Políticas

26/4/2018

Crisis yerbatera: la salida es el control obrero de la producción

Los trabajadores, víctimas con o sin regulación

Tras la visita de Macri a Misiones, comenzó a trascender que este le habría planteado al gobernador Hugo Passalacqua la posibilidad de avanzar en la desregulación del mercado yerbatero.


Es lo que los representantes locales del macrismo vienen negando hace meses, luego de que el gobierno nacional volviese a fijar por laudo los precios de hoja verde y canchada –ello ante una nueva falta de acuerdo entre los productores de yerba y la industria del sector, que integran el directorio del Instituto Nacional de Yerba Mate que debe resolver los precios de forma unánime.


Los trascendidos permitieron al gobierno provincial de la Renovación, que es aliado del macrismo, posar de opositor al manifestar su rechazo a la desregulación, buscando así recuperar una parte de su base social dentro de los productores -que había perdido tras los conflictos yerbateros de los últimos años.


La desregulación de un mercado de $7500 millones anuales es el último paso para avanzar aún más en la apropiación y concentración de la renta y el trabajo en manos de las grandes empresas  agroindustriales. En el anárquico mercado capitalista, la competencia entre gigantes agravaría la superexplotación de los trabajadores rurales y agroindustriales. Esto en un mercado caracterizado por empresas que, en la búsqueda de acaparar mercado y sostener sus ganancias, contraen deudas millonarias, para luego exigir rescates por parte del Estado y la liberación de precios para aplicar aumentazos.


Esto ya se puede ver en el sector no regulado de la cadena yerbatera, los molinos. En este área, que tuvo un crecimiento de un 3% en 2017, la guerra de precios para acaparar la materia prima y ganar mercado llevó a un endeudamiento superior a los $2.000 millones, y para solucionarlo los empresarios solicitan una “urgente” liberación de precios que permita subir los valores en góndola, mientras mantienen las materias primas con precios bajos y, lo más importante, sueldos bajos  (La Nación, 21/2).


Los trabajadores, víctimas con o sin regulación


El conjunto de los partidos patronales “opositores” salieron a repudiar la posible desregulación ya que esto llevaría a la quiebra a los colonos o pequeños productores. Parecen olvidar que el gran perjudicado en el mercado yerbatero es el obrero, tanto el rural como el agroindustrial, sobre quienes recae la superexplotación del sistema.


En esencia el mercado yerbatero, a pesar de contar con una regulación por sus propias limitaciones, funciona virtualmente desregulado, ya que el precio fijado para la materia prima no se cumple y se aumenta el costo fiscal para productores (pagan un precio menor y facturan el oficial); en este escenario, el atraso técnico y la pequeña escala de producción elevan los costos de producción de los pequeños productores y secaderos, lo que lleva a extremar las condiciones de explotación de sus trabajadores.


La falta de acuerdo en el Instituto Nacional de Yerba Mate muestra los límites que están en la base la ley yerbatera, que propone la regulación como conciliación entre la pequeña burguesía agraria y la burguesía agroindustrial, arbitrada por el gobierno nacional y los gobiernos provinciales (Corrientes y Misiones). La imposibilidad de conciliar intereses antagónicos queda demostrado luego de más de 15 años de regulación: la concentración no se detuvo, como tampoco lo hicieron los conflictos entre productores e industriales. En esto jugaron un rol preponderante la Renovación y el kirchnerista Partido Agrario y Social (PAyS), que bajo discursos progresistas y de “defensa” al pequeño productor han garantizado el avance de la agroindustria sobre el sector primario. Para lo que sí sirvió la “regulación del INYM” fue para poner a los trabajadores bajo la regimentación del capital y evitar su participación en las discusiones del instituto con un programa propio, poniendo en su representación a la burocracia de Uatre (que actúa al servicio de los industriales) y en su momento a Sitaja (gremial tarefera), que respondía al reclamo de los pequeños productores amparándose en una especie de teoría del derrame, según la cual garantizarle buenos precios haría que paguen buenos salarios.


La reglamentación de los trabajadores de la producción yerbatera encuentra expresión en la escandalosa “paritaria” de Uatre.  El gremio firmó un miserable 15% en cuotas -es decir, se llegaría al 15% cuando la zafra ya esté concluida y la inmensa mayoría de tareferos y trabajadores de secaderos estén sin trabajo. Los demás gremios atomizados pelean por su ingreso a la mesa del INYM (donde no tendrán ningún rol relevante) y sostienen enfrentamientos aislados con algunos secaderos, siempre detrás del reclamo de los productores y sus pedidos, a pesar de que esos mismos productores bloquearon la paritaria de Uatre con un amparo judicial porque era “muy alta”, demostrando que sus intereses de clase están por encima de su bondad “coyuntural”. Se impone así un aislacionismo y debilitamiento del reclamo en vez de avanzar en una organización del conjunto de los trabajadores y un plan de lucha que permita romper la paritaria de miseria de Uatre.


La condición del movimiento obrero en la rama yerbatera es en parte responsabilidad de la Renovación y el PAyS, que durante 12 años  de gestión operaron contra los trabajadores, cooptando a las direcciones y atomizando al movimiento de tareferos y sus 20.000 trabajadores, a la vez que dejaba de lado a los 3.500 trabajadores de los secaderos de la provincia, garantizando de esta manera las extremas condiciones de explotación en los yerbales, secaderos y molinos. Y en parte responsabilidad de la centroizquierda, que históricamente ha subordinado los reclamos de los trabajadores al de los productores y ha promovido la atomización de los trabajadores en gremios “locales” con planteos fuertemente asistencialistas que buscan contener la crisis social que viven los tareferos.


Los trabajadores debemos aprender de los procesos históricos que han demostrado que la “regulación” bajo el capitalismo sólo sirve para que la burguesía se haga más rica y los trabajadores más pobres, que un buen precio de hoja verde no significa un buen salario para los obreros agroindustriales y rurales y que la única salida al problema es avanzar en la organización de los trabajadores para desarrollar un programa que responda a sus intereses.


Vamos por asambleas de trabajadores rurales e industriales de la Yerba Mate, sean o no afiliados a algún gremio, que voten delegados paritarios con mandatos y delegados a un Congreso de trabajadores que elabore un programa y un plan de lucha con acciones  directas para lograr su implementación. Vamos por:



-Control Obrero de todas las etapas de la producción yerbatera


-Salario igual a la canasta familiar ($30.000) para todos los trabajadores durante todo el año con una jornada laboral de 8 horas.


-Un programa de tecnificación y modernización de los yerbales controlado y planificado por los trabajadores y financiado por el Estado.