Crímenes de guerra

El Ejército israelí dispara sistemáticamente contra los equipos médicos. Sólo el domingo mataron a cinco paramédicos. En Gaza apenas hay 190 cirujanos, 32 quirófanos y 100 camas de cuidados intensivos para atender a los heridos (más de 2.800 desde el inicio de la operación). El martes, los sionistas bombardearon las tres clínicas médicas móviles danesas que operan en Gaza: “Tratan específicamente de destruir objetivos humanitarios”, dijo el doctor Eric Fosse, quien asegura que el 80% de los muertos y heridos son civiles, más del 25% niños. “Estamos operando simultáneamente de a tres pacientes en los pasillos, nos faltan medicamentos, anestesia, agua, de todo”. Los daneses denuncian que los cadáveres tienen rastros de uranio empobrecido, un cancerígeno que afectará a los que sobrevivan. 

El continuo bombardeo israelí contra ambulancias impide los rescates. En el hospital Al Awada, el joven Alaa Serham todavía está lúcido pero sabe que morirá en las próximas horas tiene el cuerpo lleno de metralla. El y su equipo habían salido a recoger a cinco niños heridos. Cuando ya los habían subido a la ambulancia y él cerraba la puerta, un mortero israelí impactó directamente contra el vehículo. Fue el único sobreviviente.

La masacre israelí tiene en Egipto su socio privilegiado. Desde el 31 de diciembre, El Cairo prohíbe el paso a decenas de médicos que viajaron para auxiliar a los palestinos. “Que en 2009 haya gente que necesite ayuda médica y no nos permitan ir a ayudarles es de locos”, se quejaba el anestesista griego Dimitrios Mognie, quien acude todos los días al cruce fronterizo con la esperanza de que la guardia egipcia le permita el paso (El Mundo, 7/1). Pero el gobierno de Mubarak va más lejos: Egipto “no sólo mantiene la frontera cerrada a refugiados para abrirla con cuentagotas a heridos y ayuda humanitaria, sino que clausura repentinamente los accesos minutos antes de cada ofensiva israelí, revelando cierta coordinación con el gobierno de Tel Aviv” (ídem).

O.C.