Políticas

20/3/2003|793

Con los banqueros, contra los ahorristas

Los grandes grupos beneficiados por la devaluación, los banqueros del Credicoop y del Banco Ciudad, los economistas del Plan Fénix y buena parte del elenco de Página/12 y Clarín, arremetieron desembozadamente contra el fallo de la Corte Suprema y contra los ahorristas que reclaman por sus ahorros confiscados acusándolos de incrementar la deuda pública.


Este aumento de la deuda pública sería el resultado de que el gobierno debería compensar a los bancos con un título público por la diferencia entre el valor del depósito pesificado y el valor del dólar, lo que representa 3.300 millones de dólares. El respeto por el “derecho de propiedad” de los ahorristas, dicen los pesificadores, significaría una carga general que deberían pagar los trabajadores y explotados en general, con mayores impuestos y ajustes fiscales.


Se trata, sin embargo, de una colosal patraña.


El aumento de la deuda no es la consecuencia de la llamada redolarización de los depósitos, que no existió ni existirá, sino de la devaluación, la pesificación y el rescate de la banca.


1) Con la devaluación, la deuda pública subío y pasó de representar el 60% del PBI al 160%. Este aumento se debió a que el gobierno respetó en dólares el valor de la deuda con el FMI, el Banco Mundial y el BID y no pesificó la deuda externa con los acreedores privados.


2) Con la pesificación, el gobierno emitió nueva deuda con los bancos por la llamada compensación asimétrica y cobertura (seguro de cambio por las deudas en moneda extranjera de los bancos). A diciembre de 2002, esa nueva deuda sumó 9.312 millones de dólares, a lo que se agregarían 2.647 millones de dólares por reconocimientos aún no documentados (Clarín, 9/3), lo que da un total de 11.959 millones de dólares. Estos 11.959 millones no tienen nada que ver con los ahorristas sino que son un subsidio dado a los grandes grupos capitalistas que tuvieron sus deudas pesificadas.


3) Los bonos dados a los ahorristas por los llamados canjes suman 5.426 millones, y si el gobierno emitiera un nuevo bono por todos los depósitos que están en el corralón, deberían recibir otros 8.886 millones. Pero tanto los 5.426 millones como los 8.886 millones no deberían aumen tar la deuda porque a cambio de asumir esos depósitos, el Estado recibiría de los bancos pagarés propios o bonos de deuda por el mismo valor de los depósitos. El gobierno resolvió que el Banco Central reconocería los bonos de deuda a 1,40 pesos y el Tesoro Nacional asumiría el costo de la diferencia. En esos casos, lo que se redolariza es la deuda pública que está en poder de los bancos. Esto lo dicen los propios banqueros: “Se trata de una redolarización de una parte de la deuda previamente pesificada, ya que se suscriben bonos en dólares como bonos en pesos a 1,40 por dólar” (informe de la consultora Mario Vicens, presidente de Aba). No a 3,10 por dólar, sino a 1,40. Con un agregado: los bancos cobran esa deuda redolarizada en canje por los depósitos acorralados, mientras que, en cambio, los ahorristas reciben un bono que a valor presente vale la mitad.


El secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, reconoció todo esto abiertamente. “Hablando del monto de la deuda, Nielsen aclaró… (que) ‘es deuda no voluntaria imprescindible para recomponer patrimonialmente el sistema financiero… O hacíamos y hacemos eso o la Argentina no sale adelante’” (Clarín, 9/3).


Pero la Argentina no saldrá adelante, precisamente porque se esquilma a un pueblo esquilmado para “recomponer patrimonialmente” un sistema quebrado.


Lo que a Heller, Felletti y los economistas del Plan Fénix defienden es a la banca. El grito de guerra del gobierno es salvar al sistema financiero confiscando a los ahorristas y aumentando la deuda pública.


Por eso, el PO sostiene: la solución es nacionalizar bajo control obrero todo el sistema financiero e incautar el patrimonio de los banqueros.