Políticas

6/10/2016|1431

Claves de una reforma política reaccionaria


Finalmente, llegó al pleno de comisiones la Reforma Política cocinada por la coalición del ajuste: Cambiemos, el Frente Renovador de Massa, el PJ variopinto –incluyendo el FPV en Senadores–, entre otros.


 


Progres e izquierdistas que participaron de esa cocina fueron inescrupulosamente pasados por arriba y usados para barnizar la operación, mediante un dictamen único que se firmaba al mismo tiempo que se discutía. Recordemos aquel título punzante de Clarín, rubricado por la foto de 40 legisladoras: “la paridad de género, prenda de unidad de la reforma política”.


La burguesía ha planteado que el corazón de la Reforma Política es el voto electrónico y -para mejor hacer pasar una ley que regimenta la vida de los partidos políticos- agregó la paridad de género en las listas.


 


El núcleo de la ley, sin embargo, es profundizar la intervención del Estado en los partidos. Reafirma las PASO, que fundacionalmente combatió el Frente de Izquierda. Por ellas se invade la autonomía política de cada organización, obligando a que la masa electoral vote la integración de listas de fuerzas políticas a las que no está afiliada y a veces ni conoce. El fundamento de las internas abiertas por parte de su inspirador, Néstor Kirchner, fue neutralizar la desintegración de los partidos históricos de la burguesía. Pero el fracaso no pudo ser mayor. Hoy, en Diputados, hay 37 bloques diferentes.


 


Piso electoral y lista sábana


 


La reforma preserva todos los pisos proscriptivos: el 1,5% para competir, el 3% del padrón para el primer diputado y el 2% para no perder la personería electoral. Pero, además, incorpora el “corralito” o “cepo” en las Paso por el cual no se puede entremezclar candidatos de partidos diferentes en distintas categorías, liquidando el corte de boleta. También, refuerza la prohibición de repetir candidaturas, que ya está vigente en el orden federal, ahora ampliada a la repetición de una candidatura provincial con una nacional. Esta última disposición es abiertamente anticonstitucional, pero habrá que ir a pelearla a la Justicia (de ellos).


 


El corralito (prohibición de cortar boleta) crea una lista sábana dentro de las Paso, lo cual ha sido tragado como cicuta por un radicalismo cuyo futuro queda sujeto al dedo macrista.  Algo parecido pasará con los gobernadores pejotistas, que ya negocian con Macri de a uno. Sus diputados no pertenecen a corriente política ni programática alguna, sino al dictado (de la caja) de su gobernador.


 


Financiamiento


 


El segundo aspecto de fondo ( y relativamente oculto) forma parte de la corruptela de la política patronal. Macri ha cuotificado la reforma, según él, dejando la “transparencia” para una segunda fase. Claro, la discusión se da mientras ha estallado el financiamiento ilegal de la campaña de Cambiemos por parte de 300 empresas, disimulado como aporte al partido, también ilegal. Cincuenta de esas firmas son contratistas del Estado, lo cual también está prohibido.


 


La reforma no toca la disposición que permite el aporte “personal” de empresarios, que descontar impositivamente “de la ganancia neta”. O sea que el Estado pone la plata, pero a través de un empresario que luego le cobra al poder político los servicios prestados.


 


Mientras tanto, se debilita el financiamiento del Estado, porque el 10% del fondo permanente de los partidos podrá usarse para “capacitar” a los electores en el nuevo sistema de voto electrónico. Otro artículo de la reforma prohíbe la promoción en redes sociales durante la campaña, lo cual constituye una rendija para los partidos de base trabajadora. Nada hay tampoco, que iguale la participación en los programas televisivos de los partidos, cosa que ocurre, por ejemplo en el sistema italiano. Todo para ellos.


 


Voto electrónico


 


El meneado voto electrónico está lejos de ser una panacea. Entre el votante y la concreción de su voluntad hay una máquina con chip, programable y jaqueable, que puede fallar o no. Y lo hemos rechazado en estos términos,  que coinciden con los fundamentos del fallo de la Corte alemana que desechó el sistema en ese país. No hay sistema técnico que supere la tendencia al fraude de un régimen político y un Estado que conspira contra la mayoría trabajadora. 


 


Desde luego, la reforma es federal y las provincias podrán adherir o no, lo cual deja en pie los acoples tucumanos, la ley de lemas santacruceña, o las más pedestres colectoras, entre otras perlas del pejotismo, el kirchnerismo y los viejos punteros radicales que se han servido de ellas.


 


Paridad de género


 


La frutilla del “una y uno”, establece un nuevo cupo, por el cual ahora no podrá haber una lista con mayoría masculina, pero tampoco una con mayoría femenina, como las hemos tenido en el Frente de Izquierda. Pero aquí el punto es que se colocó una “prenda” falsamente democrática para hacer pasar una reforma reaccionaria, en la que jamás podríamos haber participado los revolucionarios. Mientras se discutía el cupo del personal político femenino, se producía una pueblada en Mendoza contra tres femicidios, es decir en medio de un agravamiento inusitado de la violencia contra la mujer y la desprotección del Estado hacia las víctimas. Después del cupo instaurado en los 90, en otra etapa “liberal”, ha persistido el bloqueo al derecho al aborto en el Código Civil (“vida desde la concepción”). Con el trabajo en negro y la flexibilidad laboral se ha agravado la discriminación laboral de la mujer, como reproducción de la superexplotación capitalista. En manos de los partidos del régimen, las listas albergaron a mujeres clericales y defensoras del orden capitalista. Mientras se ha agravado la trata de personas,  tuvimos ocho años una presidenta mujer,  un 38,5% de diputadas y un 41,7% de senadoras. Hoy,  tenemos una vicepresidenta que negrea a su empleada doméstica y una canciller que ocultó violaciones a menores en África por las tropas de la ONU.


 


Claramente, hay que remover las condiciones de explotación social que reproducen el machismo y descargan en la juventud y en la mujer las peores lacras de la crisis capitalista. Esa es una lucha de clases, donde nuestras feministas socialistas promueven el protagonismo de la mujer en los partidos y organizaciones de los trabajadores y no ampliando el carrerismo de las representantes de la burguesía. Defendemos los derechos de 20 millones de argentinas, no de algunos miles de funcionarias del régimen.


 


Hemos presentado dictamen propio y rechazaremos la reforma reaccionaria en defensa de la democracia política y los derechos de los explotados y explotadas.