Políticas

19/6/2003|805

Continúa el pago de la deuda externa

Si el superávit comercial en lo que va del 2003 es de 8.000 millones de dólares, ¿por qué las reservas del Banco Central sólo aumentaron en 2.000 millones de dólares?


Mientras los diarios se pavonean con una supuesta entrada de capitales golondrina y discuten si hay que controlarlos o no, lo cierto es que la salida de capitales continúa a todo ritmo. El destino es el pago de los intereses y, más importante todavía, del capital de la deuda externa.


La diferencia entre los 8.000 millones de dólares del saldo comercial y los 2.000 millones de aumento de las reservas se fue en:


1) El pago de casi 2.000 millones de dólares al Banco Mundial y al BID. Cuando se firmó el acuerdo con el FMI, Lavagna sostuvo que los pagos a esos dos bancos se compensarían con los nuevos créditos, por lo cual no habría pérdida de reservas. Lo real es que la Argentina pagó con reservas 2.000 millones de dólares más de lo que le “devolvieron” (incluyendo los 700 millones al BID que se desembolsarán esta semana), por lo que ahora Lavagna está mendigando que se los restituyan. El año pasado, los pagos fueron de 4.300 millones de dólares. De este modo, la Argentina es un caso internacional único: está pagando no ya los intereses sino el propio capital de la deuda en forma neta.


2) Las empresas privadas remitieron al exterior 1.500 millones de dólares para pagar intereses o vencimientos de deuda.


3) Los exportadores liquidaron 1.500 millones de dólares menos. Dejaron esa suma en el exterior, en sus casas matrices.


4) El Banco Central vendió 1.300 millones de dólares en billetes, lo que se supone que es fuga de capitales.


Este es el proceso real: el fuerte superávit comercial está siendo utilizado para pagar la deuda y facilitar un nuevo ciclo especulativo con abundancia de dólares del comercio exterior. En este sentido, la política de Lavagna-Kirchner es la misma que la de Lula-Palocci.


Por eso, tanto la gran burguesía brasileña como la UIA chocaron con sus respectivos gobiernos en relación a la caída en la actividad económica, que en Brasil ya presenta signos de recesión y en Argentina de “desaceleración”. Este choque va a profundizarse, ya que el FMI reclama para la Argentina un acuerdo de largo plazo que contemple el arreglo de la deuda pública y privada.