“Un sector propuso parar desde el mediodía de hoy hasta mañana al mediodía, es decir, 24 horas, mientras que otra vertiente prefirió que la huelga se efectivizara desde las medianoche. Lo que sí fue unánime fue que descartaron una movilización” (La Nación, 18/12).

De este modo, a último momento y de manera deliberadamente improvisada, la cúpula de la CGT resolvió parar por 24 horas, sin movilización, a partir de este mediodía. La UTA, por su parte, adheriría recién a partir de la medianoche.

La semana pasada, la CGT levantó la huelga que había convocado para el viernes, cuya realización había condicionado a la aprobación de la reforma previsional. Abortada la sesión, la CGT suspendió la medida, que debería haber mantenido en repudio al proyecto confiscatorio y a la represión. El triunvirato tampoco anticipó la medida anunciada recién a media mañana de hoy, a pesar de que se sabía que la sesión se celebraría este lunes desde hace por lo menos 72 horas antes.

Con respecto a la salvaje cacería que se desató durante horas en el centro porteño el jueves pasado, “el triunviro Héctor Daer solicitó ´no caer en la violencia porque lo que se hace es deslegitimar cualquier reclamo haciendo foco en la violencia y no en el problema de fondo´” (Página/12, 18/12), una declaración que bordeaba la justificación de la Gendarmería. Por la tarde, cuando la represión todavía no había amainado, el triunvirato difundió un comunicado infame atacando a "los grupos radicalizados" y sin decir una palabra sobre la policía.

La burocracia no convocó a una sola asamblea ni preparó la huelga para derrotar el proyecto al que dice oponerse. Por el contrario, se empeñó en dislocar la resistencia a las reformas del macrismo, un paquetazo ajustador que incluye la reforma laboral anti obrera que el triunvirato avaló.

Con este paro tardío, la CGT busca salvar la ropa y disimular su complicidad con la reforma. 

En cambio, en la primera línea de combate para rodear el Congreso contra este robo a los jubilados estuvo el mivimiento obrero combativo. La próxima vez, para salvar la ropa la burocracia va a tener que hacer las valijas.