Políticas

29/3/2001|700

Cavallo, el destripador

Durante un par de días, la combinación de una gran crisis de gobierno con grandes movilizaciones populares nos ofreció a los trabajadores la oportunidad de cambiar el sentido de la historia de los últimos años.


El programa de López Murphy había quebrado políticamente a radicales y frepasistas, y hasta los Ruckauf y De la Sota echaban leña al fuego diciendo que en esas condiciones no podrían pagar los salarios de la administración pública.


Incluso los usureros internacionales y nacionales ponían su fuerte cuota de “subversión” boicoteando el mercado de compra-venta de títulos de la deuda externa y llevando las tasas de intereses a niveles de saqueo.


Mientras el gobierno hambreador y entreguista se hundía de esta manera por acción y obra de sus propios mandantes, los universitarios y secundarios ocupaban colegios y facultades y ganaban las calles; los docentes lanzaban un paro de 48 horas, con toda la perspectiva de que podría convertirse en huelga indefinida; los compañeros desocupados cortaban rutas en reclamo de trabajo y preparaban una movilización a la Capital.


Para el 24 de marzo estaba prevista una gigantesca marcha en repudio al 25º aniversario del golpe militar.


La enorme oportunidad que ofreció esta conjunción de desbande por arriba y movilización creciente por abajo, fue dilapidada por las direcciones sindicales con la excusa más ingenua y más pérfida del último siglo, por lo menos: que Cavallo, el nuevo ministro designado por De la Rúa, había prometido no seguir con el corte de los 300 millones de pesos a la educación. Con sólo una palabra, el más antiobrero de los políticos argentinos disipó una situación excepcional. En lugar de una victoria popular, asistimos a un golpe de Estado, que ha concluido provisoriamente con la cesión de enormes poderes por parte del Congreso nacional.


Pero nada se ha cerrado. La UCR, el Frepaso y el PJ se han quebrado. Los partidos patronales han hecho trizas lo que quedaba de su autoridad. Lo mismo el Congreso y las instituciones del Estado. Los aprendices de brujos han desatado un proceso golpista y anticonstitucional que no solamente no pueden controlar sino que los contará entre sus víctimas.


A pesar del impuesto al cheque, estamos más cerca que antes de la cesación de pagos. De la Rúa es un cero a la izquierda. Cavallo simplemente improvisa. La situación del pueblo es peor que nunca.


Necesitamos una alternativa estratégica.


Fuera el impuestazo de Cavallo, fuera los poderes especiales.


Fuera el gobierno de De la Rúa-Cavallo. Por una Asamblea Constituyente soberana.


Congreso de delegados, con mandatos de las bases, de todos los trabajadores y piqueteros. Plan de lucha, huelga general.