Políticas

17/12/1999|612

De cualquier modo, Córdoba patea el tablero

Las informaciones de los encuestadores peronistas, que dan ganador a De la Sota el domingo que viene, desataron naturalmente toda clase de especulaciones políticas. De efectivizarse, significaría un golpe descomunal contra las posibilidades electorales de la Alianza, bien merecido por cierto. La UCR, después de todo, ha llevado a Córdoba a la ruina y ha gobernado salvajemente en favor de los capitalistas.


Córdoba está afectada en forma simultánea por una quiebra agraria, industrial, de las finanzas públicas, de la estructura educativa y sanitaria y de su régimen municipal. La desocupación crece geométricamente como consecuencia de los despidos en la industria automotriz. Mestre fracasó en implementar una salida quirúrgica que privatizara el ciento por ciento del patrimonio público, y que impusiera la autogestión y privatización de la salud y de la educación. El presupuesto sigue en emergencia, con la posibilidad de tener que emitir más bonos para pagar a funcionarios y proveedores. La amenaza de un derrumbe en Brasil simplemente sería un golpe final.


De la Sota ha tomado en sus manos la propuesta demagógica de una salida llamada de ‘shock’. Privatizar Epec y los bancos; bajar impuestos al capital; desguazar la salud y la educación. Contratar a cambio un empréstito nacional o internacional. Un gran sector de la patronal ha tomado esta salida en forma desesperada. Se han invertido millones de dólares en la campaña de De la Sota y Mestre, como en una campaña nacional; las cámaras patronales movilizaron todos sus recursos a uno y otro lado o a los dos.


Menem pretendería montarse en una derrota de la Alianza en Córdoba para reflotar su proyecto re-reeleccionista. Está montando una campaña equivalente a la de De la Sota, impulsando la privatización del Nación, del Hipotecario y la venta de sus acciones en YPF. En este útimo caso, se dispondría a abrir el control a un pulpo petrolero internacional.


La maniobra re-reeleccionista importa más que nada porque desnuda la enorme debilidad de la Alianza y del duhaldismo; las fracturas que crecen en la burguesía; y las tendencias explosivas de la situación económica y social. Es claro que sólo Menem está intentando un protagonismo político; sus opositores se encuentran paralizados. Los más paralizados de todos son los sindicatos de la oposición, que simplemente están ignorando la gravedad de la situación. Los inmoviliza su propio fracaso, como ocurre en docentes, en la construcción, en la industria automotriz o entre los trabajadores estatales y de la salud.


Para la izquierdista progre-frepasista, una derrota de la Alianza en Córdoba significaría la quiebra anticipada de la más modesta de sus ilusiones. Una parte de ella traduce esta situación votando en blanco, algo que debería ser pecado mortal para un democratizante.


El Partido Obrero está a la expectativa de que la campaña en Córdoba haya servido para acrecentar su influencia y ampliar el radio de organización de una vanguardia revolucionaria. Sería la mejor escuela preparatoria para las formidables crisis políticas y luchas que se perfilan en la provincia y en el país.