Políticas

5/6/1997|542

De la ‘privatización’ a la ‘extranjerización’

Con la venta del Banco de Crédito Argentino al Francés-Bilbao Vizcaya, del Rio al Santander y del Roberts al Hong Kong & Shangai Banking Corp. (HSBC), pasaron a manos directas de la banca extranjera, en sólo un mes, tres de los bancos líderes de la Argentina. Además, el Nova Scotia de Canadá está negociando la compra de otra porción del Banco Quilmes (ya tiene el 25%). Y en torno al único banco ‘nacional’ que quedaría, el Galicia, crecen los rumores de alguna venta. “Con el nuevo mapa de la city porteña, nueve de los diez bancos privados más grandes cuentan con un socio internacional, con la única excepción del Galicia” (Clarín, 1/6).


Si a esto se agrega la venta, por parte del grupo Soldati, de su participación en varias empresas, como Eg3 y Transener; la venta de la mitad de Philco (Blanco Villegas) a Daewoo y de Alpargatas a Newbridge y al HSBC, es más que evidente la fuga financiera e industrial de la burguesía nacional argentina.


Aunque los diarios ponderan las suculentas sumas que se llevan los vendedores, en algunos casos esta ‘fuga’ obedece a la necesidad de cubrir quebrantos en otros negocios, como ocurre con Soldati y Blanco Villegas, en relación al Tren de la Costa o a Philco. En otros, como con Pérez Companc, obedece a la incapacidad de mantenerse en varios negocios, como sería el financiero y el energético. Y finalmente, en el caso Roberts, la ‘fuga’ responde a la necesidad de pasar a la categoría de rentista con la plata de la venta.


Todo esto fue señalado anticipadamente por el PO. En el Informe Político al Vº Congreso, en enero de 1992, el PO refutó la tesis de que la convertibilidad y las privatizaciones de empresas públicas por parte de los pulpos nacionales, implicaban un fortalecimiento de la burguesía nacional.


Puntualizamos que esos grupos se habían desplazado de lugares estratégicos, como Macri en automotores o Techint en siderurgia, a negocios como el cobro de peajes en rutas o el manejo de una línea ferroviaria, o sea, un retroceso industrial. Y que habían ganado las privatizaciones endeudándose, y abriendo su capital a la Bolsa. Pronosticamos que “al menor problema financiero, los bancos meten la mano en el capital de la burguesía ‘nacional’ …” (ídem, pág. 20).


Es lo que estuvo sucediendo y lo que ahora culmina. Explican este derrumbe la fuga de 8.000 millones de dólares durante el ‘tequilazo’ de 1995 y la impresionante morosidad de la cartera de créditos bancarios.


The Wall Street Journal puntualiza que “los directivos del banco central de Argentina han pasado dos años tejiendo una red de seguridad para el sistema financiero que ellos mismos no pueden ofrecer” (28/5). Se armó, para subsanar esta limitación, un Fondo Fiduciario para el socorro de bancos y un seguro de garantía de los depósitos, que cobran el 0,25% a todos los depósitos del país.


Esta costosa “red de seguridad” desmiente las pavadas acerca de la ‘salud’ del sistema financiero argentino. A esto se agrega la quiebra de las compañías de seguros, de la que no saldrán ni siquiera con el salvataje de 600 millones que les tiró el Estado a través del INdeR.


Compras y crisis


Las compras y fusiones de bancos no alteran este cuadro de crisis. Por ejemplo, de la fusión entre el Francés y el Crédito Argentino, a manos del Bilbao Vizcaya, “surge un banco con menor calidad patrimonial si se observan los ratios de calidad de cartera y la incidencia de la cartera anormal no cubierta con previsiones en relación con el total del patrimonio. La cartera anormal en relación con el total de financiaciones alcanza a 7,9%… Este tipo de consideraciones sobre la calidad de los activos resultantes de la fusión de los bancos es lo que lleva a las compañías calificadoras de riesgo a anunciar una revisión del rating asignado a los bancos involucrados” (Ambito Financiero, 19/5).


