Políticas

2/12/2010|1157

Ley de Medios: ¿Cómo? ¿Ya está en vigencia?

A un año de su promulgación, la “Ley de Medios de la Democracia” (así la llama Tiempo Argentino) no tiene nada para mostrar.

El juez Edmundo Carbone acaba de ratificar la suspensión del artículo 161, la llamada “cláusula antimonopólica”, y de rechazar el pedido de la Corte Suprema de fijar un “plazo razonable” para resolver la cuestión de fondo (Clarín, 27/11). De un año que la ley fijaba para que los monopolios tuvieran que desembarazarse de parte de sus negocios, se pasa ahora a otro o a varios más.

Esto suele leerse como un nuevo revés para el gobierno (Clarín publica la noticia con una foto de archivo, donde los jueces supremos aplaudirían la medida). Pero no lo es tanto. El verdadero obstáculo para aplicar la “cláusula de desinversión” no es sólo producto de la intervención de la Justicia, sino de la del propio gobierno. Recordemos que fue el entonces presidente Néstor Kirchner quien promulgó el decreto 527/05. En lugar de dejar caer las licencias de los grupos monopólicos, Kirchner resolvió extenderlas por otros diez años. “La situación de los medios audiovisuales necesita de un horizonte de previsibilidad que involucre los plazos mínimamente necesarios para recomponer su situación económica-financiera”, rezaba el decreto monopólico. Aquellos plazos de inversión y de negocios que defendía el gobierno son los que ahora reclaman los multimedios como “derechos adquiridos”.

Por otra parte, la sucesión de “reveses” preanuncia la continuidad de una de las campañas más redituables para el gobierno, en la medida en que el pantano judicial en el que sigue el artículo clave de la llamada “madre de todas las batallas” le sirve para promocionar una ley cuyos efectos reales son inexistentes, pero cuyos efectos virtuales auguran -siguen augurando- la desmonopolización comunicacional.

Sin embargo, dicen que en los pasillos del ex Comfer repiten entusiastas que “la ley de medios se viene con todo” (Tiempo Argentino, 19/11). No tanto por las supuestas sanciones que, ahora sí, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) aplicaría a los medios que, por ejemplo, se excedan en la pauta publicitaria. Más bien, porque dicen que avanzarán por lo menos con otra promesa de la ley: la “polifonía” de voces.

Gabriel Mariotto, el presidente de Afsca, ya se apresuró a celebrar el hecho de que el próximo año se regularizarán las cerca de 15 mil radios y canales de televisión pertenecientes a “organizaciones sociales, gremios y cooperativas” que se presentaron para reclamar su licencia. Mariotto asegura que, a partir de este relevamiento, “va a surgir un nuevo plan técnico y luego el llamado a concurso previsto para que, a partir de marzo, podamos regularizar las frecuencias y tener un espectro que interprete las distintas expresiones culturales, sobre todo con la reserva del 33% para las asociaciones sin fines de lucro” (BAE, 17/11).

A la casi uniforme voz de los monopolios privados opositores, el gobierno no contrapuso -ni antes ni después de la ley- las “mil flores comunicacionales” (ni siquiera una decena de corrientes de opinión), sino su propio monocorde monopolio: la red de medios oficiales, los grupos multimedios privados “militantes” (CN23, además de radios, diarios y revistas del grupo Szpolski, Electroingeniería o el Suterh) o decididamente favorables al gobierno (Telefé/Telefónica, Canal 9).

¿Qué puede deparar, entonces, este relanzamiento de la reserva del 33%? Fuera del reconocimiento legal de muchos medios ya existentes, a los que se hubiera podido legalizar con una sencilla resolución de dos líneas -y que, dicho sea de paso, poco pudieron democratizar desde la clandestinidad a un sistema concentrado por el mercado y el Estado-, el plan augura una mayor extensión del monopolio estatal o paraestatal. Por si quedan dudas de que la ley “se viene con todo”, el anuncio de la “buena nueva” se hizo en el Centro Cultural de la UOM La Matanza, con la presencia de burócratas sindicales y del intendente Fernando Espinoza. Allí, Mariotto señaló a los periodistas que la UOM ya tenía su infraestructura preparada para sumar su voz en los medios. La foto del diario BAE -y no de archivo- mostraba al titular de Afsca sosteniendo una remera argentina con un enorme logo de la UOM. Le faltaba el gorrito para que quede en el archivo.