2/12/2004|879

Convertir cada lucha en victoria


No es necesaria ninguna estadística para apreciar que se está operando un vuelco en la intervención de la clase obrera. Y que este vuelco puede instalarla en el centro de la situación política.


 


El gobierno debió otorgar los aumentos “por única vez” a jubilados y pensionados y la mejora (insignificante) en las asignaciones familiares (congeladas desde hace una década), por la presión de las luchas. Pero este paso, lejos de contener el reclamo por el salario, lo ha extendido y reforzado en provincias y municipios.


 


Las luchas expresan una radicalización en los métodos y una tendencia a crear organizaciones que respondan a los intereses de los trabajadores. Se ve en la lucha de los porteros de Neuquén, que han ido al corte de rutas por el salario y exigen su propia representación en la negociación de sus reclamos. Y más agudamente en Orán (ver nota en página 7). Foetra, con el voto de su cuerpo de delegados, protagonista de la luchade los telefónicos, rechazó la extensión de la conciliación obligatoria. Una leccion para la “larga lucha” de los estatales.


 


Las victorias


 


“En dos semanas, el Consejo de la Magistratura comenzará a pagar un aumento a los empleados judiciales” (La Nación, 1/12). El gobierno se empeñó a fondo para impedir esta decisión, que habilitó el aumento de salarios y la ley de “enganche” para los judiciales. “Los operadores de la administración Kirchner intentaron dejar la sesión sin quórum, para impedir que el Consejo ratificara el aumento salarial del 10% para jueces y camaristas y el reescalafonamiento de los empleados”, un aumento que “puede perjudicar la perfomance de Hacienda en el control del gasto público” (Ambito Financiero, 25/11). El gobierno buscará impedirlo apelando a la Corte Suprema, una circunstancia ante la que corresponde preparar la huelga general.


 


En las últimas horas han sido reincorporados los tres dirigentes de la oposición a la burocracia ferroviaria en la zona sur.


 


La lucha por el salario puede extenderse ahora todavía más. No se trata solo de los telefónicos o de los trabajadores de los subterráneos, que actúan a través de organizaciones en las que fue barrida la burocracia tradicional. Cuando la Federación de los petroleros anunció que levantaba el paro por una oferta empresaria y por la conciliación obligatoria, los trabajadores de Comodoro, en asamblea en plena ruta, expulsaron al delegado del Ministerio de Trabajo y mantuvieron la huelga repudiando la oferta (un 33 % repartido en cuatro años) y el intento de firmar un convenio “plurianual”.


 


Salario y crisis política


 


Los aumentos “por única vez” constituyeron un capítulo de la crisis dentro del gobierno de la “burguesía nacional”. Roberto Lavagna, una de las cabezas de este enfrentamiento, no se hizo presente en el anuncio oficial de los recientes aumentos.


 


El gobierno en su conjunto se opone a un aumento de salarios fuera de la nimiedad del salario familiar. Todo su afán, frente a la crisis del “canje” por la deuda, está puesto en “estirar el superávit fiscal y explicaría por qué se niegan a subir el salario familiar, dar un aguinaldo extra a jubilados y estatales o ajustar salarios estatales o jubilaciones” (Clarín, 14/11).


 


Esto “explica” la defensa a rajatabla de la política de congelamiento salarial para los trabajadores del Estado que, junto a los millones de trabajadores en negro, son los que más han retrocedido en sus ingresos reales respecto al momento de la devaluación.


 


La burocracia


 


Roberto Lavagna, voz de la burguesía exportadora, quiere que los empresarios se avengan a encarrilar la presión salarial por medio de una negociación que tenga del otro lado a la burocracia sindical: “Yo espero que la productividad siga subiendo y que, espontáneamente, ustedes vayan llegando a acuerdos de paritarias. La preferencia del gobierno es no intervenir. Pero si esos aumentos no ocurren, yo no podría descartar (el aumento por decreto)” (La Nación, 6/11). La burocracia de la CGT, sin embargo, volvió a reclamar “un aumento por decreto”, que no pondrá fin al ascenso de la lucha salarial. El gobierno de la burguesía “nacional” defiende como razón de Estado la política de congelamiento para pagar la deuda y los super-beneficios capitalistas.


 


El Partido Obrero llama a desenvolver las luchas obreras hasta la victoria mediante asambleas y autoconvocatorias,


comités de huelga responsables ante asambleas y coordinadoras, por el salario equivalente a la canasta familiar, los 800 pesos de salario mínimo, la efectivizacion en masa de los contratados, la reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo en negro.


 


Con los métodos de Orán.


 


A desenvolver este proceso y darle consistencia, construyendo una alternativa obrera y socialista.