Políticas

3/10/2002|774

Con Kammerath se tienen que ir todos

Como consecuencia de una gran movilización popular, la suerte del intendente de Córdoba, el menemo-delasotista Germán Kammerath, parece estar echada, aunque éste la sigue peleando. Las chicanas judiciales y las patoteadas de sus matones, no lograron impedir que se juntaran, primero, casi 100.000 firmas para habilitar el pedido de revocatoria y, ahora, en tres días, las primeras 20.000 firmas para que se haga efectivo el plebiscito de destitución. El sindicato de municipales (Suoem) ha sido el factor más importante en la organización de esta movilización. A este ritmo, en diez días hábiles quedarían reunidas las 87.000 firmas que exige la ley.


En el marco de la crisis revolucionaria que vive Argentina, este proceso encierra grandes posibilidades, pero esto no se le escapa para nada a los poderes del Estado de la provincia. Si Kammerath no puede ser salvado, el objetivo es que la revocatoria no pase más allá de un recambio de personal. Su padrino De la Sota estaría a punto de abandonarlo y lo mismo ocurre con la mayoría de los concejales. Esto los habilitaría a iniciarle al intendente un juicio político que sirva para declarar vacía la realización del plebiscito. La Intendencia pasaría a un sucesor que buscaría encajar su gestión con la operación de salvataje político general que pilotea el gobierno nacional de Duhalde. Las reivindicaciones populares quedarían colgadas del pincel y proseguiría la destrucción del empleo, la salud, la educación y el espacio público de la ciudad.


Si la marcha al plebiscito siguiera su rumbo, los problemas no por eso habrían disminuido. La justicia electoral convocaría a votar sólo cuando hubiera terminado la verificación de las firmas que exigen la revocatoria, lo cual podría adentrarnos en enero o más allá, disipando la presión popular.


Kammerath sería reemplazado por algún concejal y el objetivo de conjunto de la revocatoria quedaría desvirtuado. Kammerath es, objetivamente, sólo la cara visible de un régimen político responsable del saqueo de las arcas públicas y del hundimiento social de los trabajadores. La campaña de la revocatoria debe apuntar entonces a “que se vayan todos” y a que el municipio pase a manos de una Asamblea Constituyente. Para ello, la campaña de firmas debe ser combinada con medidas de acción directa que, sobre la base de los reclamos más perentorios, precipite la caída de Kammerath y la disolución del Concejo. En función de esta perspectiva, las organizaciones que impulsan la campaña deben definir un programa de transformaciones inmediatas y elegir representantes a un gobierno provisorio que convoque a la Asamblea Constituyente municipal. Cambio integral del régimen impositivo (basado en que paguen los que tienen y en la anulación de las exenciones a las grandes empresas); censo social para organizar el reparto de las horas de trabajo; salario mínimo de 800 pesos válido en toda la ciudad; municipalización bajo control obrero del sistema de salud y de transporte – éstas serían de modo indicativo las cuestiones que encararía la Constituyente y que le darían un contenido a la lucha por la revocatoria. La campaña por la revocatoria es un instrumento de lucha para concretar las aspiraciones populares, no un fin en sí mismo, menos todavía un instrumento ciego que autojustifique la dilación de la crisis y el continuismo de los ladrones oficiales.


Encarada con esta perspectiva, la campaña debe crear en la calle y lugares de trabajo el “clima” de la huelga general y la convicción de su necesidad. El Suoem y Luz y Fuerza deberían encabezar este planteo. Córdoba no tiene futuro si no se pone fin al régimen de los banqueros Rohm. Es necesario evitar el peligro de que las consignas movilizadoras como la revocatoria mediante el referéndum se transformen en un bloqueo hacia nuevas fases más altas de movilización. La maduración de un pueblo y su capacidad de alcanzar objetivos más profundos se manifiestan en este constante tránsito de una forma de movilización a otra, de una combinación entre ellas, en la constante aproximación hacia una mayor efectividad. En la carpa de la Multisectorial que encabeza la revocatoria se colocó un cuaderno en que los vecinos han ido dejando por escrito sus verdaderas aspiraciones: acabar con Kammerath para imponer el pan y el trabajo.


Esto exige poner fin al régimen político actual en su conjunto. Tenemos la fuerte expectativa de que la inminente Asamblea provincial de trabajadores ocupados y desocupados marcará un punto de gran viraje en la determinación de las tareas, objetivos y métodos que logren que la campaña por la revocatoria salga realmente victoriosa.