Políticas

28/10/2010|1152

Conmoción en Córdoba

Mariano, ¡presente!

Sólo habían pasado unas cuantas horas desde que la patota asesina terminaba con la vida de Mariano y más de mil compañeros recorrían las calles de Córdoba. Un acto al final de la marcha convocó para el día siguiente a marchar masivamente, al igual que en el resto del país, y a garantizar el paro general decretado por la CTA.

Esa misma noche, un plenario de secretarios generales de la CGT Córdoba rechazaba la propuesta de algunos gremios de declarar el paro y el abandono de tareas para el jueves a partir de las 10 de la mañana. La UEPC declaraba en esos momentos la adhesión al paro convocado por Ctera, pero su secretario general, Juan Monserrat, se encargaba de señalar que no le consta que haya un modelo sindical mafioso ni la existencia de una burocracia sindical.

El juecista Augusto Varas (UOM) y el kirchnerista José Pihen (SEP) salieron a atacar con fiereza al PO: nos acusaron de “cabalgar sobre la muerte de Mariano”. Esta canallada los transforma en cómplices ideológicos de la patota asesina. Ella es propia de quienes “cabalgan” sobre las patotas para expulsar a los delegados y activistas de las organizaciones gremiales.

El jueves, Córdoba amaneció con un enorme paro de docentes, que superó el 70% de acatamiento, y en las dependencias municipales, las asambleas de trabajadores se empezaron a desarrollar desde las primeras horas de la jornada. El Suoem y Luz y Fuerza habían convocado, el día anterior, asambleas en la última hora de trabajo. El asesinato de Mariano había calado muy profundo entre los trabajadores.

El movimiento estudiantil, que viene llevando adelante una enorme lucha contra la reforma educativa y por las condiciones de estudio, había decidido sumar la marcha de ese jueves, que tenía prevista desde hacía una semana, al repudio por la muerte de Mariano y contra las patotas sindicales.

Horas antes de la movilización, el Rectorado de la UNC decretó el asueto en toda la universidad.

Más de 15 mil personas marcharon por Córdoba. Los estudiantes, las agrupaciones sindicales, la CTA, las organizaciones políticas y sociales hicieron atronar el nombre de Mariano en su camino hacia la Casa de Gobierno.

Al día siguiente, la asamblea interestudiantil de secundarios, terciarios y universitarios -encargada de coordinar el estudiantazo en Córdoba– resolvía por unanimidad, a propuesta de los compañeros de la UJS, repudiar a las patotas y a la Policía Federal, y denunciar la responsabilidad del gobierno nacional. La resolución también adhiere a todas las medidas de lucha que se desplieguen al respecto.

La muerte de Mariano tuvo, en Córdoba, un enorme acto de indignación popular y dejó planteada para los trabajadores, más fuerte que nunca, la tarea de expulsar a la burocracia sindical y sus patotas de las organizaciones gremiales.