Políticas

21/6/2001|711

Davaluación

Cavallo nunca fue una persona que se caracterizara por sus principios, pero esta vez se pasó de la raya, incluso por referencia a sus propios antecedentes. Procedió a devaluar el peso luego de haber asegurado que la incorporación del euro a la determinación del tipo de cambio se haría sólo cuando la moneda europea alcanzara la paridad con el dólar. El 1 a 1 que debía durar tres décadas y hasta la promesa de que el peso se revaluaría en un futuro con respecto al dólar, se cayeron de la forma más miserable posible. Sin ocultar en lo más mínimo su cinismo, Cavallo le dijo a un azorado periodista de El Cronista que le reclamaba a propósito de que “la convertibilidad ampliada estaba planteada para el caso de que el euro equipare al dólar” (19/6), que “desde el vamos (!) pensamos en dar este estímulo a las exportaciones… Los que se preguntaban por qué Cavallo plantea ahora la eurización, ahora se dan cuenta”. Es decir que cuando aseguraba que con la incorporación del euro no habría devaluación estaba mintiendo descaradamente y ya la tenía decidida. Precisamente, como oportunamente lo denunciamos desde estas páginas.


Pero si mintió una vez, ¿por qué no estaría mintiendo de nuevo ahora cuando asegura que la devaluación se limitará al comercio exterior y no afectará a las deudas y créditos corrientes? Es lo que naturalmente también inquietó al periodista. A lo que Cavallo respondió, luego de decirle que eso no ocurriría nunca, que “se equivocan los que confundieron convertibilidad … con tipo de cambio fijo”. Es decir que sigue fingiendo una defensa de la “estabilidad” en el mismo momento en que anticipa la devaluación generalizada del peso. Seguramente se esforzará para que ello ocurra después de las elecciones de octubre, pero difícilmente aguantará hasta entonces. Así lo demuestra la reacción de los especuladores financieros, que no sólo tiraron abajo la cotización de los flamantes bonos del megacurro sino que llevaron la cotización del dólar futuro a 1,25 pesos.


Es de pura lógica que vamos a una devaluación inmediata generalizada. Cavallo había considerado hace dos meses que el peso estaba sobrevaluado en un 20%, de modo que la depreciación del 7 al 8% de la semana pasada se queda corta. Esto es más claro cuando se considera que desde principios de año el real brasileño, que pesa un 35% en el comercio exterior argentino, se ha devaluado en un 25%, con tendencia ascendente. De modo que una devaluación adicional del peso es previsible con el mismo razonamiento que ha llevado a la devaluación que ya ha ocurrido. Pero una brecha mayor entre el tipo de cambio comercial y el financiero es insostenible, porque daría lugar a toda clase de fraudes y maniobras para que el fisco o el Banco Central paguen el dólar comercial, que es más alto.


La necesidad de Cavallo de proceder a una devaluación general y amplia del peso se da, sin embargo, en un momento en que la devaluación brasileña está amenazando con provocar una estampida inflacionaria en Brasil o la cesación de pagos, dado que infla constantemente la deuda pública que está contraída en dólares. Los bonos brasileños se están cotizando a precios cada vez menores como consecuencia de esta situación, lo que ha llevado a cerca de 900 puntos la sobretasa que paga Brasil por los intereses de su deuda. Entre la devaluación brasileña y la cesación de pagos que ya rige en Argentina, se ha producido un encadenamiento que amenaza con hacer volar a toda la región… y algo más. Uruguay y Chile han procedido, en consecuencia, a acelerar la devaluación de sus monedas.


A partir de todo esto, hay serios indicios de que Cavallo habría pactado con el gobierno de Brasil la adopción conjunta de un sistema de convertibilidad respaldado en una combinación del dólar y el euro, lo cual detendría la devaluación del real, pero necesitaría ser compensada con una devaluación mayor, y general, del peso. Cavallo podría presentar la devaluación general como un “esfuerzo conjunto con nuestros hermanos” para “salvar al Mercosur”.


Cavallo le acaba de decir a Ambito Financiero (19/6) que “ahora que nosotros marchamos a una moneda que se fija con el dólar y el euro promediados, es más factible que Brasil y otros países comiencen a tener esa misma referencia … Ahora … va a ser más factible pensar en un Brasil, Uruguay y Paraguay tratando de estabilizar sus monedas”. Pero si el peso está sobrevaluado en un 20%, primero habrá que eliminar está “distorsión” para pasar a la “estabilización” conjunta de las monedas. Cavallo hizo todas esas declaraciones luego de ponderar la “seriedad política” que manifiesta el gobierno brasileño (!).


La devaluación del peso se presenta con mayor inminencia cuando se tiene noticia de que la recaudación tributaria “bajaría más de 10% este mes” (BAE, 19/6); o cuando se calcula que los cambios en la liquidación del IVA entrañarían una pérdida inicial de recaudación de 300 millones de dólares; o cuando se estima que las exenciones impositivas otorgadas a la industria en el último mes significan una reducción de 1.000 millones en la recaudación (Página/12, 16/6). Los cambios también significarán un incremento de la carestía, debido a las mayores tarifas y al efecto devaluatorio.


Con la devaluación del peso, ejecutada por el propio Cavallo, se ha caído la última justificación política del gobierno de De la Rúa. Ha violado todos sus compromisos políticos; ha quebrado su coalición de gobierno; ha entrado en cesación de pagos; está acusado de sobornos y de megacurros; y ahora no puede sostener la moneda. Esto en medio del intento de instaurar un Estado-gendarme.


Hay que echar a De la Rúa-Cavallo y convocar a una A samblea Constituyente soberana.