Políticas

3/9/1999|640

Conspiremos, que somos menos

El último fin de semana, los diarios hicieron pública la consigna de los estados mayores de Duhalde y de De la Rúa: “hay que promover un ‘shock de confianza’…”.


¿En qué consistiría el ‘shock’? En reducir los gastos del Estado en una cifra que va de los 6 mil millones a los 10 mil millones de pesos. La finalidad de esta poda sería eliminar el déficit fiscal para devolver la ‘confianza’ a los ‘inversores’ internacionales.


El corte de gastos no afectaría por supuesto a los 10 mil millones de dólares anuales que van al pago de los intereses de la deuda externa. Se apuntaría a los aportes que sostienen las finanzas provinciales y al desembolso de la prestación básica universal (PBU) que debe realizar el Estado para completar el pago de las jubilaciones. Los menores ingresos a las provincias se compensarían con la aplicación de un IVA especial para los Tesoros provinciales. También está en los planes el despido de 150 mil empleados públicos, lo que ‘ahorraría’ 3 mil millones de pesos, y hasta la reducción de los salarios que propugna López Murphy. Este último, precisamente, le dijo a Clarín: “Va a ser terrible, pero va a haber que hacerlo” (29/8). Esto sin desmedro de derogar por completo el aporte patronal a las Cajas, aunque agrave el déficit fiscal, y de hacer una nueva ‘reforma laboral’ para reforzar la vigencia de los ‘contratos-basura’. Se ha difundido también la intención de reducir el ingreso mínimo que no está sujeto a impuestos, para ampliar la cantidad de asalariados que deberán pagar el gravamen a ‘las ganancias’.


Es decir que, mientras Duhalde y De la Rúa prometen trabajo y más educación, sus estados mayores están diseñando planes para hacer aún más miserable la vida de los trabajadores. Las promesas de una vida feliz ocupan la publicidad televisiva y la tapa de los diarios; los verdaderos planes de hambreamiento son relegados a las ilegibles ‘secciones de economía’. Se trata de una verdadera conspiración. Es que, bien mirada, la democracia capitalista no podría funcionar si la facultad de elegir a los gobernantes por medio del sufragio popular no fuera compensada por el sigilo a la hora de gobernar realmente.


¿Pero Duhalde no propuso acaso reducir el IVA y hasta prohibir los despidos? Sí, pero sujeto a una ‘concertación nacional’. Si ésta no tiene lugar, los despidos y los impuestos podrán seguir aumentando. Cuando se le preguntó al ‘referente económico’ de Duhalde, Remes Lenicov, sobre la rebaja de impuestos, contestó que le “gustaría hacerlo en un lapso de cuatro años” y que aun así no sabía si podría lograrlo. Hasta el ‘referente’ de Cavallo condicionó su propuesta de rebaja de impuestos a que el déficit fiscal no supere el 1% promedio del PBI (pero ya está en un 5%).


Todo el macaneo sobre el incremento del gasto y del déficit públicos no dice lo fundamental: que la eliminación de los aportes patronales ha dejado un agujero de casi 30 mil millones de pesos. Es esta descomunal transferencia de ingresos a los capitalistas la causa del déficit —sin contar, claro, los intereses de la deuda, que pasaron de 2 mil millones a 10 mil millones de dólares en una década—. Los salarios que se pagan en la administración pública no llegan a los nueve mil millones de pesos.


Devaluemos, ¿no somos más?


Julio Nudler, de Página 12, acaba de ser calificado como un muy buen analista económico por Roberto Alemann. ¿Qué dice Nudler?


Que Argentina necesita entre 18 y 21 mil millones de dólares para financiar su déficit de cuentas con el exterior. Es lo que se va del país por intereses, giros a las casas matrices, fletes y financiamiento de déficit del gobierno (14/8). A la luz de esto, piensa, “no parece alocado deducir que los centros financieros ya le bajaron el pulgar a la convertibilidad… Hay buenas razones para creer, agrega,que tanto Machinea como Remes Lenicov también piensan que la convertibilidad es inviable porque la Argentina no encuentra forma de crecer sostenidamente con este tipo de cambio”. Es decir que la conspiración de los estados mayores va mucho más lejos que un ‘shock’ impositivo o de gastos públicos, importa una devaluación. Es precisamente lo que planteó el capo de Techint, Roberto Rocca, hace dos semanas. Desde que el patrón de Siderar-Siderca anunció su posición, ella se ha transformado en la línea conspirativa oficial de los candidatos del sistema.


No es, sin embargo, tan fácil devaluar, porque obliga a desdolarizar un montón de compromisos comerciales y financieros; en primer lugar, las tarifas de las empresas privatizadas y los créditos de consumo e hipotecarios pactados en dólares. Por eso se recomienda a los candidatos que encubren a los conspiradores a que dejen la decisión de devaluar al ‘mercado’, es decir a los especuladores internacionales. Una estampida al dólar provocaría la cesación de pagos, obligaría al FMI a intervenir para renegociar la deuda externa y esto permitiría meter en el paquete la desdolarización de la economía… o ladolarización. En este último caso, habría que llegar a un acuerdo monetario con Estados Unidos, proceder a la privatización del Nación, Ciudad y Provincia, y cobrar los impuestos en moneda extranjera.


No hace falta elaborar mucho estas variantes para darse cuenta de que Argentina se encamina hacia una crisis abismal, que es lo que se esconde detrás de los problemas ‘psicológicos’ que Roberto Rocca le atribuyó a la devaluación. Es la psicología del pánico ante la reacción que producirá en las masas populares. Además se producirá en el marco de un enorme enfrentamiento entre los intereses afectados y beneficiados por la devaluación.


La dinámica electoral


En forma lenta, pero segura, el desarrollo de la crisis penetra en la campaña electoral. Explica el derrumbe de Duhalde y ahora el de Ruckauf ante los avances de Patti. Explica el inmovilismo de De la Rúa, al que le aconsejan que directamente no hable. Explica la fractura del ‘bloque de izquierda’ encabezado por los Kirchner, dentro del duhaldismo. Explica la crisis de los ‘ñoquis’ en la Capital y el fracaso de De la Rúa para lograr la renuncia de los legisladores de la ciudad que se encuentran contaminados. Un ala de la Alianza, desafecto con De la Rúa, está promoviendo el voto en blanco, desde las páginas de las revistas de centroizquierda.


Es necesario entender la crisis en su amplitud y perspectiva, no solamente ceñida a su influencia en las elecciones. Es esto lo que debe determinar la política electoral, que no es otra cosa que establecer una alternativa política consecuente de la clase obrera, no un rejunte apto para todo servicio. La campaña debe servir para establecer una orientación, ya que la falta de ésta no afecta solamente al electorado sino que caracteriza a todas las luchas populares del momento. La cuestión de la orientación es la del programa; con un programa, el movimiento de masas creará su centro organizador.