Políticas

8/11/2020

Con los Fernández, Massa, Larreta, Magnetto y Rocca, el ajuste del FMI se impone en Argentina

Editor de Prensa Obrera

Evidentemente la semana estuvo dominada por las elecciones presidenciales en EE.UU. Lejos de establecer un viso de “normalización” del país, han mostrado una profunda crisis política. Biden resultó elegido pero no con el caudal de votos que se vaticinaba y Trump amenaza con recurrir a la corte Suprema con denuncias de fraude, aunque no parece contar con el apoyo para ello. Lo que sobrevoló todo el tiempo durante el tortuoso proceso de conteo de votos es una amenaza que no se ha disipado: la intervención popular en la crisis luego de las puebladas que conmovieron al imperio durante este año. Los llamados a la unidad quieren ahuyentar este “fantasma” que tiene su base en el derrumbe económico y social del principal país del planeta.

Mientras tanto en la Argentina se pretendió mostrar un respiro a los sacudones de la crisis que se expresa fundamentalmente en el derrumbe de las reservas, el parate económico y la “brecha cambiaria”. Desalojada, con represión, la toma de Guernica; aprobado el presupuesto bajo la orientación del FMI; y conocida la recomendación de Cristina Kirchner, a través de una carta, a Alberto Fernández para que ponga en marcha un gran acuerdo con todos los sectores, la “pax” cambiaria (el achicamiento de la brecha entre el dólar oficial y los alternativos) ilusionó al oficialismo con que Martín Guzmán habría encontrado un respiro, por lo menos, para negociar con el FMI (que llega el martes y cuya presencia repudiaremos en la calle).

Néstor Pitrola desenvuelve, en una nota que publicamos el pasado jueves, los escenarios alternativos que parecen presentarse en el panorama económico del país. De ello queda claro que la “pax” no es tal y que en el mejor de los casos se está dilatando el desenlace de una crisis superior (que se expresaría fundamentalmente en una megadevaluación y un cambio de gabinete). Los medios especializados coinciden en caracterizar que solo hay una “tregua” en la crisis.

Esa tregua es aprovechada por el gobierno para avanzar en el planteo del “acuerdo nacional”. Guzmán se reunió con los capitostes de AEA, la expresión de las corporaciones capitalistas más concentradas que operan en el país. No encontró obstáculos para estar con Magnetto y Paolo Rocca, ni siquiera reproches del kirchnerismo; Guzmán todavía es un protegido de la vicepresidenta. También se reunió con el Consejo Agroindustrial y las petroleras. Este “espíritu de colaboración” se extendió a la oposición donde el sector dialoguista, tras Larreta y Carrió, empezó a reagruparse. E incluso también parece haber dominado a la Corte Suprema, que emitió un fallo sobre el per saltum de los jueces trasladados, que no deja totalmente conforme a nadie, pero que la muestra tratando de arbitrar.

Hay algunas conclusiones que sacar de estas “movidas”. En primer lugar que el vaciamiento y la pérdida de reservas del Banco Central, un tema redundantemente central, sigue un camino inexorable: el viernes se perdieron 300 millones, y las reservas no se recomponen con nuevos ingresos; los dólares siguen en manos de los sojeros a la espera de una devaluación. El otro tema, como lo reconoció uno de los directivos de AEA, es que entre los capitalistas están divididos y el gobierno promete auxiliar a unos y otros sin contar con los recursos para ello.

Un punto en el que se centraron las reuniones es en el ajuste fiscal. Guzmán prometió reducir el déficit aún más que lo estipulado en la ley de presupuesto que ya tiene la media sanción del Congreso. Y ese ajuste se basa fundamentalmente, por un lado, en la rebaja de los subsidios al consumo energético, lo cual fue anunciado con bombos y platillos por el secretario del área, es decir, tarifazos que se unen a aumentos de todos tipo (luz, gas, transporte, naftas, prepagas, telefonía e internet, etc.) más el aumento de los precios de los artículos de primera necesidad. Por el otro en el cambio de la movilidad jubilatoria y en el compromiso de ir por una reforma previsional que seguramente agravará las ya graves condiciones de millones de trabajadores. También se informó el compromiso de recortar la obra pública (¡viviendas!) y eliminar parte de la ayuda social (¡IFE!). Como se ve un fuerte ataque a las condiciones de vida de la inmensa mayoría del pueblo argentino. Así y todo ese rumbo no va a sacar a la Argentina de la depresión y el derrumbe, sino todo lo contrario.

Lo que sí está claro es que la batuta la tiene el FMI y el gobierno (con todos los avales de la oposición) está dispuesto a pactar con él. Y para que no queden dudas, el gobierno sigue dando “pruebas de fe”, y sobre todo frente a la Iglesia que santifica este rumbo hambreador, por eso siguen las vueltas con la presentación del proyecto del aborto legal desairando incluso a una parte sustancial de su base electoral. Más aun, una de las patas de la coalición gobernante, nada menos que el presidente de la Cámara de diputados, donde se debe tratar la ley, recibió a la representantes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal pero también a los antiderechos, no sea cuestión que alguien sospeche de una voluntad de sacar la ley adelante por ahora. Ganar las calles con el reclamo de que se terminen las dilaciones es el camino indiscutible.

Rechazamos el pacto con el FMI, y sus consecuencias. Lo que pretenden imponernos es intolerable. Es lo que no están dispuesto a aceptar las familias que seguirán luchando por “tierra para vivir”, y que esta semana volvieron a manifestarse, a pesar del ataque de los “conversos” Kicillof y Larroque. Tampoco los jubilados que siguen reagrupándose y manifestando. O los conflictos obreros como el de Gri Calviño, de los telefónicos, de los ferroviarios, de los estatales, de los trabajadores de la salud, los municipales de Córdoba, los de Parque de la Costa, que hacen ver y sentir el rechazo a la miseria salarial, a los intentos de avanzar en una mayor precarización o directamente los despidos.

Hay una conclusión fundamental que debemos sacar: vivimos las consecuencias de un régimen de hambre y saqueo de los que nos vienen gobernando por décadas, que han sido el PJ, la UCR, el PRO, etc. Ese régimen no va más, hay que superarlo en defensa de nuestras condiciones de vida, es el régimen capitalista que nos ha llevado al derrumbe nacional y que pretende que lo paguemos los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, los jubilados. No va más, hay que impulsar una salida de los trabajadores. Para impulsarla debemos organizarnos y movilizarnos para ello ponemos en pie los actos del próximo sábado 14 en la Plaza de Mayo y en las principales plazas del país. Ganemos la calle con una perspectiva obrera y socialista. Los esperamos.

Buen domingo.