Políticas

11/6/2009|1087

Cuatro mil mineros bolivianos marcharon a La Paz

Gran victoria obrera

Los cuatro mil mineros de Sinchi Wayra, filial boliviana de la suiza Glencore International AG, obtuvieron una victoria formidable después de marchar 200 kilómetros a pie por el altiplano y permanecer dos días en La Paz. Con ese método, la huelga logró reconquistar la jornada de ocho horas y un aumento salarial.

Glencore explota -ilegalmente según denuncian los mineros- yacimientos de oro, plata y zinc que pertenecieron al ex presidente y actual prófugo Gonzalo Sánchez de Lozada. Esas minas le fueron transferidas en 2005 al magnate petrolero suizo-israelí Marc Rich, dueño de Glencore, a quien la revista Time calificó en 2001 de “el ejecutivo más corrupto del planeta”, a pesar de lo cual el gobierno de Evo Morales nunca lo molestó.

“¡Fuera Sinchi Wayra! Basta de saqueo y explotación trasnacional, que deja socavones vacíos, enfermos, hambre y miseria” decía el gran cartel desplegado a la cabeza de la marcha minera que ingresó en la ciudad el viernes 22 de mayo. “La radicalidad de los mineros de base, que hablaban incluso de ‘echar a la empresa’, pesaron mucho para que la compañía diera marcha atrás en su intento de prolongar la jornada laboral y reducir los salarios obreros, para no arriesgar sus operaciones en Bolivia y, por ende, sus millonarias ganancias” (www.econoticiasbolivia.com, 27/5).

El preacuerdo de los mineros y la empresa, refrendado por el Ministerio de Trabajo, se firmó en la noche del martes 26 de mayo y establece la jornada de ocho horas, respeto por los derechos laborales y un aumento salarial del 12 por ciento, según informó la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb).

La movilización minera se hizo sentir especialmente en el gobierno: “Arrinconados por la presión de más de cuatro mil mineros que en una semana habían cruzado a pie el altiplano y llevaban ya dos días en La Paz, los funcionarios del gobierno indigenista… ya habían comenzado a ceder a las demandas laborales desde el lunes 25…” (ídem).

Una estafa

En 2005, Glencore tomó posesión de importantes yacimientos de zinc, oro, plata, plomo y estaño en Oruro y Potosí. Se trata de las minas Bolívar, Poopó, Porco, Colquiri, Totoral, San Lorenzo y Colquechaquita, además de la planta concentradora de minerales Don Diego y la central termoeléctrica de Aroifilia. Todas esas empresas habían pertenecido al ex presidente Sánchez de Lozada, derrocado dos años antes del arribo de Glencore.

El contrato de transferencia de esas minas se firmó en los Estados Unidos, donde Sánchez de Lozada estaba exiliado. Se trató de una estafa, puesto que los yacimientos estaban reclamados por la Justicia boliviana para afectarlos al resarcimiento de los familiares de las víctimas de la represión de octubre de 2003 (67 civiles muertos y más de 400 heridos de bala).

Ahora, Glencore intentaba aplicar un “plan de emergencia” para enfrentar la caída del precio internacional de los minerales, de modo que sus ganancias no se vieran afectadas. Esto es: para que la crisis la pagaran los trabajadores. Con ese propósito, la compañía de Rich presionó para aumentar la producción y los ritmos de trabajo, e incluso para extender entre dos y cuatro horas la jornada laboral por el mismo salario.

Los mineros dijeron no, organizaron la huelga y marcharon a La Paz, para que la crisis la pagaran los capitalistas, no los obreros. Así derrotaron al pulpo imperialista e incluso al gobierno, que se mostraba muy dispuesto a permitir el atropello patronal hasta que los mineros se instalaron en la ciudad.

Alejandro Guerrero