Políticas

11/8/2011|1189

Conclusiones de una gran campaña y un nuevo punto de partida

La “libertad de voto” resuelta por el PJ cordobés después de la victoria de De la Sota es una nueva bofetada del aparato pejotista oficial contra los K (después de Capital y de Santa Fe). En las vísperas de las primarias, es cada vez más claro que éstas serán otro episodio de una crisis de fondo, que se hará más notoria en los dos meses de campaña a octubre.

Transición política

El telón de fondo de estos desplazamientos políticos es el agotamiento del régimen de emergencia montado por los Kirchner (y Duhalde) después de la bancarrota de 2001/2002, en el marco del desarrollo implacable de la crisis mundial. Desde el seno del aparato del gobierno, aunque con la oposición de la camarilla ‘cristinista’, se impulsa un giro de la economía, el cual se puede resumir en el concepto del “retorno a los mercados internacionales”. El ‘modelo’ ha agotado la fuente de financiamiento de la economía, como se manifiesta en el vaciamiento de la Anses y del Banco Central, así como en la fuga de divisas. A la Presidenta no se le puede escapar lo que está ocurriendo; simplemente cree que puede dar el viraje después de octubre. El ritmo que ha adquirido la bancarrota capitalista, sin embargo, podría amargarle el intento. En esta variante, es muy probable que se vea obligada a dejar las preocupaciones de gobierno por las más felices que la esperan alrededor de mediados de diciembre.

En el ‘spot’ de su campaña, Cristina Kirchner saluda a la “asignación universal por hijo” como “la medida social más trascendente en décadas”, que atribuye al PBI. La Presidenta no tiene un pelo de zonza: el escaso dinero de la ‘asignación’ (0,4% del producto, y bajando) sale de la caja de la Anses, lo cual el ‘spot’ oculta vergonzosamente. La “asignación” es un parche precario para una población desocupada del 8% y otro tanto de subocupados, con un 40% de los trabajadores precarizados, más de la mitad de la clase obrera por debajo de la canasta familiar y el 75% de los jubilados cobrando 1.400 pesos.

Nuestro final de campaña

La campaña culmina con un inocultable ascenso del Frente de Izquierda. Nuestra convocatoria a superar el piso proscriptivo de los 400.000 votos ha llegado con claridad. Asistimos a la disposición a votar a un frente de izquierda que tiene un planteo definido y señala que la crisis capitalista la debe pagar el capital -es decir que plantea la reorganización de la sociedad sobre bases históricas antagónicas a la presente. El voto al Frente de Izquierda puede ser, en ese plano, un síntoma poderoso de una transición política, diferente (contradictoria, desde un punto de vista de clase) de la que complotan las fuerzas de la burguesía.

El Frente de Izquierda

En el escenario de una disputa por liderar la “normalización” que exigen los banqueros, la tentativa de silenciar a la izquierda se entiende por sí misma -al lado, claro, de la cooptación de la ‘izquierda’ que integran el MST, el PCR y la CTA ‘independiente’ o el chavo-castrista PC, los que están emblocados, respectivamente, con el gobierno o con un sector del capital sojero. En la provincia de Buenos Aires, distrito crucial para nuestra elección, tendremos que defender nuestra boleta en medio de un festival de listas internas y de colectoras, que han diseminado tanto los kirchneristas como sus opositores. La Justicia sólo ha dado garantías parciales del reparto de boletas. En estos últimos días de campaña, se multiplica el reclutamiento de fiscales para el Frente. Hay que organizar férreamente esa fiscalización en todos los distritos, mientras aseguramos la conquista del voto en las fábricas, en los lugares de trabajo y en los barrios.

Esta es la batalla planteada.