Políticas

20/7/2000|674

Córdoba: el ‘remedio’ de la violencia policial

El tema de la violencia juvenil ha cobrado mucho vuelo en las últimas semanas. “En cada barrio de Córdoba hay una organización juvenil de naturaleza violenta”, señaló inusitadamente un periodista (La Voz del Interior, 13/7), para agregar que “los habitantes de Los Naranjos relataron que hay patotas de jóvenes que se han adueñado del barrio”.


La intención detrás de estos comentarios no es, sin embargo, otra que cebar la represión policial. El jefe del Precinto 36, por ejemplo, advirtió que “estamos trabajando para solucionar estos problemas. Ahora tendremos móviles nuevos para incrementar el patrullaje”, y que “la vigilancia es permanente, a partir de las 8 horas”. Los resultados finales han sido la acentuación de las rivalidades entre las bandas y la represión contra cualquier grupo de jóvenes en los barrios y villas.


El otro aspecto es la violencia en las escuelas secundarias. Además de “una joven agredida con una trincheta por varias compañeras del IPEM 2”, “en este período lectivo, otras dos chicas sufrieron agresiones de similares características” (La Voz del Interior, 16/5). En un congreso nacional sobre Violencia Escolar, que tuvo lugar en Córdoba y fue presidido por el ministro Llach, se admitió que “el Ministerio de Educación no cuenta con gabinetes psicopedagógicos suficientes para frenar la escalada de violencia, e incluso ni siquiera para realizar convenientes tareas de prevención” (ídem). Como la prioridad es el pago de la deuda externa, la falta de fondos se remediará con “un control (policial) a la salida de las escuelas” (La Voz del Interior, 13/7). La presencia policial es ya una realidad en muchos colegios, con su secuela de discriminación y autoritarismo. Es decir, que el gobierno profundiza la violencia juvenil en las escuelas.


El Estado sólo ofrece violencia para combatir la violencia juvenil, lo cual desnuda una contradicción insuperable. La miseria abrumadora en los barrios obreros y villas constituye una verdadera fuente de degradación. La violencia sólo encontrará solución bajo un nuevo orden social que garantice el libre crecimiento moral, material, físico e intelectual de la juventud. Se trata de que los jóvenes luchemos junto a la clase obrera para acabar con el capitalismo mediante un gobierno de los trabajadores, para desarrollar el socialismo.