Políticas

5/12/2013|1296

Defendamos un bloque del Frente de Izquierda en el Congreso de la Nación, en legislaturas y concejos

Con matices distintos y perspectivas diferentes, el conjunto de los partidos que integramos el Frente de Izquierda y los Trabajadores coincidimos en que los resultados electorales del 27 de octubre pasado constituyen una victoria sin precedentes de la izquierda revolucionaria y de la clase obrera. Apenas dos semanas más tarde, la victoria del Partido Obrero sobre el peronismo y el kirchnerismo en la capital de Salta ¡por una diferencia de 13 puntos!, la conquista de la única banca en disputa para el Senado y la mayoría en el Concejo Deliberante mostraron un salto cualitativo del ascenso político del Frente de Izquierda. No es casual, entonces, que el ‘salteñazo' haya producido una conmoción política en todo el país y que en la propia provincia las camarillas políticas patronales hayan reaccionado con una serie de medidas típicas de un golpe de estado: rechazaron la designación de Gabriela Cerrano en las comisiones de Justicia y Derechos Humanos, a sabiendas de que integra el movimiento popular contra la impunidad y contra el gatillo fácil; proscribieron la ocupación de la primera vicepresidencia en la Cámara de Diputados y armaron toda la componenda para impedir que la presidencia del Concejo quede en manos del Partido Obrero. El planteo oficial es que hay que cerrar el paso a "un partido antisistema". La presidencia del Concejo hubiera significado determinar las prioridades de su agenda: derogación del impuestazo; investigación de los contratos de obras y servicios, y municipalización de la obra pública; reserva del 40% del suelo urbano para la construcción de viviendas populares. Los trabajadores de la capital de Salta se han movilizado en forma sistemática por estas reivindicaciones.


El Frente de Izquierda se ha convertido en detonante o chispa de una movilización popular y es, por otro lado, la expresión política de la movilización actual y potencial del movimiento obrero. Hemos recogido un mandato político en las urnas que, por otra parte, nosotros mismos hemos reclamado en toda la campaña electoral: "la izquierda tiene que estar"; "por un bloque de izquierda en el Congreso"; "por una bancada obrera y socialista, que sirva de denuncia, que sirva pa'luchar”. El conjunto de esta caracterización impone una conclusión contundente: reforzar la unidad de acción del Frente de Izquierda y los Trabajadores, para que nuestra presencia parlamentaria y las bancas que hemos conquistado en forma colectiva se conviertan en una tribuna al servicio de las luchas y en la tribuna que desarrolle una agenda de movilización política de los trabajadores. Este planteo supera las limitaciones del sindicalismo, por un lado, y del parlamentarismo, por el otro, y los reunifica en una estrategia socialista. Hemos ampliado, con la agitación política electoral y los resultados obtenidos, el campo de acción de la izquierda revolucionaria, el cual ahora tendremos que desarrollar aún más.


En este cuadro político, el PTS hace una propuesta inusitada: dividir el bloque de izquierda en tres, uno por cada partido. A la perspectiva de un desarrollo aún mayor, más masivo, de nuestro Frente, contrapone la fragmentación: la reducción del campo político de acción que acabamos de conquistar.


En estas circunstancias, el Partido Obrero defiende y exige la formación de bloques únicos del Frente de Izquierda en todos los parlamentos, con los mismos métodos de participación colectiva y de alternancia que fueron establecidos en los acuerdos políticos que dieron lugar a nuestro Frente.


Nuestro partido es completamente ajeno a la fetichización del Frente de Izquierda y los Trabajadores, del mismo modo que no la comparte con ninguna institución política -llámese partido (incluido el Partido Obrero), consejos obreros, sindicatos o estados obreros y dictaduras proletarias. Lo que importa siempre son los canales y formas, más o menos constantes o episódicas, de la movilización de las masas, del desarrollo de su conciencia, de su capacidad de autoemancipación. Toda forma política es transitoria, porque está históricamente condicionada. Como decía el poeta: "toda teoría es gris, el árbol de la vida es siempre verde". No defendemos al Frente, por lo tanto, a cuenta de su fetichización, sino porque es la expresión de mayor alcance del desarrollo de la conciencia y la organización de un proletariado revolucionario y socialista. Si fuera al revés, seríamos los primeros en romper el Frente de Izquierda, y para ello usaríamos argumentos políticos francos y transparentes; no nos esconderíamos detrás de subterfugios o tecnicismos parlamentarios.


