Cuba: El nombre de la rosa

El gobierno cubano no ha podido ofrecer a los pueblos del mundo que siguen su historia, ni siquiera una crisis política clara. El relevo (O ¡”liberación”!) de varios funcionarios muy destacados se hizo con un estilo más truculento que en la época de Brezhnev. Fidel Castro denunció en los separados una suerte de gusto por la “miel del poder”, cuando de acuerdo a la historia oficial el poder en Cuba no tendría mieles sino puro sacrificio. De golpe tenemos una versión poco halagüeña de las condiciones políticas del régimen cubano. En definitiva, el país está gobernado por una burocracia, que de este modo ha resuelto sus problemas sociales -por lo menos los más acuciantes.

De cualquier modo, incluso la corrupción no opera en el vacío político. Los dimitidos tenían posiciones políticas de cara a la enorme crisis de la isla, cuyas fuerzas productivas han dejado de crecer hace mucho. No se ha informado sobre esas posiciones. La ‘nueva’ camada dirigente (de los setenta para arriba) proviene casi toda de las fuerzas armadas, que dirigen unas ochocientas empresas, algunas con la participación de capital extranjero. La función fundamental de la gestión económica de las FFAA es asegurar un balance de divisas que permita paliar las carencias crónicas de Cuba. La caída del precio del níquel y la segura disminución del turismo habrán de afectar de nuevo el precario equilibrio de la economía cubana.
Mientras tanto, Obama decidió aliviar algunas restricciones establecidas por Bush contra Cuba, pero la única indicación de que esto podría tener algún significado es la posición del afroamericano, en la campaña electoral, de que se sentaría a hablar con Cuba sin pre-condiciones.

Raúl Castro ya ha cumplido un año de gobierno sin que se hubieran observado cambios de alguna importancia; la autorización para comprar celulares o cosas parecidas simplemente sirve para absorber más divisas de las que circulan en forma privada.

El gobierno que convirtió al reforzamiento de las relaciones con Cuba en una pieza importante de su política exterior, el brasileño Lula, difícilmente pueda apresurar el paso, pues es uno de los más afectados por la crisis mundial. En otras circunstancias, un acuerdo Obama-Raúl Castro-Lula hubiera podido cambiar mucho las condiciones comerciales para Cuba. Pero el problema está adentro de Cuba misma: una pseudo planificación, burocrática, recostada cada vez más en actividades parasitarias (turismo), que bloquea las posibilidades de liberación de las fuerzas productivas.

M.B.