida de Maldonado son irrebatibles. Gendarmería actuó bajo indicaciones del jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, quien había viajado a Chubut especialmente con para dirigir la represión contra los mapuche. Ese 1 de agosto no sólo reprimió el piquete en la ruta 40 sin orden judicial concreta sino que además intrusó los límites de la comunidad Pu Lof para perseguir, entre disparos, a los manifestantes que protestaban contra la detención de Facundo Jones Huala. Así provocaron la muerte de Santiago Maldonado y su probable desaparición forzada por 78 días.


 


La Gendarmería es el brazo armado de una política oficial de entrega en bandeja de la Patagonia a las petroleras, mineras y grandes terratenientes como Benetton. Los editoriales de La Nación hostigan y calumnian sistemáticamente toda resistencia a ese plan, del mismo modo que lo hace con cualquier manifestación de rebeldía de los explotados: las tomas de los colegios secundarios, el paro de los trabajadores aeronáuticos, y así hasta el infinito.


 


No se debe pedir perdón a la Gendarmería, como reclama el diario de la oligarquía. Por el contrario, la historia se cobrará el peso de sus crímenes mediante la movilización de los trabajadores.