La fragmentación del Frente de Izquierda en los parlamentos es un acto de usurpación política. Ninguna de las bancas conquistadas es propia de un partido determinado, sino del conjunto del Frente. Es así políticamente, porque los trabajadores votaron listas, no individuos ni partidos -aunque sabemos que algunos compañeros/as y algunos partidos tienen mayor influencia relativa sobre el electorado que otros compañeros/as. Esto vale incluso para el Partido Obrero de Salta, que se impuso como tal, pero que siempre señaló su integración política al Frente de Izquierda nacionalmente. El PTS no ha conquistado, por sí mismo, ninguna banca: solamente lo logró porque ha participado en una lista con el PO y porque ha sido parte del Frente de Izquierda a nivel nacional desde la campaña de 2011, cuando la candidatura a la Presidencia de la Nación fue ocupada por un militante del Partido Obrero. Esto es más claro aún para los legisladores de provincia, como en la de Buenos Aires, que secundó a la lista nacional encabezada por el Partido Obrero. Cuando se produzca, en dos años, la renovación de la representación de cada partido, como lo establecen nuestros acuerdos, los ‘monobloques' que propone el PTS se disolverán como la nieve bajo el sol, para dar lugar a nuevos ‘monobloques' en función de otros distritos, y en el último año la aparición de otros diferentes, los que serán ocupados por Izquierda Socialista. El Frente de Izquierda se convertirá en la rotación de monobloques y en cuatro líneas diferentes en cada mandato. Esto es absurdo. La propuesta en cuestión no solamente constituye un acto de usurpación política y de violación del mandato comprometido ante el electorado: no tiene otro alcance que el de una operación faccional. Implica la ruptura con todos los acuerdos de gestión colectiva y de rotación acordados entre nosotros y cumplidos hasta la fecha.


Este procedimiento de usurpación y faccionalismo no queda compensado por la propuesta de formar un Interbloque; por el contrario lo encubre, lo legaliza, lo establece como antecedente y premisa de futuras operaciones escisionistas. Es por eso que liquida los acuerdos establecidos. Anuncia, anticipadamente, que el Frente ha caducado para los próximos compromisos políticos y electorales, y ni qué decir para la posibilidad de extender esta unidad al conjunto del movimiento obrero. En marzo enfrentamos una elección que podría reforzar la tendencia expresada por el ‘salteñazo', nada menos que en la ciudad de Mendoza. ¿El PTS pretende encararla desde la usurpación y la autoproclamación? La fragmentación parlamentaria del Frente implica ir hacia su caducidad; nunca contarán para ello con el apoyo del Partido Obrero, ni siquiera con una actitud distraída (¡a pesar, incluso, de que nuestro minibloque sería mayor al monobloque del PTS!); no es un paso hacia el reforzamiento de la acción política que los trabajadores acaban de respaldar con su voto en forma rotunda (en especial después de Salta), sino lo contrario. Si las elecciones nos han abierto un campo de acción excepcional, la conclusión debería ser que es necesario ampliar la acción común a este campo ampliado.


Es cierto que el Frente de Izquierda se caracteriza, en el marco de la unidad, por una fragmentación: en lugar de ahondarla, lo cual tendría un alcance político contrarrevolucionario, porque implica estrangular un movimiento en ascenso para la lucha de clases; es necesario politizar las diferencias, darles un contenido, mediante la experiencia común y el debate leal, de modo que pueda ser entendido y discutido por los obreros y jóvenes que forman la corriente de los luchadores. La presencia en el Congreso no introduce ningún cambio cualitativo en el marco de desafíos propios del Frente de Izquierda hasta la actualidad. El Frente de Izquierda y los Trabajadores, ¿es, si o no, un canal de ascenso y politización de la clase obrera y un factor de desarrollo de una lucha de clases consciente? Si la respuesta es sí, todo lo que implique estrangular su reforzamiento es contrarrevolucionario.


¿Cómo se puede plantear una agenda de propaganda y agitación política socialista desde el Parlamento, donde el Frente de Izquierda es ultra minoritario, a partir de una fragmentación? La respuesta ya está en la pregunta. Plantear una agenda significa reconocer las limitaciones del planteo de que deberíamos estar "al servicio de las luchas"; la agenda significa proponer luchas de alcance político -en definitiva, nuestro programa plantea el gobierno de los trabajadores, una reivindicación política. Como ya dijimos antes, debemos superar los límites del sindicalismo y del parlamentarismo. ¡Pero el PTS propone una separación de cuerpos y de bienes antes de verificar, con la participación de Izquierda Socialista, la elaboración de una agenda común! "No sé si tendremos diferencias, pero por las dudas las autoproclamo". Naturalmente que rechazamos un absurdo semejante. Llamamos a la reflexión, a concretar lo que planteamos en la campaña (un bloque del Frente de Izquierda en el Congreso, las legislaturas y los concejos), a cumplir con el mandato popular que votó un bloque de izquierda, a rechazar la usurpación de la representación política conquistada como Frente, a discutir una agenda, a aplicar en la gestión de la bancada los acuerdos ya establecidos de gestión común, debate colectivo y rotación de cargos. Este método es inescindible; la usurpación de la representación del Frente es inadmisible; es una malversación política, incompatible entre luchadores.


