Políticas

17/11/2011|1203

Cristina y Macri

-Exclusivo de internet

Las últimas semanas fueron pródigas en pactos políticos sellados entre el kirchnerismo y el macrismo. El más escandaloso fue la votación conjunta de los representantes kirchneristas y macristas en el Consejo de la Magistratura de una nómina de seis candidatos a jueces federales, a pesar de las denuncias que abundaban en contra de al menos uno de ellos por ser considerado un operador K. El favor hecho por las huestes del jefe de Gobierno porteño tendría una retribución: con la designación de nuevos jueces, Oyarbide, que ha procesado a Macri por el espionaje realizado por “Fino” Palacios, dejaría la causa a manos de un nuevo juez. El acuerdo político persigue la impunidad.

Los acuerdos sobre la Justicia tuvieron su réplica en la Ciudad. En este caso fue el kirchnerismo el que votó en la Legislatura la nómina de representantes al Consejo de la Magistratura local. Los cargos se lo distribuyeron de la siguiente manera: dos para el macrismo y uno para los K. A la vez, se ha interpretado que este acuerdo allana otro, que tiene que ver con la conformación de la Auditoría local, donde está en juego el nombramiento de sus siete miembros. El acuerdo PRO-K sería a expensas de Proyecto Sur, que a pesar de su muy mala elección, retiene aún un número importante de legisladores. Los macristas han preferido ser “auditados” por los K y nos les preocupó que se la nómina vaya encabezada por la novia del dirigente de La Cámpora, Iván Heyn, ella también militante de la agrupación. Finalmente, tienen a mano la experiencia de la Corporación Puerto Madero, de composición mixta de los dos gobiernos y que tiene como presidente al camporista Iván Heyn. Nadie hasta el momento conoce de diferencias dentro de la Corporación que maneja el barrio y las tierras más caras de la Ciudad. Sino que lo digan los estudiantes del Nacional de Buenos Aires, que están alertas para que la Corporación no les quite el campo de deportes que posee en el barrio de Puerto Madero.

Estos acuerdos, que se iban a extender también a la aprobación en general del Presupuesto en el Congreso Nacional aunque ahora esto ha sido puesto en duda por el escándalo que despertó la votación de la nómina de jueces federales, es lo que explica que los docentes de la Ciudad, que tienen como gremio principal a UTE, comandado por kirchneristas, estén peleando en soledad contra el gobierno de Macri que quiere eliminar a las Juntas de Clasificación (ver nota). La posición del gobierno nacional la marcó el ministro de Educación, Alberto Sileoni, quien declaró que los “chicos tienen derecho a estudiar”, oponiéndose de esta forma a los paros convocados por los gremios docentes en defensa de las Juntas. En el mismo orden de cosas, los kirchneristas de Sutecba han sellado un acuerdo con el macrismo para apoyar un candidato común para el cargo de “director obrero” en el Teatro Colón, enfrentado así al cuerpo de delegados combativo que postula su propio candidato. Por último, aunque la lista no se agota acá, los K han mandado al freezer la movilización contra la destitución del director del hospital Ameghino impuesta por el macrismo.

La orientación acuerdista entre ambos gobiernos tendrá que atravesar, como prueba de fuego, la trasferencia de los subtes a la Ciudad. El macrismo saludó que el gobierno nacional haga suyo el programa de la derecha sobre la eliminación de los subsidios y su reemplazo por un aumento de tarifas. En el caso del subte, sin embargo, el kirchnerismo quiere que ese trabajo sucio lo realice el gobierno de Macri. Su propuesta de mantener el 50% de los subsidios por un año y luego eliminarlos suena a trampa porque coloca al gobierno de la Ciudad ante una disyuntiva, porque una de dos: o Macri pone los 350 millones de pesos que equivalen al 50% de los subsidios y así pasa a avalar una orientación que hasta ahora criticó o marcha a un tarifazo, pero en ese caso tampoco contará con el 50% de los subsidios del gobierno nacional, pues éste anticipó que descontará de ese monto los aumentos de tarifas. La negociación está en marcha y estará llena de choques y arreglos, porque están en juego negocios muy importantes ligados a la extensión del subte, y uno de los principales reclamos del macrismo es que el gobierno nacional preste los avales para un endeudamiento internacional de la Ciudad. El sindicato del subte, dirigido por los K, no ha abierto la boca hasta el momento.

Cuando dos fuerzas antagónicas acuerdan es porque la conveniencia es mutua, aunque los motivos no sean los mismos. ¿Qué pretende cada uno de estos acuerdos? El kirchnerismo necesita enfrentar la fuga de capitales, la corrida cambiaria y la bomba de tiempo de los subsidios; o sea, el agotamiento final del “modelo productivo”. Para ello busca un acuerdo con el Club de París y abrir un nuevo ciclo de endeudamiento internacional. Sabe que para esto cuenta con el macrismo, que anda él mismo en abrirse camino en los mercados. El macrismo, por su lado, necesita del gobierno nacional sellar la trasferencia de los subtes y acordar más en general una gobernabilidad en la Ciudad sobre todos los temas (especialmente la seguridad, pues hoy hay tres fuerzas federales actuando en la Ciudad).

En ambos casos se trata de ganar tiempo. El macrismo apuesta a construir una alternativa nacional sabiendo que no podrá hacerlo mediante el PRO, sino quedándose con los restos de la UCR y sectores del peronismo que entren en crisis con los K. En este sentido, no se puede pasar por alto que en la última elección la derecha extendió su peso, porque Massa no sólo ganó en Tigre sino que se quedó con San Fernando y San Martín. A esto hay que agregarle el triunfo del primo de Macri en Vicente López y el de Cariglino en Malvinas Argentinas, con apoyo de Macri. Se va configurando, de esta forma, un polo de derecha, claro que cuenta potencialmente con buena parte de los gobernadores oficialistas. Macri quiere encabezar ese polo, aunque son varios los que se anotan (el mismo Massa, Urtubey, quizá Scioli). Un armado de este tipo se acelerará en la misma proporción que avance el desplome del “modelo”. Si esto pasa, quedará claro que el largo período K en vez de renovar la política -como proclama-, creó su propio sustituto de derecha.