A su vez, la calificadora de riesgos norteamericana Standard & Poor’s, le bajó la calificación, de “estables a negativas”, al Banco Santander, “tras la adquisición por parte del Santander del 35% de las acciones del Banco Rio, el principal motivo de la evaluación” (La Nación, 29/5).


Es que para estas calificadoras, los bancos extranjeros deben cargar ahora con el ‘riesgo argentino’ . Es así que, mientras la burguesía argentina cede un negocio, la banca extranjera ‘compra’ un riesgo.


Primero. Los pulpos extranjeros remiten todos los años más de 2.000 millones de dólares a sus casas matrices, lo que deberá aumentar aún más, debido a la mayor extranjerización de la economía. Estos mayores giros de fondos al exterior profundizarán el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que ya tiene ‘un rojo’ de 4.000 millones por año.


Segundo. Estos bancos tomarán los fondos locales y los invertirán en función de los movimientos especulativos que decidan sus casas matrices. La función de la compra de bancos no es acrecentar el ingreso de capitales, sino tomar los fondos en circulación y reciclarlos en función de los intereses de los accionistas extranjeros. La‘extranjerización’ abre un mayor canal para la fuga de capitales del país, y el peligro de que la cuenta de capitales también pase a ser negativa. Algo de esto reconoció Escasany, del Galicia, cuando dijo que “los intereses nacionales quedan a un costado”.


Todo este proceso, lejos de reforzar la convertibilidad, es un factor de deterioro de las cuentas externas. Ante una nueva corrida o fuga de capitales, ahora los bancos extranjeros tendrán más peso que el propio Banco Central para determinar la suerte del peso. Es lo que está sucediendo en varios países del Sudeste asiático, donde los bancos extranjeros apuestan a la devaluación y libran una lucha contra los bancos centrales.


Al mismo tiempo, en su nueva condición de ‘rentista’, y debido a sus negocios de exportación, la burguesía ‘nacional’, ahora con menos activos fijos, podría pasarse al campo devaluacionista.


Timba


La ola de compras bancarias, que va más allá de Argentina, ya que también involucra a Brasil y a México, forma parte del proceso de especulación que tiene lugar a escala internacional.


Debido a la enorme inyección de moneda que impulsan todos los principales bancos centrales (en particular, la Reserva de Estados Unidos, el Banco de Tokio, el Bundesbank y el Banco de Inglaterra), y a los Fondos de Retiro a los que son forzados a entrar la mayoría de los asalariados, se ha producido una sobrevalorización general de los activos y acciones, que ha llevado a las Bolsas a batir récords de cotización bursátil (también a las altas tasas de interés). Lo que el titular de la Reserva Federal yanqui llamó “la burbuja irracional de los mercados”.


Este financiamiento inflacionario del movimiento de capitales financieros, significa que los grandes bancos pueden tomar abundantes fondos en forma casi gratuita, recurriendo a la emisión de acciones e incluso de bonos privados. Por eso Clarín dice que “en los países centrales, los bancos tienen capacidad ociosa ante la competencia de los fondos de pensión y fondos comunes de inversión que en algunos lugares manejan más dinero que los bancos” (1/6), o La Prensa señala que “las entidades financieras españolas no saben qué hacer con la plata” (31/5).


Por otro lado, existe una guerra entre los distintos sectores imperialistas por la colonización de América Latina. En el número anterior de Prensa Obrera, pusimos de relieve la puja de EE.UU. contra la Unión Europea por el control del ALCA (Area de Libre Comercio Americana). Que la banca española haya salido a jugar tan fuerte y con tantos riesgos, forma parte de ese proceso de rivalidad.


Consecuencias


“El debilitamiento de la burguesía nacional torna más frágil al gobierno nacional de turno, al reducir sus posibilidades de equilibrio frente a las presiones de los trabajadores y del capital extranjero”, señalaba el Informe al Vº Congreso, de enero de 1992.


El gobierno nacional se ha convertido en una mera oficina del FMI y del Banco Mundial; las decisiones se han trasladado a las casas matrices del exterior. La burguesía nacional se bate en retirada.