Ignoramos si el PTS ha medido los verdaderos alcances de esta ruptura en el Congreso. Dice (en las reuniones que han tenido lugar) que no puede delegar en el PO (o, en el futuro, en el IS) para que "hable en nombre del bloque". Estamos ante una proyección del faccionalismo en los demás, porque los acuerdos plantean la gestión colectiva de la banca (lo que ocurrió, efectivamente, en Córdoba, con la compañera Liliana Olivero, de IS, pero muchísimo menos en Neuquén, con López y Godoy, del PTS). Estamos ante una falacia, porque en varios lugares solamente tenemos un representante; el PTS nos anticipa que cuando alguien de su partido ocupe ese lugar pasará por encima de los otros dos partidos. Nuestra respuesta es simple: ¡hay que acordar en común! El PTS nos anticipa que monopolizará el trabajo legislativo cuando le toque ejercerlo a sus diputados. Nos preguntamos: ¿qué queda, en estas condiciones, del Frente de Izquierda?


El PTS va al Parlamento a "diferenciarse" del Frente de Izquierda, que se ha convertido en un canal político de la vanguardia y en la base socialista de un potencial ascenso político de las masas; no pone el eje en la diferenciación con el kircherismo y el centroizquierda, y el combate a los partidos patronales, lo que está condenado al fracaso si se encara desde la fragmentación parlamentaria del Frente de Izquierda. El PTS se enfrenta a una corriente ascendente popular hacia la lucha de clases, que se expresa en el Frente de Izquierda. La labor principal del Frente de Izquierda en el Congreso, mediante una agenda de agitación política y el apoyo a las luchas obreras y populares, es acelerar la decadencia del régimen burgués -no fragmentar al bloque encargado de esta tarea.


En debates diversos, el PTS sostiene que la agenda parlamentaria debería limitarse a contener los reclamos "que provienen de las bases obreras". En este caso no podría haber una agenda, porque la bancada debería subordinarse a acontecimientos que irrumpen todos los días, con alcance y dimensiones diferentes; la agenda es un plan sistemático. La bancada debe, en efecto, estar siempre pronta, con equipos de compañeros, para ir en solidaridad de las luchas ‘que vienen desde abajo' y defender sus reivindicaciones, pero se trata de una tarea que nuestros partidos realizan ya en forma sistemática; el PTS, por caso, es quien más recurre a la campaña de firmas de parlamentarios para apoyar determinadas luchas y reivindicaciones. El ‘valor agregado' de partidos y bancadas es desarrollar, junto al apoyo a las luchas, un agenda de reivindicaciones políticas; de lo contrario, como ya dijimos antes, dejamos de plantear, en la cotidianeidad de la experiencia de los explotados, el gobierno de trabajadores. ¿Se trata de una diferencia? Sí. ¿Importante? Claro. La salida es que las propuestas de agendas se discutan en el bloque parlamentario, en la coordinación del Frente y en los partidos. De este modo, llegaremos a acuerdos o a compromisos legítimos; en sus discursos, nuestros legisladores harán ver las diferencias de matices que haya. Esta metodología realzará la calidad de nuestra acción y mostrará con qué métodos gobernaríamos en el futuro. La diversidad en la unidad potencia; con un método y propósito de fragmentación y auto proclamación, liquida.


Una propuesta de agenda parlamentaria


En la agenda parlamentaria que debería levantar el bloque del Frente de Izquierda, no deberían faltar la derogación definitiva del impuesto al salario, el 82% móvil, el cese de la intervención de la Anses, la prohibición de la precarización laboral por medio del control obrero, el rechazo a los acuerdos petroleros entreguistas -fuera Repsol-Chevron- y la nacionalización bajo control obrero de la industria petrolera; la discusión y repudio de la deuda externa, fuera las tropas argentinas de Haití, apoyo a la independencia de Puerto Rico; abajo la ley de asociaciones gremiales -por la libre organización y la independencia de las organizaciones obreras del Estado; por la apertura de cuentas del Estado y empresas, la libre elección y revocabilidad de representantes, jueces, fiscales y demás jerarquías del Estado. Junto a esta agenda, tendremos otras cuestiones de carácter inmediato que motivan la atención de los trabajadores: los casos de impunidad, el desprocesamiento de los petroleros y vecinos de Las Heras, y la lucha por las sumas adicionales de fin de año, sólo por citar a algunas.


Defendamos a muerte la instalación de bloques del Frente de Izquierda en todos los parlamentos -con gestión colectiva y rotación de las bancas, y en la gestión de las mismas bancadas (rotación de intervenciones, etc.). No avalaremos usurpaciones ni nada que encubra esas usurpaciones. ¡Viva el Frente de Izquierda y los Trabajadores!


 


1º de diciembre de 2013