Políticas

4/8/2008|891

Cómo Shell le hizo la cama a Kirchner


Mientras la inflación se disparaba a más del uno por ciento mensual, Kirchner aprovechó una suba del precio de la nafta por parte de Shell para armar una cortina de humo sobre la carestía. No eran los combustibles sino los productos de primera necesidad los que habían aumentado en porcentajes elevados desde fines del año pasado. Este hecho no obstó para que el Presidente metiera en su comitiva a Santiago de Chile al remarcador de los supermercados Coto. Los ‘piqueteros’ amigos hicieron la parte más grotesca de la historia, porque salieron de la escena de la misma forma que entraron, o sea luego de una orden oficial.


 


La responsabilidad por los aumentos de los combustibles es enteramente del gobierno, que ha mantenido el esquema de internacionalización que le dejó Menem. La consecuencia es que el precio interno lo establece la cotización internacional del comercio del crudo, no los costos de explotación. Por eso, en lugar de un porcentaje sobre el costo de extracción, que en Argentina es de 5 dólares promedio, el precio lo fija el mercado externo, que lo está cotizando a 55 dólares. Este precio internacional, sin embargo, tampoco es real porque no es el establecido en los contratos de compra-venta entre productores-distribuidos-refinadores, por plazos relativamente extendidos. El precio internacional es un precio virtual que establecen los especuladores que compran y venden contratos diarios con fecha futura, que nunca van a hacer efectivos en términos de materia prima, porque su objetivo es lucrar con las diferencias entre subas y bajas que produce la especulación. Como Shell y los pulpos en general comercializan sus propias producciones a través del mundo, tampoco tiene sentido que se refieran a un precio internacional, pues en definitiva no es otro que el que se cobran a sí mismas en una operación contable interna. Cada aumento del precio final aumenta sus beneficios sobre la base de un costo de producción inamovible o incluso en descenso. Los resultados de Shell internacional, en el 2004, fueron un 40% superiores a los de 2003 ( El País, 14/3). Para que el precio del petróleo se base en el costo de explotación es necesario la nacionalización y el control obrero.


 


Shell, en realidad, consiguió lo que se propuso con el aumento del precio, que es reducir sus ventas. Esta paradoja se explica por el hecho de que en las próximas semanas comenzará a escasear el gas oil, que en el mercado internacional se compra-vende a 400 dólares el m3, pero que en el mercado interno está a 250 dólares. El boicot a Shell reduce la demanda a este pulpo y por lo tanto la obligación de importar ‘a pérdida’. El gobierno se apresta incluso a derogar el impuesto a la transferencia de combustible para abaratar esta importación. Es decir que detrás del griterio boicotista hay una nueva concesión impositiva a las empresas sobre la base de tomar como referencia un precio internacional que constituye un agio sobre los costos de explotación. Esta exención impositiva es particularmente agraviante para los consumidores porque las petroleras cumplen con contratos de exportación de gas oil, a precio internacional, y luego importan sin impuestos el gas oil que venderán en el mercado interno. El definitiva, Shell le hizo la cama a nuestro avivadísimo Presidente.


 


El gobierno de Kirchner está tan lejos de modificar esta organización internacionalizada del comercio petrolero argentino, que se apresta a establecer un Mercado Electrónico de Gas ( El Cronista, 14/3), lo cual significa una operatoria de compra-venta especulativa, o sea que se realiza sin dinero en efectivo, en función de apuestas de diferencias de precios.


 


Algunos diarios han afirmado que el ataque verbal de Kirchner contra Shell obedeció a la negativa de Shell a vender sus estaciones de servicio e incluso destilerías a la venezolana PDVSA. ¿Pero qué hubiera cambiado con esa venta? Argentina seguiría importando petróleo porque PDVSA no produce en Argentina, al precio internacional. Argentina continuaría en el esquema del saqueo, aunque esta vez en alianza con un país amigo.


 


La situación petrolera y energética de Argentina se agravará en el tiempo porque, como le dijo Kirchner al chileno Lagos, “las empresas no invierten”. Es que para hacerlo están esperando concesiones leoninas en el Mar Argentino, de lo contrario continuará el boicot de inversiones. La mimada del pingüino, Repsol, obtiene el 60% de sus beneficios internacionales en Argentina, donde sólo invierte el 30% de ellos, o sea que está descapitalizando a la industria nacional.


 


La nacionalización del petróleo y el gas está más vigente que nunca.