Políticas

24/10/2002|777

Ciudad, el presupuesto de la patria contratista

Sin siquiera ruborizarse, el Gobierno de la Ciudad salió a propagandizar que su presupuesto 2003 “propone gastar 550 millones de pesos más que el año pasado” (Clarín, 2/10). Se trata de un incremento nominal del 18% respecto del gasto previsto en 2002. Pero si se tiene en cuenta que el nivel general de precios aumentaría en el curso de este año un 100% como promedio de mayoristas y minoristas, el plan del 2003 implica una reducción del gasto del 40% en términos reales.


Esta brutal contracción la pagarán, en primer lugar, todos los estatales de la ciudad: el nuevo presupuesto contempla 1.790 millones para salarios, frente a los 1.802 millones del presupuesto anterior. Es decir que no se prevé reajuste salarial alguno, en medio de la carestía general. Si se tiene en cuenta que “el 72% del plantel comunal corresponde a docentes y médicos” (ídem), no está previsto el menor refuerzo frente al derrumbe sanitario o educativo. “En salud – señala Ibarra – hemos incrementado el gasto en insumos” (ídem). Para eso compara los 370 millones previstos en el 2003 con los 250 millones previsionados en el último presupuesto. Pero si se considera la inflación del 2002, los 370 millones de enero de 2003 representarán 190 millones de fines de 2001. En este caso, los hospitales verán caer su poder de compra en un 25%. Ello, cuando la actual penuria de medicamentos y materiales descartables es insoportable. Del mismo modo, puede demostrarse que en el área de Desarrollo Social, supuestamente una de las “favorecidas” en el nuevo presupuesto, gastará un 15% menos que en el ejercicio actual.


¿Hay alguien que se salve de la poda general? Sí: el rubro Obras Públicas tendrá un aumento del 110%, es decir que es el único que logra el privilegio de una completa “indexación”. Pero este reajuste no servirá para nuevas obras, sino para satisfacer a los contratistas en sus reclamos de mayores precios para las que ya estaban previstas. Se trata, “básicamente, de los reservorios, la extensión de la red de subterráneos y el plan de pavimentación” (Ambito, 2/10). En relación a los subtes, Ibarra acaba de otorgarle a sus contratistas el reajuste por mayores costos. Entre ellos se encuentra el grupo Roggio, quien también sería el proveedor excluyente de los famosos reservorios. Un segundo privilegiado es la Federal que mató a Ezequiel y a los pibes de Floresta, que recibirá “una donación de seis millones destinada a la compra de equipamiento” (Ambito, 2/10).


Por el lado de los ingresos, los “progre” no aspiran a otra cosa que a aumentarlos en base a inflación e impuestazos. Los actuales ingresos fiscales comienzan a superar a los del 2001 “no porque el nivel de actividad económica haya crecido, sino que los que crecieron fueron los precios” (Noticias, 18/9). Para el 2003, Ibarra “espera que la Legislatura apruebe la ley que aumente de 1,5% a 3% el impuesto a los ingresos brutos para las empresas radicadas fuera de la ciudad que vendan sus productos en el distrito, lo que repercutirá en los precios al consumidor porteño” (Ambito, 2/10). Pero el impuestazo no garantizará siquiera el equilibrio fiscal, ya que está previsto “un déficit de 80 millones que serán cubiertos por organismos multilaterales” (ídem). La miseria salarial y la poda de los gastos salariales sí garantizarán, en cambio, el servicio de la deuda externa “reprogramada” por Ibarra, junto a la compensación asegurada a los tenedores locales de esta deuda por la serie que está pactada en pesos. Para estos títulos, se ha asegurado una “indexación de acuerdo con el nivel de aumento de la recaudación porteña” (ídem). Como las aduanas de las repúblicas bananeras centroamericanas de principios de siglo, la dirección de Rentas porteña pasaría a tener como “veedores” a la banca Morgan y sus socios.


Congelamiento para los trabajadores, los desocupados y los sin techo. “Indexación” para Roggio y los banqueros. Al presentar sus cuentas, Ibarra ha retratado a su gobierno.