Políticas

31/5/2022

Desabastecimiento de gasoil: las petroleras reclaman precios internacionales

La crisis está afectado a la logística de la cosecha y al transporte privado.

Gasoil.

La crisis de desabastecimiento de gasoil ha empezado a golpear duro en más de una docena de provincias, en medio de las necesidades logísticas de los exportadores de granos y de toda la cadena de transporte de carga. Las petroleras exportan gran parte del crudo para refinar y reclaman desregular el mercado interno para cobrar precios internacionales.

Del gasoil depende la logística de bienes y materias primas del país que, en un 90%, está vinculado principalmente al transporte por medio de camiones. Estos camiones, que suelen abastecerse en el mercado mayorista de gasoil donde se paga un precio más cercano a los precios internacionales, pasaron a valerse de los surtidores del mercado minorista (más barato), colapsando todo el sistema de distribución.

Esto ha llevado al desabastecimiento de los surtidores, principalmente en las provincias del norte, noreste y centro del país, con desabastecimiento total alrededor de las fronteras y en los accesos a los puertos santafecinos. Mientras que en algunas provincias no hay existencias de gasoil, en otras se fijan cupos de hasta 20 litros por unidad de transporte: una crisis que tiene paralizado el despacho de mercaderías agrícolas, ganaderas y de distintos bienes.

En lo que va del 2022 el gasoil más refinado, para el sector minorista, acumula una suba de alrededor del 46%. Sin embargo las petroleras señalan que los precios internacionales se encuentran un 30% más arriba, por lo que reclaman nuevos aumentos. Lo que ocurre es que una parte del crudo que se requiere para refinar el combustible (de tipo pesado) las petroleras lo destinan para la exportación, gracias a la cuota que habilita el gobierno, aprovechando el alza de los precios internacionales por la crisis energética y la guerra en Ucrania. Esto incrementa las necesidades de importación tanto de crudo para cubrir la refinación en el país como de gasoil, a precios más caros en dólares, agravando así el déficit energético.

Esto pone límites a la “nacional” YPF, que promete suplir la deficiencia aumentando en un 30% los despachos de gasoil en relación al año pasado (abril), incrementando las importaciones (a pérdida) e incluso suministrar gasoil a la competencia privada -es decir, más subsidios energéticos a los capitalistas. Pero choca con la escasez de divisas y los compromisos con el Fondo de acumular reservas.

Mientras habilita una cuota de exportación para beneficio de las petroleras y les permite girar parte de esos dólares al exterior, el gobierno intentar dosificar los aumentos de los combustibles en el mercado interno para aminorar su impacto en toda la cadena de valor, cuando la inflación ya está en niveles explosivos. Sin embargo, en términos del acuerdo con el FMI y su afán por no chocar con el negocio de las petroleras, el gobierno deja planteado nuevos aumentos en el futuro inmediato.

El abastecimiento de combustibles para el desarrollo industrial y el funcionamiento de la logística y el transporte de carga se muestra contrario a los intereses y especulaciones de los capitalistas, cuando debe ser orientado por las necesidades productivas del país y de consumo de la población trabajadora. Esto requiere de la apertura de los libros de toda la cadena energética al control obrero, para determinar los costos reales de producción, y la nacionalización de la industria energética y el comercio exterior para invertir en la producción de materia prima y abastecer al mercado interno como primera prioridad, con un programa de desarrollo nacional y productivo orientado por la clase obrera.