Ciudad: Un "vendaval" contradictorio

Solanas disimuló sus verdaderas posiciones políticas

Las elecciones en la Ciudad arrojan un panorama contradictorio. Por un lado, las fuerzas políticas que dominaron el distrito en la última década fueron duramente sacudidas y, en algunos casos, pulverizadas. Sin embargo, los beneficiarios de ese remezón son variantes recicladas o disimuladas de esas mismas fuerzas en disolución.

Respecto de la elección municipal de junio de 2007, el macrismo retrocedió del 45 al 31%, con una pérdida de 240.000 votos. En el único distrito donde gobierna, el bloque de Unión Pro perdió la tercera parte de sus votantes. La mayor sangría de votos se le produjo en los barrios de trabajadores y clase media empobrecidos, donde se vive la penuria de insumos y medicamentos en los hospitales, el derrumbe edilicio en las escuelas y los desalojos violentos. La mayor parte de esa fuga de votos macristas volvió a su redil original: el radicalismo porteño y sus variantes (Carrió).

Solanas

El candidato de Proyecto Sur logró 390.000 votos más que los cosechados por Claudio Lozano en las elecciones a jefe de gobierno. Casi la mitad de esa cifra corresponde a la debacle de Ibarra, que perdió unos 190.000 votos. Así, las elecciones sellaron el derrumbe de la principal expresión del “progresismo” en la Ciudad, desde el Pacto de Olivos hasta la masacre de Cromañón. Los votos de Ibarra, sin embargo, se trasladaron a una tentativa desteñida, protagonizada por muchos de los personeros del Frepaso. En los festejos del domingo, los militantes de Proyecto Sur buscaban despegarse de este pasado al ritmo de “no queremos más alianzas, sino un proyecto para la liberación”. Pero antes de ´la convocatoria a elecciones, Solanas había sellado un pacto político con Luis Juez, el agente de las aceiteras y de los pulpos automotrices de Córdoba.

Solanas también se quedó con casi todos los votos obtenidos por Patricia Walsh (MST), que cayó de 70.000 a 13.000 votos. Semejante desastre electoral se produjo en medio de una exposición mediática sin precedentes para un candidato de la izquierda. Vilma Ripoll se paseó por los almuerzos de Mirtha Legrand, las apostillas de Clarín y, particularmente, las mañanas de Radio Continental, donde las opiniones de Magdalena y Víctor Hugo se intercalan con publicidades de glifosato y semillas híbridas. Por un lado, los acólitos porteños del capital sojero le dieron la espalda, y marcharon detrás de sus representantes directos. Por el otro, muchos luchadores o votantes de izquierda le retiraron el voto, aunque en su gran mayoría se lo dieron a Solanas, quien se encargó de ocultar sus simpatías por el “campo” durante toda la campaña. El mismo lunes posterior al comicio, Solanas se destapó con un ataque abierto a “ese gran atropello de la resolución 125” (La Nación, 29/6). La “reaparición” de Luis Zamora confirmó su debacle política. Una parte del voto del macrismo terminó en la cuenta de Proyecto Sur, como se de muestra en sus votaciones expresivas en Belgrano o Recoleta. En proporción, Solanas recibió un apoyo menor en el sur y sudoeste de la Ciudad.

La izquierda, el PO y la CTA

En estas horas, es común escuchar que el “vendaval” de Solanas “arrasó con los votos de la izquierda”. Pero la afirmación no se verifica para el PO.

A la debacle de Zamora y Ripoll, hay que agregarle la del frente PTS-MAS-IS. Respecto de la elección presidencial – cuando también se presentaron unidos–  este bloque cayó de 8.600 a 5.600 votos, o sea un retroceso del 35%. Pero en comparación con las elecciones distritales de 2005, la caída es superior al 70%: en aquel momento, la suma de los votos de los tres partidos alcanzó los 15.500 votos. Ahora, sólo llegaron a 5.600.

En tanto, la votación del Partido Obrero alcanzó los 12.500 votos para diputados, la misma cifra que obtuvimos en esa categoría en las presidenciales del 2007, y un 15% menos de lo que alcanzamos en las municipales de ese año. En los últimos tres turnos electorales en el distrito – 2005, 2007, 2009–  el PO ha oscilado entre los 13.000 y 15.000 votos.

Los que hoy se lamentan por el “vendaval de Solanas” lucharon poco o nada por combatir sus posiciones. Por caso, el degenarismo está empeñado en encuadrar dentro de su orientación conservadora a la estratégica lucha de los delegados del Subte. El PTS se caracteriza, justamente, por una campaña de apoyo a la CTA y a su burocracia en todos los planos de la lucha sindical. Al someterse a esta orientación, los popes del “único frente de izquierda” trabajaron, también, por la candidatura de Solanas.

En torno de la lucha política contra este nuevo Frepaso, el PO reagrupó a un conjunto de activistas. Así, contamos con el doble de fiscales que en la elección anterior. Durante la campaña, realizamos decenas de charlas y debates políticos. La presencia callejera del PO fue descollante, desde las mesas de agitación hasta las pintadas. Desde el punto de vista territorial, la votación del PO fue extremadamente desigual. Logramos votaciones de siete u ocho votos por mesa en las escuelas de Soldati o Lugano, aunque también superamos nuestro promedio en barrios como Palermo o Barracas. En condiciones políticas difíciles, el voto siguió estrictamente la ruta de nuestro trabajo político.

Marcelo Ramal