Políticas

11/5/2016|1410

Córdoba: De la Sota tiene su “Hotesur”

La construcción de un hotel-casino a orillas de la laguna salada de Mar Chiquita (Mar de Ansenuza) en el noreste provincial, inaugurado por José Manuel De la Sota en noviembre, se ha convertido en un verdadero escándalo que no deja de ocupar la primera plana de los diarios provinciales


La construcción de un hotel-casino a orillas de la laguna salada de Mar Chiquita (Mar de Ansenuza) en el noreste provincial, inaugurado por José Manuel De la Sota en noviembre, se ha convertido en un verdadero escándalo que no deja de ocupar la primera plana de los diarios provinciales.


Razones no faltan: el prepuesto original era de 40 millones de pesos y hasta ahora se llevan gastados unos 336 millones, a los cuales el gobierno de Juan Schiaretti ha decidido sumar 40 más para terminar obras inconclusas y entregar la explotación del hotel a una nueva concesionaria.


Se trata de un hotel de lujo, con canchas de golf, tenis y spa (no habilitados aún), que cuenta con un casino y slots (máquinas tragamonedas) manejadas por la empresa CET del Grupo Roggio, quien tiene la concesión de prácticamente todos los slots en la provincia.


El desembolso de los fondos fue hecho por la Lotería de Córdoba Sociedad del Estado (un ente autárquico dependiente de la provincia) que restó los mismos a los aportes que debe enviar al Ministerio de Desarrollo Social para la ayuda social. Las empresas adjudicatarias de la obra están ligadas en general al gobierno y son parte los habituales contratistas del estado provincial, como el caso del grupo Astori. Es decir, la “patria contratista”.


De inicio, la explotación del hotel fue dada a un grupo rosarino que ahora acaba de renunciar a la misma denunciando que les fue entregado sin terminar y sin los servicios comprometidos. Atrás de la renuncia está el hecho de que el negocio parece no caminar, hay escaso número de pasajeros, a su vez el casino funciona a un cuarto de máquina. El sostenimiento de un emprendimiento extremadamente costoso, que según los especialistas en turismo es económicamente inviable, coloca la mira en la corrupción, propia de las obras públicas, y también en una operatoria destinada a lavar dinero.


Una de cal y una de arena


El escándalo cobró fuerza cuando repentinamente pedidos de informes y presentaciones judiciales hechas por legisladores de varios partidos de la oposición desde el año pasado cobraron estado público. Las denuncias golpean de lleno sobre De la Sota, con el cual Schiaretti en principio cerró filas.


El escándalo del hotel no le permitió a De la Sota celebrar lo que pareciera ser un triunfo: la absolución de la ex cúpula de la División Drogas Peligrosas de la policía provincial de los delitos de asociación ilícita y narcotráfico en lo que se llamó el narcoescándalo y que puso en vilo su gobierno en 2013. El gobierno siempre aseguró que era una maniobra montada por el kirchnerismo para desestabilizarlo; ahora un juez probadamente K parece darle la razón.


Atrás de esta pudrición de corrupción, juegos y drogas se desliza parte de la lucha política, De la Sota (y Schiaretti también) ha empezado a tomar distancia de Mauricio Macri terciando a favor de una mayor devaluación, y fundamentalmente de los capitales europeos y chinos que en el acuerdo del Presidente con los Estados Unidos quedarían desplazados, es lo que saltó con la obra de construcción de los gasoductos y la pelea por los tubos entre Techint y Schiaretti. De la Sota insiste a su vez en la necesidad de un pacto social entre el gobierno, los empresarios y la burocracia al cual el gobierno se resiste porque privilegia la coalición a la carta y no el cogobierno con el PJ, la burocracia y las corporaciones industriales que le ataría las manos.


En el medio de esta danza de cifras millonarias, negociados, se alzan los reclamos populares frente al recorte de la ayuda social (la asistencia alimentaria a los comedores-Paicor), la ausencia de fondos para asistir a las mujeres víctimas de la violencia (¡nueve femicidios en lo que va del año!) y el recorte a los jubilados entre otras penurias.


Para terminar con la corrupción, el delito organizado por el Estado y la miseria social es necesaria la intervención activa de los trabajadores.