Políticas

23/3/2000|659

CGT: sin plan de lucha, todo es verso

La CGT de Daer ha personificado todo lo que hay de más entreguista de la burocracia sindical. Es natural que una CGT encabezada por Moyano abra una expectativa diferente y que represente incluso un cambio en la situación política objetiva y del movimiento sindical. Moyano fue uno de los que encabezaron la oposición a la justamente llamada CGT empresarial, aunque lo hizo dentro de las reglas del juego de la propia burocracia y aunque, por ese mismo motivo, hoy gane la secretaría general de la CGT rodeado de los mariscales de la entrega. La corriente de Moyano nunca se propuso crear una alternativa de dirección a partir de los activistas y de los luchadores, sino a partir de la oportunidad que le pudiera ofrecer un giro político de los mismos burócratas de la CGT empresarial. No hay que olvidar que la candidatura inicial de Moyano a encabezar la CGT la propusieron los Daer, los Cavallieri, los Barrionuevo y los West Ocampo.


Pero el cambio que significa la ruptura con Daer permite entender la acción extraordinaria emprendida por el Episcopado para impedir la ruptura de la CGT, y antes de esto un acuerdo con el gobierno en torno a la reforma laboral. Pillado por el fracaso de la maniobra, el arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio, dijo que pretendían “fomentar una cultura del reencuentro”. Alegó que “la unidad es superior al conflicto” y también que “el todo es más que las partes”. Insinuar “cultura”, del reencuentro de lo que sea, en los asaltantes de los fondos sindicales y comisionistas de las patronales, es una redonda hipocresía. El clérigo finge desconocer, además, que la CGT empresarial era para los trabajadores un cero absoluto y que tampoco podía estar unido lo que no existía. La unidad sólo puede surgir del conflicto y de la lucha, e incluso solamente puede mantenerse, o sea desarrollarse, de esa manera. El arzobispo confesó, quizás sin quererlo, la aversión del clero por la discrepancia. Lo que Bergoglio hubiera debido decir es que el Episcopado actuó movido por una presión de De la Rúa, que una semana antes había prometido al obispo Karlic completar los pagos del Estado a la Iglesia en concepto de escuelas confesionales. También hu-biera debido decir que actuó por instigación del Coti Nosiglia y de Barrionuevo, la vieja mafia del gobierno de Alfonsín, ahora resucitada y no precisamente e n semana santa. En definitiva, el clero no quiere que se desarrolle y adquiera vuelo la moviliza-ción iniciada el 24 de febrero pasado.


En definitiva, la realización del congreso que consagró a Moyano es la conse-cuencia de la movilización del 24; sin ella no hubiera pasado nada. Pero en el con-greso, la movilizacion no tuvo continuidad; no se planteó un plan de lucha. Aunque se habló de parar el país cuando el proyecto de reforma laboral sea tratado en el Congreso, Moyano le confesó a Página 12 su confianza en el voto de los senadores peronistas. Es decir que el manijeo parlamentario se impone a la lucha. Pero aún si el proyecto no llegara a pasar en el Senado, seguirían en pie la flexibilidad que se aplica en todas las empresas; los salarios que son bajos y todavía retroceden más; las continuas suspensiones y despidos, como los que acaba de protagonizar la pa-tronal automotriz, o la persistente eliminación de los planes trabajar. Seguiría ade-más en marcha el plan para privatizar por completo las obras sociales y los hospita-les públicos, y el proyecto de flexibilización y tercerización en el empleo público. La Iglesia es la que más presiona contra los planes ‘Trabajar’, porque pretende tomar a su exclusivo cargo la atención de los pobres.


El sector que sigue a Duhalde en el peronismo también apoyó el congreso y la designación de Moyano. Pero Duhalde y compañía están apoyando a Cavallo para las elecciones de la Capital y están promoviendo toda la agitación contra el Mercosur, que tiene por finalidad conseguir subsidios para los grandes capitalistas e incluso una devaluación de la moneda. Es decir que en el campo patronal hay mucho movi-miento para usar a la CGT para fines extraños a los del movimiento obrero. Pero la agitación patronal es también un producto del completo empantanamiento de las sa-lidas que se discuten para la crisis, y en esa medida se va a convertir con seguridad en un factor que va a azuzar más a los trabajadores para una lucha generalizada.


Lo que la situación de los trabajadores reclama es:


Que se retire la reforma laboral del congreso; que se reimponga la jornada de ocho horas con un salario mínimo de 600 pesos, incluidos jubilados y desocupados; y que se convoque a convenciones colectivas con paritarios elegidos por asamblea.


La formación de un polo clasista y la lucha por una nueva dirección del movi-miento obrero siguen más que nunca en la agenda de los activistas y luchadores obreros.