Políticas

26/3/2015|1356

Cristóbal López, el dueño de la timba de los K, de Macri y de Binner


“No puedo atajar todos los penales”, dijo Julio Grondona poco antes de morir, cuando el avance de Marcelo Tinelli y Cristóbal López amenazaba desplazarlo de su lugar de “Don Corleone” patriarcal del fútbol argentino, sudamericano e incluso de una buena porción de la Fifa.


 


Ahora, López compró la productora La Corte, encargada de editar y subir al satélite las imágenes de los partidos trasmitidos por Fútbol para Todos, además de cubrir los actos en los que está la Presidenta. De tal suerte, López, dueño ya de Minuto Uno, C5N, Radio 10, FM Mega, FM Pop, Ideas del Sur, Ámbito Financiero y The Buenos Aires Herald, ingresa de lleno en el negocio del fútbol televisado. Y lo hace con un objetivo estratégico: las apuestas deportivas. Incluso, aun a regañadientes, firmó con su supuesto archienemigo Héctor Magnetto un contrato por 1.500 millones de pesos que asegura hasta 2017 la continuidad de “Showmatch”, el programa de Tinelli, por el Canal 13. Entretanto preparan el gran zarpazo: Emiliano López, hijo de Cristóbal, está en la comisión directiva del San Lorenzo de Tinelli, y desde allí tratan de armar el trampolín hacia la conducción de la AFA.


 


Cristóbal y el “frente nacional”


 


Ahora bien, Cristóbal López no es solamente un “empresario K”, como dicen los medios. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, es un “PRO” de la primera hora: tiene atados convenios con Macri (en acuerdo con los kirchneristas) por los casinos, los bingos, los tragamonedas y el hipódromo. En ese punto, las elecciones próximas y una transición política envenenada lo obligan a hacerse malasangre: el gobierno porteño quiere postergar hasta después de octubre la renovación de los contratos por los bingos y la autorización para añadirles tragamonedas y otras porquerías, porque las necesidades electorales del PRO hacen inconveniente que los negociados de Macri con López queden tan expuestos.


Pero Cristóbal no es solo kirchnerista y macrista. En Santa Fe es un “socialista” convencido. En Rosario, por ejemplo, tiene instalado el casino más grande la Argentina, con el beneplácito de Binner y Bonfatti.


 


Y Sergio Massa no quiere quedarse afuera de la timba. Primero, para marcar distancias de sus rivales electorales, se fue de boca y propuso la estatización del juego, pero rápidamente reculó en chancletas y dijo que nunca quiso decir lo que dijo. Después de todo, López ya se instaló en Tigre con el casino Trilenium, bien que de la mano de Daniel Scioli. Eso merece una explicación adicional: el gobernador bonaerense y candidato presidencial forzó un acuerdo de Boldt, que tiempo atrás controlaba el juego en la provincia, con Cristóbal López; de ese modo, además, suprime una de las principales fuentes de conflicto con los K, dado por los diferentes intereses que defendían en materia de mafias timberas.


 


En definitiva, ya que de juego se trata, la burguesía reacomoda sus fichas en el paño del nuevo panorama político. Los capitalistas “amigos” de los K pactan con la “Corpo”, la mirada puesta en los negocios que promete la nueva etapa. Las movidas recientes de Cristóbal López son un símbolo de esa transición.


 


Ahora bien ¿qué hacer con el juego desde el punto de vista de los trabajadores? Sin duda, debe apuntarse a la supresión de ese tumor implantado por el capitalismo en el cuerpo social. El juego legal está asociado con el clandestino y ambos con el narcotráfico, la prostitución y la trata de personas. La descomposición capitalista se resume en el juego, que provoca además la disolución de lazos sociales y hasta familiares por la degradación personal del adicto. Un paso intermedio hacia ese objetivo debería ser la inmediata estatización del juego y su puesta bajo control de los trabajadores.